Tribuna Popular Nº 171, dedicada a la necesidad de planificar y dejar de improvisar
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Tribuna Popular Nº 171 del 6 al 20 de noviembre del 2009.
EDITORIAL: Ciertamente, si improvisamos, erramos
Caracas, 05 nov. 2009 Tribuna Popular TP.- Estamos cercanos a conmemorar, este próximo fin de año, los 10 años de la aprobación –mediante referendo popular – de la Constitución de la rebautizada República Bolivariana de Venezuela.
Se conmemorarán también los 11 años del gran triunfo popular que logró –por primera vez en nuestra historia patria – que planteamientos revolucionarios ganaran por vía electoral.
Ciertamente, la construcción del Socialismo es un proceso largo y difícil, incluso cuando se cuenta con un definido y claro basamento ideológico que oriente sobre sus elementos básicos.
Ciertamente, los profundos vicios y valores de la sociedad capitalista –aun galopante en toda la estructura del Estado y el sistema económico – tienen gran infuencia en muchos de los males sociales que todavía sufrimos las mayorías explotadas de venezolanos y venezolanas.
Ciertamente, el presidente Chávez –para sorpresa y casi resignación de muchos de los cuadros políticos dirigentes del entonces MVR – fue hace menos de seis años, en el 2004, cuando planteó que la Revolución Bolivariana venezolana se debía proponer avanzar al llamado Socialismo del Siglo XXI.
Ciertemente, durante la última década ha habido un sensible incremento en el accionar del imperialismo estadounidense y de sus planes reaccionarios contra el proceso revolucionario venezolano y contra la que ha sido asumida como su figura representativa, el presidente Chávez.
Ciertamente, existe la mayor convicción de que –a pesar de todas las deficiencias, errores y desviaciones por las que se ha transitado desde la gestión gubernamental y la dirección política del proceso – lo mejor para Venezuela ha sido el inicio en 1998 de esta etapa cualitativamente nueva de la revolución nacional liberadora, que constituyó un quiebre en la política neoliberal.
Ciertamente, también hay que decirlo, en un cada vez más grande sector de la población venezolana, ya no calan las justificaciones de «los cuarenta años de puntofijismo», de los «gobiernos anteriores», de los anuncios de «grandes planes, ejes, objetivos, líneas, lineamientos, motores, año de…».
Ciertamente, la excusa para no hacer verdaderas revisiones críticas –y sobre todo autocríticas – de lo que se hace; para no encontrar –y en el peor de los casos ni siquiera buscar – soluciones; y, para sobrevivir con un sedentarismo político –caracterizado por la inactiva falta de iniciativa que produce el seguidismo repetidor – , hay que decirlo sin ambajes y sin frases edulcoradas, es la manoseada, prostituida y descontextualizada frase del gran Simón Rodríguez: «O inventamos, o erramos».
Su uso discrecional y distorcionado ha servido, y sirve todavía, para pretender justificar la improvisación que prevalece en muchas de las denominadas políticas «estratégicas».
Rodríguez plantaba la no copia mecánica de modelos, planteaba la originalidad de las instituciones y el gobierno, y la originalidad en la fundación de ambos.
Y, para esto, nada más original, ante la anarquía del sistema capitalista, que la planificación socialista.
Ciertamente, el sistemático desmontaje de las estructuras del Estado burgués, aun prevaleciente, debe irse sustituyendo con una nueva institucionalidad revolucionaria de Poder Popular, más que por su nombre, por sus hechos.
Deben asumirse seriamente las responsabilidades que se tengan. No es posible, por ejemplo, que el Ministro de la Defensa (también vicepresidente de la República y presidente de la Comisión Estratégica para el sector eléctrico) denuncie públicamente la presencia de paramilitares. ¿A quién se lo está denunciando?
Está muy claro que todavía no tenemos «una Venezuela que echó abajo las cadenas de la dependencia capital-imperialista», y mucho menos creer que por algunos de los éxitos logrados puede decirse y repetirse que «¡¡Esto sólo es posible en Socialismo!!»
El objetivo supremo de la revolución socialista es construir una sociedad de libres e iguales, sin contradicciones antagónicas de clase, a través de la desaparición de la fuente de estas contradicciones: la propiedad privada sobre los medios de producción, entiéndase, la explotación de las grandes masas de trabajadores asalariados por una ínfima minoría de privilegiados; sentando las bases de las condiciones para una economía planificada, que garantice la satisfacción de las necesidades básicas de la sociedad.
Fuente: Tribuna Popular/ Edita: PrensaPopularSolidaria_ComunistasMiranda http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com Correo: pcvmirandasrp@gmail.com
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