Cuando la inmediatez no nos trunque los caminos.
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Cuando recordemos una vez que estuvimos de la mano.
Cuando desde cuarteles, cárceles y cocteles no definan nuestro destino.
Allí tal vez podrá la vida ser opción para la patria.
¿Cuándo la vida será opción para mi patria?
Por Johan Manuel Mosquera Góngora.
Ciertamente se queda uno perplejo con el ambiente tan raro que se respira en Colombia estas últimas semanas.
Carnavales, la bendita rodilla del mundial, chuzadas, festival en Cartagena sin cartageneros, paseo de todo el mundo con todo el mundo por Riohacha (disque a ver la vieja mello), amenazas, chuzadas, elecciones… —Ups… ¿elecciones, amenazas? Y ¿a quién, por qué, o qué? ¿De quién? Y ¿Petro que compadre? Vainas que pasan en el país del sagrado corazón. País chévere, de gente “bacana”, “gente bien” y “echada pa´lante”.
Hay que decir que la escena se repite con mucha frecuencia durante décadas en este país. Y uno no termina entendiendo de qué se trata.
Algunos intérpretes, son los mismos de ayer, otros se han dado a la tarea de cambiar su fachada y, lamentablemente, las mayorías seguimos como espectadores de la tragicomedia colombiana que desde hace tiempo nos provoca a que seamos sus protagonistas.
Pero como podríamos asumir algún papel en esta historia que ha puesto, y pone aún, sobre las tablas, el piso y las fosas comunes un sinnúmero de víctimas.
En donde la opinión y la acción distinta a la pregonada por los expertos políticos de siempre y la farándula, es satanizada y llevada sin la másmínima pizca de vergüenza a los callejones sin salida de una justicia llena de aterradores vicios y cómplices.
¿Cómo asumir un papel que sea distinto al del mafioso, la mujer sometida, el niño en drogas y toda la cultura de violencia que salpica en los televisores y demás medios de comunicación que consumimos? ¿Cómo asumir un papel protagónico en medio de tanta miseria y costosísima politiquería?
Como buitres a su presa, se abalanza la lógica aplastante de la vida. La vida se persigue, es encerrada, se tortura, es engañada una y mil veces con pancartas de ilusiones.
Y mientras tanto, caminamos solos, asustados, sin mirarnos como lo que somos: hermanos y hermanas. Mi hermano de sueños, de ilusiones, de calles y de luchas.
Entonces, asumir un protagónico en esta nuestra película es reconocernos como lo que somos: un país profundamente diverso y con unos anhelos únicos e increíbles de cambiar todo esto que nos carcome por dentro y nos reta a pensar si de verdad estamos a la altura de lo que exige la tierra que nos vio nacer.
Yo no tengo miedo y salgo a defender la vida, porque la vida en Colombia algún día tiene que ser una opción. De manera que es este el papel que he decidido asumir hasta el momento
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Aprovecho entonces para invitarte a que te sumes a defender la vida, pues el país te lo exige.
Fuente: Pägina Partido Comunista Peruano/PrensaPopularSolidaria
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com
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