Luis Fuenmayor Toro
Ocurre el referéndum revocatorio y salimos derrotados. El Presidente, después de unos minutos de sensatez, embiste con toda su rabia y califica la victoria opositora de pírrica. En el Poliedro, cual Mario Silva cualquiera, arremete contra el pueblo y le echa la culpa de la derrota. “Miranda me la debe”, afirmó, mientras los chavecistas mirandinos asistentes aplaudían alborozados y quienes tratábamos de mantener cierta racionalidad no entendíamos por qué estaban tan contentos de ser los responsables de aquella derrota.
Otros, en otras partes, afirmaban que el pueblo no estaba preparado para los cambios que se sometieron a su consideración, pero eso no tuvo ninguna importancia pues los elegidos, a través de leyes, decidieron asumir la falta de preparación del pueblo; algo así como si el maestro, ante la ignorancia del alumno, decide ser él quien responda el examen, en lugar de esforzarse en que su discípulo aprenda.
Si el pueblo no estaba preparado, cosa que particularmente no creo, han debido tomarse medidas y asumirse planes de formación, para elevar su conciencia revolucionaria. En aquel momento, quien no pareció preparado fue el Gobierno. No llegó a imaginar siquiera la posibilidad de ser derrotado.
¿Y el análisis? Hasta allí llegó. No conozco ningún documento oficial del PSUV con un estudio profundo de lo sucedido, ni mucho menos con las medidas tomadas en función del diagnóstico efectuado. Casi inmediatamente, se volteó la cara para enfrentar las elecciones regionales y, con bombos y platillos y música de Alí Primera, se afirmaba que se ganarían casi todas las gobernaciones.
Se saldría victorioso incluso en la gobernación del Zulia y, si acaso, se podría perder la Alcaldía. Sin ningún análisis en sus manos, el Presidente se presenta en el Zulia y ataca duramente a Manuel Rosales. “Corrupto, bandido, mafioso, ladrón”, calificativos posiblemente ciertos desde hacía bastante tiempo, sin que los organismos gubernamentales responsables de efectuar las investigaciones del caso: CICPC, Fiscalía General, Contraloría y Asamblea Nacional, hubieran hecho algo al respecto, cosa inentendible para cualquier mortal medianamente objetivo.
Como “Cara de bobo” fue calificado el candidato a la Gobernación del Zulia, cosa totalmente cierta, pero que en absoluto constituye un impedimento para ejercer ningún cargo de gobierno, ni tampoco una situación como para acusar a nadie, pues el tipo de cara que se tenga no es responsabilidad de la gente que la posee. A veces, incluso, son más peligrosos para el erario público los “cara de vivos”, quienes resultan peores enemigos de la revolución que el más vehemente de los opositores.
En definitiva, Di Martino, quien ganaba en las encuestas, pierde con “cara de bobo” y el “corrupto” gobernador se alza con la Alcaldía , por lo que, ahora sí, le tiene que caer todo el peso de la Ley , como en efecto ha comenzado a pasar.
¿Y el análisis de toda esta situación? ¿Y de la derrota de Diosdado en Miranda? ¿Y de la pérdida de Carabobo y Táchira? Bien, gracias.
Saltamos inmediatamente, con la cabeza vacía, para otro campo de batalla y otra contienda electoral. No hemos finalizado la de las elecciones regionales, cuando el Presidente se da cuenta que sin él la derecha se va a comer el país. “Había pensado no reelegirse”, no insistir en la reelección hasta que se da cuenta que perdimos las elecciones de noviembre.
No sé dónde quedó toda aquella explicación, dada por el propio Presidente, de que los resultados electorales habían sido una de las victorias más contundentes jamás tenidas por este proceso, pues lo cierto es que, por esos resultados tan “favorables”, el líder de la revolución decide que tiene que reelegirse urgentemente para evitar que la oposición siga avanzando.
¿En qué quedamos, entonces, fue una victoria terminante o un avance de las fuerzas opositoras? Nada de esto se explica, nadie habla de ello, los fanáticos se hacen los locos con esta multitud de contradicciones y nadie dice nada, corre todo el mundo a instalar sus carpas en calles, avenidas, plazas, redomas, ministerios, oficinas públicas; se visten de rojo, colocan las canciones de Alí Primera (parte agradable del asunto) y a recoger firmas para la siguiente batalla, que se podrá ganar o perder, nadie lo sabe en este momento, pero hay que darla porque el líder de la revolución tuvo un pálpito, una revelación o simplemente así lo quiso.
Recibió al Arcángel San Miguel quien le anunció que el pueblo está preñado de ganas de votar por Chávez por lo que hay que dejar parir al pueblo. A elecciones entonces…
¿Ganamos o perdimos el referéndum? ¿Fue o no contundente la victoria de noviembre pasado? ¿Ha avanzado la oposición? ¿Por qué perdió Di Martino? ¿Por qué los camaradas Falcón y Briceño, líderes en Lara y Monagas, respectivamente, tienen que explicar a cada rato que no tienen proyectos personales? ¿Se escogió el mejor contenido de la enmienda para asegurar el triunfo? Nada de esto tiene respuesta.
Todo el mundo movilizado sin saber realmente qué pasó y dónde estamos y sin haber discutido nada sobre la enmienda. Independientemente de la responsabilidad del líder del proceso, todo este liderazgo intermedio acrítico es también responsable de los errores cometidos y los que se cometan, por su discurso adulador, su posición de adoración y su silencio cobarde. Quien tenga cerebro y lo use que entienda
Fuente: PrensapopularSolidaria Comunistas Miranda
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com/
Ocurre el referéndum revocatorio y salimos derrotados. El Presidente, después de unos minutos de sensatez, embiste con toda su rabia y califica la victoria opositora de pírrica. En el Poliedro, cual Mario Silva cualquiera, arremete contra el pueblo y le echa la culpa de la derrota. “Miranda me la debe”, afirmó, mientras los chavecistas mirandinos asistentes aplaudían alborozados y quienes tratábamos de mantener cierta racionalidad no entendíamos por qué estaban tan contentos de ser los responsables de aquella derrota.
Otros, en otras partes, afirmaban que el pueblo no estaba preparado para los cambios que se sometieron a su consideración, pero eso no tuvo ninguna importancia pues los elegidos, a través de leyes, decidieron asumir la falta de preparación del pueblo; algo así como si el maestro, ante la ignorancia del alumno, decide ser él quien responda el examen, en lugar de esforzarse en que su discípulo aprenda.
Si el pueblo no estaba preparado, cosa que particularmente no creo, han debido tomarse medidas y asumirse planes de formación, para elevar su conciencia revolucionaria. En aquel momento, quien no pareció preparado fue el Gobierno. No llegó a imaginar siquiera la posibilidad de ser derrotado.
¿Y el análisis? Hasta allí llegó. No conozco ningún documento oficial del PSUV con un estudio profundo de lo sucedido, ni mucho menos con las medidas tomadas en función del diagnóstico efectuado. Casi inmediatamente, se volteó la cara para enfrentar las elecciones regionales y, con bombos y platillos y música de Alí Primera, se afirmaba que se ganarían casi todas las gobernaciones.
Se saldría victorioso incluso en la gobernación del Zulia y, si acaso, se podría perder la Alcaldía. Sin ningún análisis en sus manos, el Presidente se presenta en el Zulia y ataca duramente a Manuel Rosales. “Corrupto, bandido, mafioso, ladrón”, calificativos posiblemente ciertos desde hacía bastante tiempo, sin que los organismos gubernamentales responsables de efectuar las investigaciones del caso: CICPC, Fiscalía General, Contraloría y Asamblea Nacional, hubieran hecho algo al respecto, cosa inentendible para cualquier mortal medianamente objetivo.
Como “Cara de bobo” fue calificado el candidato a la Gobernación del Zulia, cosa totalmente cierta, pero que en absoluto constituye un impedimento para ejercer ningún cargo de gobierno, ni tampoco una situación como para acusar a nadie, pues el tipo de cara que se tenga no es responsabilidad de la gente que la posee. A veces, incluso, son más peligrosos para el erario público los “cara de vivos”, quienes resultan peores enemigos de la revolución que el más vehemente de los opositores.
En definitiva, Di Martino, quien ganaba en las encuestas, pierde con “cara de bobo” y el “corrupto” gobernador se alza con la Alcaldía , por lo que, ahora sí, le tiene que caer todo el peso de la Ley , como en efecto ha comenzado a pasar.
¿Y el análisis de toda esta situación? ¿Y de la derrota de Diosdado en Miranda? ¿Y de la pérdida de Carabobo y Táchira? Bien, gracias.
Saltamos inmediatamente, con la cabeza vacía, para otro campo de batalla y otra contienda electoral. No hemos finalizado la de las elecciones regionales, cuando el Presidente se da cuenta que sin él la derecha se va a comer el país. “Había pensado no reelegirse”, no insistir en la reelección hasta que se da cuenta que perdimos las elecciones de noviembre.
No sé dónde quedó toda aquella explicación, dada por el propio Presidente, de que los resultados electorales habían sido una de las victorias más contundentes jamás tenidas por este proceso, pues lo cierto es que, por esos resultados tan “favorables”, el líder de la revolución decide que tiene que reelegirse urgentemente para evitar que la oposición siga avanzando.
¿En qué quedamos, entonces, fue una victoria terminante o un avance de las fuerzas opositoras? Nada de esto se explica, nadie habla de ello, los fanáticos se hacen los locos con esta multitud de contradicciones y nadie dice nada, corre todo el mundo a instalar sus carpas en calles, avenidas, plazas, redomas, ministerios, oficinas públicas; se visten de rojo, colocan las canciones de Alí Primera (parte agradable del asunto) y a recoger firmas para la siguiente batalla, que se podrá ganar o perder, nadie lo sabe en este momento, pero hay que darla porque el líder de la revolución tuvo un pálpito, una revelación o simplemente así lo quiso.
Recibió al Arcángel San Miguel quien le anunció que el pueblo está preñado de ganas de votar por Chávez por lo que hay que dejar parir al pueblo. A elecciones entonces…
¿Ganamos o perdimos el referéndum? ¿Fue o no contundente la victoria de noviembre pasado? ¿Ha avanzado la oposición? ¿Por qué perdió Di Martino? ¿Por qué los camaradas Falcón y Briceño, líderes en Lara y Monagas, respectivamente, tienen que explicar a cada rato que no tienen proyectos personales? ¿Se escogió el mejor contenido de la enmienda para asegurar el triunfo? Nada de esto tiene respuesta.
Todo el mundo movilizado sin saber realmente qué pasó y dónde estamos y sin haber discutido nada sobre la enmienda. Independientemente de la responsabilidad del líder del proceso, todo este liderazgo intermedio acrítico es también responsable de los errores cometidos y los que se cometan, por su discurso adulador, su posición de adoración y su silencio cobarde. Quien tenga cerebro y lo use que entienda
Fuente: PrensapopularSolidaria Comunistas Miranda
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com/
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