El 31 de enero pasado, la campaña « La sal
de la tierra » fue inaugurada con una acción simbólica con el fin de
denunciar la anexión del Valle del Jordán por Israel. Centenares de
palestinos devolvieron la vitalidad a un antiguo pueblo deshabitado
desde 1967 y que actualmente está bajo control militar israelí. Después
de 7 días de manifestaciones, los israelíes atacaron el pueblo con
bulldozers, perros y con cañones de agua fétida. Esta es la crónica del
asalto al pueblo de Ayn Hajla, por Badia Dwaik, palestino y activista
por los derechos humanos.
Nos avisaron de que algunos jóvenes militantes de la resistencia habían
decidido regresar al pueblo palestino de Ayn Hajla, pueblo de cuyos
habitantes fueron expulsados durante la guerra de 1967. Ayn Hajla es un
territorio de mayoría cananea perteneciente a la iglesia ortodoxa, donde
predominan las viejas casas hechas de adobe y palma, que ofrecen un
encanto estético excepcional.
Dando mi apoyo y solidaridad con las manifestaciones pacíficas, me uní
al primer grupo que llegó al pueblo palestino. Estuvimos limpiando y
despojando las casas del barro y basura que había acumulado después de
tanto tiempo. Después, recolectamos algunas ramas secas de palma para
encender hogueras por la noche. Nos dividimos en equipos de trabajo, un
equipo se ocupaba de la distribución de comida mientras que el otro era
el responsable de la seguridad.
Estuvimos toda la noche organizando actividades inspiradas en la
historia y el patrimonio del pueblo, como el baile dabka, y estuvimos
preparando talleres y cantos palestinos llamando a la libertad, la
esperanza y el amor.
Después salí del pueblo con los que me habían acompañado aquella tarde.
Fue un viaje horrible debido al bloqueo que el ejército israelí tiene
organizado alrededor del pueblo. Así que estuvimos varias horas en la
carretera. Sin embargo, decidí regresar dos días más tarde para pasar la
noche con los voluntarios de los servicios médicos. Esta vez fuimos con
dos coches, uno de los cuales era una ambulancia, llevábamos con
nosotros comida y agua potable. Cuando llegamos al pueblo, el ejército
nos hizo una inspección y nos confiscó la comida y el agua. Entendimos
por fin que el bloqueo se mantendría hasta que los militantes decidiesen
irse del pueblo.
Aquella noche instalamos una gran pantalla para ver una película. Un
grupo de Beduinos se unió a nosotros en un gesto de solidaridad, y
empezamos a bailar y a cantar algunas canciones tradicionales beduinas.
Se nos hizo muy difícil dormir porque hacía mucho frío, sobre todo al
amanecer, y tampoco teníamos mantas con qué taparnos. Allí permanecimos
hasta la tarde del jueves 31 de diciembre 2014, momento en que numerosas
personas de toda Cisjordania se reunieron en el pueblo para la oración
del viernes.
Estaba previsto que algunos centenares de personas llegasen al día
siguiente a Ayn Hajla, y efectivamente, un grupo de mujeres jóvenes y
hombres llegaron, y también niños acompañados de sus familias; todos
iban a quedarse en el pueblo. Fue una tarde excepcional en la que
celebramos junto a muchos otros, el aniversario de la hija pequeña de
Ehd al-Tamimi.
Estuvimos toda la noche organizando actividades inspiradas en la
historia y el patrimonio del pueblo, como el baile dabka, y estuvimos
preparando talleres y cantos palestinos llamando a la libertad, la
esperanza y el amor.
Después salí del pueblo con los que me habían acompañado aquella tarde.
Fue un viaje horrible debido al bloqueo que el ejército israelí tiene
organizado alrededor del pueblo. Así que estuvimos varias horas en la
carretera. Sin embargo, decidí regresar dos días más tarde para pasar la
noche con los voluntarios de los servicios médicos. Esta vez fuimos con
dos coches, uno de los cuales era una ambulancia, llevábamos con
nosotros comida y agua potable. Cuando llegamos al pueblo, el ejército
nos hizo una inspección y nos confiscó la comida y el agua. Entendimos
por fin que el bloqueo se mantendría hasta que los militantes decidiesen
irse del pueblo.
Aquella noche instalamos una gran pantalla para ver una película. Un
grupo de Beduinos se unió a nosotros en un gesto de solidaridad, y
empezamos a bailar y a cantar algunas canciones tradicionales beduinas.
Se nos hizo muy difícil dormir porque hacía mucho frío, sobre todo al
amanecer, y tampoco teníamos mantas con qué taparnos. Allí permanecimos
hasta la tarde del jueves 31 de diciembre 2014, momento en que numerosas
personas de toda Cisjordania se reunieron en el pueblo para la oración
del viernes.
Estaba previsto que algunos centenares de personas llegasen al día
siguiente a Ayn Hajla, y efectivamente, un grupo de mujeres jóvenes y
hombres llegaron, y también niños acompañados de sus familias; todos
iban a quedarse en el pueblo. Fue una tarde excepcional en la que
celebramos junto a muchos otros, el aniversario de la hija pequeña de
Ehd al-Tamimi.
Me arrastraron violentamente por la camiseta unos cuantos metros, con
la cara pegada al suelo, y me pegaron mientras permanecían de pie en mi
espalda. Intentaron atarme las manos en la espalda y me doblaron el
brazo con un dolor terrible. No podía prácticamente respirar por el peso
de los soldados que estaban de pie sobre mi espalda y en mi cuello, fue
entonces cuando sentí mi cuerpo debilitarse. Me desperté después de un
tiempo, con dos enfermeros de la ambulancia alrededor, empujándome
dentro de una de ellas. Una vez dentro me explicaron que las fuerzas de
ocupación habían destruido el pueblo con bulldozers y habían intentado
evacuar forzosamente a la gente. Además, habían entrado en un monasterio
cristiano del pueblo y lo habían rociado con líquido nauseabundo.
Solo pude pensar en mi hijo una vez dentro de la ambulancia, ya que
para mí, el formaba parte del pueblo, así que de él dependía su suerte.
Lo que le ocurrió también ocurrió a los demás, él no es mejor nadie. Nos
llevaron al hospital debido al estado crítico de algunos de nosotros y
por las contusiones graves de otros. Según el hospital de Jericó, hubo
41 heridos. Solamente después de haber sido atendido en el hospital, me
di cuenta de que lo había perdido todo: mi dinero, mi cámara de fotos y
otros medios que tengo de grabar los acontecimientos, objetos que para
mí, son la mejor arma para poder continuar denunciando las violaciones
de los derechos humanos y los crímenes de la ocupación.
Fuente: Luchas por Estado Palestino/Palestina Libre/PrensaPopularSolidaria
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com
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