(Especial para Prensa Latina, del 20-7-2003)
En estos días leer –o volver a hacerlo, ya octogenario, como es mi caso- el famoso e histórico alegato de Fidel Castro ante un denominado “Tribunal de Urgencia”, de Santiago de Cuba, presentado en forma de discurso hará bien pronto cincuenta años, me parece algo sumamente interesante no sólo para apreciar los basamentos ideológicos de la sociedad cubana actual, que han permitido a ese pueblo hermano desafiar las iras de todos los presidentes de Estados Unidos durante más de cuatro décadas, sino entender igualmente la extraordinaria significación que en otros países –y tal es el caso de Venezuela, precisamente- tiene ahora mismo el ejemplo de Cuba y su proceso revolucionario.
Efectivamente, leyendo las páginas de ese discurso pronunciado el 16 de octubre de 1953, y publicado luego en múltiples ediciones (la mía que aquí tengo en las manos es de Editora Política, La Habana, junio de 1964) con el ya legendario título de “La Historia me absolverá”, impresiona necesariamente la madurez del análisis político de un revolucionario de sólo 26 años de edad. Pero tiene que llamar la atención del lector actual, sobre todo, la continuidad que en el plano de los principios morales, de la ética política propiamente, ha mantenido con singular firmeza el autor.
Es un discurso supuestamente de un acusado que se espera trate de defenderse, y lo primero que allí resalta es el espíritu combativo, y no exactamente de defensa personal, que lleva al acusado a tomar el papel de acusador. No es ni siquiera el “eppur si muove”, inmortal pero elástico, de Galileo, lo que lo inspira. Más bien está claramente emparentado con la actitud del comunista búlgaro Dimitrov, en aquel juicio de Leipzig frente a los nazis, justamente veinte años antes. Ambos enfrentando a un mismo enemigo, el imperialismo, un enemigo que hoy con George Bush hijo en nada se diferencia del de Adolf Hitler.
En este 26 de Julio de significado internacionalista mundial que nos brinda la celebración del Cincuentenario del Moncada, embrión revolucionario del cual brotó como obra de acción y pensamiento el programa político expresado en el mencionado discurso, es oportuno recalcar el nexo existente entre las luchas de todos los pueblos en los últimos cien años: el antimperialismo.
En particular, creo que dicho nexo viene manifestándose cada día con mayor vigor en el continente americano, y dentro de ese contexto lo podemos palpar muy vivo en estos días en el rápido crecimiento de las relaciones cubano-venezolanas en todos los aspectos. Cincuenta años atrás nuestros dos pueblos sufrían un yugo común, impuesto por Estados Unidos, traducido en las tiranías gemelas de Pérez Jiménez y Batista. Tras tenaces y fuertes luchas populares fueron por fin desplazados esos títeres del imperialismo, con apenas un año entre la caída de una y otra dictadura, en enero de 1958 y enero de 1959. Pero allí de inmediato surgió una diferencia de caminos, gestada en realidad por un simple hecho: la enorme diferencia entre el programa de Rómulo Betancourt acá en Venezuela y el de Fidel Castro en Cuba.
Puede decirse que el punto de partida de tal diferencia estuvo en la apreciación divergente en cuanto a la situación internacional de la época, y de la cual se desprendió el rumbo respectivo. Prevaleció acá en Venezuela la funesta tesis del “fatalismo geográfico”, en la cual se basó el vergonzoso “Pacto de Punto Fijo”, forjado ya en Nueva York por Betancourt, Caldera y Villalba, para crear una “democracia” neocolonial bajo la tutela de Washington. En cambio, allá en Cuba se impuso la tesis contraria, la de la auténtica independencia que les permitiera a los cubanos por primera vez ser libres de decidir sobre su destino, orientándose hacia la construcción socialista en estrecha alianza con la URSS y otros países de igual rumbo, no importa lo que dijeran o hicieran los gobernantes de Estados Unidos.
Hoy, felizmente, venezolanos y cubanos que siempre hemos compartido los ideales bolivarianos y martianos, de nuevo estamos marchando en la misma dirección y con una meta común, la de contribuir a la paz mundial mediante la cooperación e integración latinoamericana-caribeña.
Fuente: Prensa Latina/ PrensaPopularSolidaria_ComunistasMiranda
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com
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