Por: José Sotomayor
Parte III, de TROTSKISMO ES ANTICOMUNISMO
El trotskismo actual viene pregonando a los cuatro vientos la validez de la tesis de la “revolución permanente”, e insisten tercamente en la imposibilidad de” la construcción del socialismo en un solo país”. Esta prédica rabiosa y sectaria le ha valido el apoyo incondicional del imperialismo y de todos los reaccionarios.
La teoría de la revolución permanente de Trotski es totalmente ajena a la doctrina leninista de la revolución ininterrumpida, que tiene como antecedente inmediato la conocida tesis de Marx y Engels expuesta en marzo de 1850 en su Mensaje del Comité Central a la Liga de los Comunistas:
“Mientras que los pequeños burgueses democráticos quieren poner fin a la revolución lo más rápidamente que se pueda…nuestros intereses y nuestras tareas consisten en hacer la revolución permanente hasta que sea descartada la dominación de las clases más o menos poseedoras, hasta que el proletariado conquiste el poder del Estado”.
Esta tesis es absolutamente ajena a la teoría de Trotski sobre la revolución permanente formulada, por propia declaración, de acuerdo a las enseñanzas de Parvus. En efecto, en su libro “Mi vida”, Trotski dice: que su teoría no se basaba en Marx, sino en el socialdemócrata alemán Parvus, cuyas ideas desarrolló. Hay que recordar que este Parvus se convirtió en un calumniador de la Unión Soviética y en un admirador del imperialismo germano. Es oportuno recordar que ya en la primera revolución rusa (1905) Trotski opuso sus tesis parvusianas a la doctrina de Lenin sobre el desarrollo ininterrumpido de la revolución democrático burguesa hasta su culminación y transformación en revolución socialista. Y es que Lenin descubrió las diferencias que existen entre las revoluciones democrático burguesas de la época del imperialismo y las revoluciones burguesas de la época del capitalismo premonopolista. Es de esta diferencia objetiva, producto de la historia, que Lenin llega a la conclusión de que el proletariado estaba llamado a ejercer la dirección y hegemonía en la revolución democrático burguesa en los países coloniales, semicoloniales y dependientes.
Son conocidas las palabras de Lenin: “No podemos saltar del marco democrático burgués de la revolución rusa, pero podemos ensanchar en proporciones colosales dicho marco, podemos y debemos, en los límites del mismo, luchar por los intereses del proletariado, por la satisfacción de sus necesidades inmediatas y por las condiciones de preparación de sus fuerzas para la victoria completa futura”. Lenin vio con suma claridad que siendo democrática y no socialista la revolución rusa, tendría que cumplir, por su propia naturaleza, las necesidades y demandas más urgentes de los trabajadores sin destruir aun el capitalismo.
La posición de Trotski era opuesta a la de Lenin. El “Judas”, negaba la necesidad de la revolución democrático burguesa, y defendía su teoría aventurera de que en Rusia, que no había realizado su evolución burguesa, debía realizarse la revolución socialista inmediata. Resumiendo esta “tesis” lanzó la consigna “sin zar pero con gobierno obrero”. Para Trotski nunca fue necesario hacer un análisis de la distribución de clases, ni tuvo importancia el problema de las fuerzas motrices de la revolución y el rol hegemónico del proletariado en el movimiento revolucionario. En su folleto “Nuestra Revolución” publicado en 1907 plantea la tesis “izquierdista” de que la revolución debe asegurar el paso inmediato del poder al proletariado para aplicar en el acto medidas socialistas, propias de un “gobierno obrero”.
En su libro “La revolución permanente”, Trotski reconoce que sus planteamientos son diferentes de los de Lenin porque dejan de lado las tesis de Marx y Engels, formuladas en forma general sobre el desarrollo de la revolución por etapas, de acuerdo al contenido y carácter cada vez más definidamente proletario. Lenin, en su artículo “El sentido histórico de la lucha interna del Partido en Rusia”, dice:
“Trotski… nunca fue capaz de asimilar un criterio mas o menos definido sobre el papel del proletariado en la revolución burguesa rusa”. Esta incapacidad la atribuía al “error fundamental de Trotski que consiste en que deja a un lado el carácter burgués de la revolución y no concibe de manera clara el paso de esta revolución a la revolución socialista”. Confundiendo los saltos dialécticos, como consecuencia del desarrollo de los cambios cuantitativos, Trotski dice: “El que no se puede en general saltar los peldaños es un absurdo. El vivo proceso histórico siempre da saltos”. Pero para el leninismo las revoluciones no se hacen dando saltos; “ellas surgen de las crisis y los virajes históricos que han madurado en virtud de las leyes objetivas (independientemente de la voluntad de los partidos y de las clases)”.
Para el trotskismo, la doctrina científica de Lenin sobre el desarrollo ininterrumpido de la revolución democrático burguesa, que pasa a la etapa socialista, es “etapismo”, y le oponen la teoría trotskista aventurera de los saltos de “peldaños”. En la Rusia zarista debía saltarse el peldaño de la revolución burguesa para pasar directamente al peldaño socialista.Las revoluciones de Febrero y Octubre desmintieron categóricamente tan descabellada teoría Resumiendo en pocas palabras el proceso seguido por la revolución de 1917 Lenin dijo: Las cosas han ocurrido tal como habíamos previsto: al principio con todos los campesinos, y entonces la revolución fue democrático burguesa, y después solo con los campesinos pobres, y la revolución de se convirtió en socialista. La práctica hizo añicos la teoría trotskista de la “revolución permanente”, sin etapas y de un solo salto.
Fuente: Página de la Juventud Comunista de Bolivia/PrensaPopularSolidaria
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