Por: Khalid Amayreh
A pesar de las negativas retóricas, la OLP y la Autoridad Palestina (AP), en las que Fatah constituye la columna vertebral, están cambiando velozmente y adoptando posiciones que podrían comprometer profundamente los inalienables derechos palestinos y que incluso podrían llevar a la liquidación de la causa palestina. La tendencia que la OLP presenta a “considerar positivamente” dudosos “planes de paz” que eliminarían los derechos palestinos debería alarmar a todos los patriotas palestinos.
Después de todo, la causa palestina no es propiedad de políticos que no han sido elegidos y que piensan que tienen carta blanca para comportarse como les venga en gana con respecto a cuestiones fundamentales como el derecho al retorno y Jerusalén. Por desgracia, los signos y señales que siguen saliendo de los cuarteles de la OLP y de la AP no auguran nada bueno para el futuro. Por tanto, es urgentemente necesario hablar claramente y advertirles a esos dirigentes no elegidos que están jugando con fuego.
En primer lugar, tenemos la visión de Fayyad o el plan para crear un estado palestino con fronteras temporales bajo la ocupación israelí, un estado que se parecería mucho a un Judenrat (consejo comunitario judío bajo la ocupación nazi de Europa). ¿Cómo puede alguien referirse con honestidad a una entidad que carece completamente de soberanía, libertad y de los elementos más esenciales de la estatalidad?
Fayyad, un economista convertido en político al socaire de Washington, parece pensar que construir una base económica sólida con apoyo internacional sería suficiente para transformar en realidad sus sueños acerca de un enfoque determinado de la estatalidad. Sin embargo, según se informó, el sujeto que se describió a sí mismo como el “hombre de George Bush en Palestina” no debería decirnos cómo se puede crear una base económica sólida en un país que continúa agonizando bajo una ocupación militar de estilo nazi que controla estrechamente todos y cada uno de los aspectos de la vida palestina.
Bien, ¿es que no se ha dado cuenta el Sr. Fayyad que los palestinos apenas pueden moverse desde Ramala, la sede de su gobierno, a cualquier otra ciudad palestina en Cisjordania sin un permiso israelí? ¿No se ha dado cuenta de que Israel tiene en todo la última palabra sobre la más pequeña transacción monetaria desde el extranjero hasta la ocupada Palestina y viceversa? ¿Es que no sabe que el Shin Beth, la principal agencia de seguridad interior, decide qué palestino puede viajar al extranjero? Finalmente, Fayyad debería explicar al pueblo palestino cómo y de qué manera esa tan fantástica entidad podría funcionar sin la necesaria continuidad territorial que una los diversos bantustanes y distritos segregados de ese supuesto estado.
Por tanto, uno se pregunta cómo ese estado, que estaría plagado de grandes y rimbombantes nombres y un montón de símbolos, pero que carecería completamente de sustancia, puede servir a los intereses nacionales del pueblo palestino. Con toda honestidad, un estado tal sería un completo desastre para la causa y el pueblo palestinos. Demostraría que es “la” solución para los problemas sionistas y de Israel, primero y principal porque posibilitaría que Israel pudiera proclamar que la cuestión palestina está ya resuelta con la creación de un estado palestino.
Es más, Israel podría utilizar esa farsa como eficaz herramienta propagandística para conseguir las simpatías del mundo árabe-musulmán argumentando que árabes y musulmanes no pueden ser más palestinos que los mismos palestinos que tan satisfechos están con su suerte. Además, los esfuerzos de la hasbara (propaganda) israelí recibirían un buen empujón por parte de algunos funcionarios y portavoces palestinos ansiosos de defender el “nuevo estado” frente a quienes no cesan de extender “dudas y rumores” sobre sus credenciales nacionales.
Fayyad no sólo está lanzando un globo sonda para averiguar las reacciones palestinas e internacionales ante su táctica. Debe estar también coordinando su campaña con los dirigentes de la OLP, quienes están continuamente abandonando las constantes nacionales de siempre a pesar de que éstas siguen gozando de un abrumador consenso nacional. Así es, la OLP, especialmente el liderazgo de Fatah, continúa haciendo afirmaciones retóricas asegurando su compromiso con la retirada total de Israel de los territorios ocupados en 1967, así como el derecho de unos 4,5 millones de refugiados, dispersos por todos los rincones del planeta, a regresar a sus hogares y pueblos de los que fueron brutalmente arrancados cuando el estado sionista se creó hace más de sesenta y un años.
Sin embargo, todos sabemos que el declarado compromiso de los dirigentes de Fatah con el derecho al retorno es sólo simbólico y de naturaleza principalmente propagandística. En efecto, los funcionarios de la OLP, incluido Mahmoud Abbas, han dicho en numerosas ocasiones que cuando los palestinos hablan del derecho al retorno de los refugiados lo que quieren significar ahora es un retorno al contemplado estado palestino y no “a Israel”, donde la gran mayoría de esos refugiados y sus antecesores habían estado viviendo durante siglos.
De hecho, la retirada de la OLP no se detiene sencillamente en la acción de comprometer el derecho al retorno sino que también afecta a la cuestión de al-Quds al Sharif (la Noble Jerusalén), que el régimen ocupante israelí prosigue judaizando a una velocidad alarmante, arrancando la identidad árabe-islámica utilizando para ello bulldozer, explosivos y cualquier otro método de limpieza étnica. Por tanto, las declaraciones y observaciones de los funcionarios de la OLP, especialmente de Abbas y del grupo más inmediato de ayudantes, asesores y parásitos, que continúan haciendo diluidas declaraciones sobre Jerusalén, revelan una voluntad de principio a aceptar la anexión por Israel de inmensas zonas de la ciudad ocupada en el contexto de cualquier acuerdo de estatuto final con el estado sionista.
“Tenemos que ser realistas y pragmáticos”, suelen decir estos desmoralizados “dirigentes” y funcionarios en conversaciones privadas. Desafortunadamente, el “nuevo” liderazgo de Fatah-OLP parece haber interpretado las recientes elecciones de Fatah no como una reafirmación de las tradicionales posturas que se oponen a la expansión territorial israelí y a los esfuerzos por liquidar el derecho al retorno, sino más bien como un reconocimiento de la línea Abbas-Fayyad por la cual los palestinos tendrían que aceptar lo que sea internacionalmente posible: que los palestinos consientan de forma realista en lo que puedan sacar de las mezquinas manos de Israel.
Esto se contradice con la mendaz y engañosa retórica de muchos dirigentes de Fatah que no paran de proclamar que el sexto congreso del grupo, que tuvo lugar en Belén a primeros de agosto, constituyó un activo valioso que beneficia a la causa palestina y que reafirma la denominada línea Arafat. Bien, los próximos días y semanas mostrarán que el liderazgo de Fatah o bien está fantaseando o no está diciendo deliberadamente la verdad al pueblo palestino.
No hay duda de que hay muchos patriotas dentro de Fatah, una organización que de forma innegable llevó la causa nacional sobre sus hombros durante muchos años. Pero es también verdad que los elementos corruptos y mediocres llevan en ella la voz cantante y, lo que es más importante, controlan las arcas de Fatah, lo que les posibilita dictar e imponer sus puntos de vista sobre el resto del movimiento, excepto quizá a gentes honestas como Faruk Kaddumi, que son demasiado mayores y que no tienen casi poder para cambiar la corriente de los “pragmáticos”, que piensan que el objetivo de la estatalidad anula cualquier otra causa, incluida la del derecho al retorno y la liberación de al-Quds de las garras del sionismo.
Uno querría ver siempre el vaso medio lleno y no caer en el pesimismo. Sin embargo, uno debe también guardarse contra los falsos optimismos para evitar sus desastrosas ramificaciones. Se dice que la supervivencia financiera de Fatah depende casi completamente de la AP, que se mantiene a flote gracias a las limosnas de los donantes occidentales, especialmente de EEUU y sus regímenes-títere árabes. Esta dependencia financiera, como se ha demostrado repetidamente, se traslada casi siempre al ámbito de la cooptación política, como está claro en el desgraciado silencio de Fatah frente a la criminal coordinación vis-à-vis de seguridad entre el recién fundado aparato de la seguridad de la AP y el ejército ocupante israelí.
Bien, hay quienes defienden cándidamente que si Fatah puede tolerar la estrecha “coordinación operativa” con Israel, probablemente estará también deseando aceptar la liquidación de la causa palestina de una forma u otra en aras a la supervivencia política y especialmente en aras a un alto salario a final de mes. Confío en que no sea así.
Fuente: Uruknet/Irakwar.ru/
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