Marea humana en las calles de la capital y de las grandes ciudades del país: la población logra una gran demostración de fuerza a pesar de los incidentes trágicos provocados por elementos « incontrolados » en Atenas.
Atenas, enviado especial. Las manifestaciones se daban cita a las 11 horas en la capital. Mucho antes las calles estaban a rebosar. El cortejo del PAME (frente sindical vinculado al KKE, el Partido Comunista Griego) agrupaba, él sólo, no menos de 35.000 personas.
A lo largo de la Avenida Patission, miles de ciudadanos desfilaban detrás de diferentes banderas, de Syriza (coalición de izquierda radical), de los sindicatos Adedy (sector público) y de la GSEE (sector privado), los sin-papeles y los trabajadores inmigrantes, también los anarquistas.
Se veían cabezas conocidas: el resistente Manolis Glezos, la cantante Haris Alexiou, periodistas… Toda la sociedad griega quería mostrar su determinación contra las medidas de austeridad. A nivel europeo, numerosas delegaciones venidas a dar su apoyo se expresaron en la tribuna, antes de los cortejos se pusiesen en marcha.
“El FMI y la UE os piden pagar una crisis que no habéis provocado”, así gritaba Claud Matecki, responsable de poderoso sindicato alemán DGB. Sabedor de que los griegos viven muy mal la posición del gobierno alemán a este respecto, los aplausos fueron por ello más entusiastas.
Entusiastas también cuando Paul Fourier, de la CGT, concluyó con: “¡Hoy, somos todos griegos! Gracias y ánimo.” El discurso de Yannis Panagopoulos, presidente de la GSEE, fue el peor recibido… los silbidos y las pullas tapaban su voz regularmente.
Y conservando el anonimato, cuadros de este gran sindicato de 2 millones de afiliados admitían que vive una crisis. Al haber las acciones comunes con Adedy, la dirección está desbordada por la base, y en parte desacreditada.
“Yo he venido porque quiero estar en el movimiento. Tienen que devolver el dinero que se robó, crear empleos, recuperar los salarios. ¡Y que el sindicato me defienda realmente! Explicaba Tonia, veintiséis años. Secretaria de la Federación de Eléctricos de Grecia, ella gana 480 euros por un contrato incentivado, a tiempo parcial, gravado. Para ella, “los griegos no pueden crear una familia. En cuando a las diversiones, no hablemos de ello. Sólo sobrevivimos”.
Sobrevivir, sí, e intentar recuperar su dignidad de asalariados, de trabajadores. “La situación va a empeorar: bajan nuestros salarios, suprimen los empleos de las vacantes, reducen las pensiones. ¿Quién aceptaría semejante trato?” pregunta Johanna, treinta años, sin hijos. “¿Para qué tener? ¿Cómo podría criarlos?” plantea. Entonces, ella se manifiesta para “decir no al FMI. Ellos quieren hacernos creer que es necesario que desembarque aquí, pero no lo creo necesario ni por un momento”.
Sin duda, además de las medidas antisociales, la llegada del FMI ha contribuido a la movilización en un país donde, por razones históricas, el sentimiento anti-norteamericano está extendido. Lo que no impide que los griegos comprendan bien que ellos no son los primeros en sufrir esta política.
“En realidad, estamos a punto de perder el 50% de nuestro poder adquisitivo”, se rebela Kaliopi, treinta y ocho años, que ve la manifestación degenerar y los gases lacrimógenos inundar la plaza Syndagma, delante del Parlamento. “Nosotros no somos vagos: trabajamos duramente y estamos entre los peor pagados de Europa. Mañana toda Europa vivirá la misma situación.”
En el final del cortejo que parte dos horas después de la cabecera los gases lacrimógenos también intentan dispersar a los manifestantes. Pero permanecen agrupados. “Antes yo ganaba 1.250 euros al mes, ahora, 1.150, mi prima ha disminuido. Y yo sé que mis ingresos van a bajar más todavía”, testimonia Yannis, treinta años, profesor en una Centro de Educación Superior.
“Todo el mundo siente que no hay justicia. Hay dinero, pero no se quiere ir a buscarlo donde está…” Los policías están al acecho, el dedo sobre el gatillo de los lanza gases lacrimógenos, porras en la mano. “No veo que se puede hacer: ellos sólo no proponen una opción”, termina Yannis.
Los sindicatos, que habían llamado a la huelga general, han estado divididos mucho tiempo. El Pasok (socialdemócrata) en el poder se rompe. La izquierda radical, entre el KKE y la coalición Syriza (cuyo principal partido el Synapismos) tiene disensiones internas. Los manifestantes, necesitan intermediarios políticos. A las 16 horas, gritos de protesta surgen todavía en la capital. Como los ruidos de sirena.
Traducción de J.A.
Fuente:L´Humanité en Español/PrensaPopularSolidaria http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com Correo: pcvmirandasrp@gmail.com
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