De: Tinta Roja
El 5 de marzo de 1953 a los 75 años de edad moría Iósif Vissariónovich
Dzhugashvili, Stalin, tras una vida marcada por la intensidad y
tenacidad en la lucha por la construcción de la sociedad socialista en
la Unión Soviética y el resto del globo. Es harto complicado, en un
artículo breve de estas características, hablar sobre la figura
histórica de uno de los personajes más calumniados y distorsionados de
nuestra historia. A través de este artículo no se trata pues de hacer
una exaltación abstracta de su figura, ni hacer un repaso de su papel en
la edificación del socialismo en la URSS ni en la Segunda Guerra
Mundial, sino situarnos en sus primeros años como joven revolucionario y
comunista, período en el que se forjaría como bolchevique.
El papel que tuvo Stalin hasta el triunfo de la Revolución de Octubre ha
sido otro episodio más de su vida intoxicado, ocultándolo y haciéndonos
creer en el imaginario colectivo que su actividad militante y su
ascensión fue motivo de intrigas y no de su capacidad valorada
colectivamente, frente a la gran capacidad y papel central que ocuparon
otros dirigentes de los episodios de Octubre, especialmente uno de ellos
y de cuyo nombre no me quiero acordar. Remontémonos, brevemente, a su
militancia juvenil.
Nacido en Georgia en 1878, hijo de un zapatero y una lavandera humildes,
pronto empezó a destacar en sus estudios dentro de la escuela
parroquial de Gori, lo que le permitió estudiar becado en el seminario
de Tiflis, una institución ligada a la Iglesia ortodoxa y única
posibilidad de acceder a estudios superiores que tuvo. Sin ser nunca un
intelectual, fue conocido por su pasión por la lectura y la teoría del
marxismo, un devorador de libros señalan algunos historiadores que han
trabajado de manera más seria su figura, incluyendo libros que en ese
momento estaban prohibidos.
Fue en este seminario donde Stalin comenzó a tener un contacto mucho más
estrecho con los primeros círculos socialdemócratas que se estaban
constituyendo de manera clandestina en Georgia con grandes lotes de
liderazgo en los círculos de estudio, donde conoce de primera mano la
amplia literatura de Marx, Engels y primeros escritos de Lenin. Su
actividad militante llegó a un punto de clara contradicción con la
institución en la que estudiaba, siendo expulsado del seminario en 1899,
apenas con 20 años. Desde ese momento, quedaría ligado de por vida a la
causa de la liberación de la clase obrera internacional y el pueblo
georgiano.
La Rusia zarista, fundamentalmente caracterizada por un país feudal con
una alta extracción de campesinos pobres, protagonistas de numerosas
revueltas, iba a la par desarrollando su economía capitalista,
desarrollando la clase social que estaba llamada a sepultar a las clases
explotadoras: la clase obrera. El número de huelgas y pequeñas
revueltas iba parejo al aumento de la miseria y explotación del pueblo.
Stalin participó en numerosa de éstas, siendo en gran medida impulsor y
organizador de las mismas, especialmente la de los talleres ferroviarios
de Tiflis.
A inicios del siglo XX, ya en contacto con Lenin y difundiendo el ilegal
periódico socialdemócrata Iskra, formará parte del núcleo dirigente
junto con Ketsjoveli y Tsulukidze de la organización de Tiflis del
Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia. Comienza su vida en la
clandestinidad, teniendo que abandonar su trabajo en el observatorio
físico de Tiflis. Poco tiempo después se traslada a Batum, región
próxima a Turquía. Allí es destacado rápidamente como dirigente del
Comité de Batum del POSDR por su perfil militante y alto trabajo que
realizó desde el primer momento con los obreros más avanzados. Lideraría
grandes marchas y huelgas obreras en la región, como las del 8 y 9 de
marzo de 1902, y sufriría con sangre y fuego las cadenas del zarismo.
Por liderar estas protestas, donde además murieron 15 trabajadores y
detenidos más de medio millar de manifestantes, sería mandado a prisión
cerca de dos años.
Su actividad política y estudio del marxismo no cesó entre rejas y las
puertas del destierro se abrieron. En Siberia Oriental consigue evadirse
de la deportación y regresa a Tiflis para continuar con la organización
del POSDR. Llegado el momento de la inevitable escisión, Stalin no dudó
en adherirse a los bolcheviques de manera activa. Seguiría sufriendo
las consecuencias de la represión zarista, sufriendo cárcel y destierro
en numerosas ocasiones. Su activo papel en las tareas de la revolución
en Rusia estaría en los más altos niveles.
Tal es así que en los albores de la Revolución de Octubre, con un Stalin
que se acercaba a los 40 años de edad, ocupaba importantes cargos entre
los bolcheviques. Director del Pravda, miembro de los máximos órganos
de dirección política, así como de la comisión dedicada a los asuntos
militares del partido responsable de la dirección de la insurrección.
Tras el triunfo de los bolcheviques, su papel lejos de disminuir,
aumentó.
Con esta pequeña aproximación a su biografía, lejos quedan las injurias
sobre su figura que señalan el prácticamente nulo y oculto papel previo a
la muerte de Lenin. La realidad y la historia son tozudas y acaban
imponiéndose a la falsificación y a la mentira. Es deber de la juventud
conocer y estudiar la historia en toda su amplitud, no de una manera
retórica, no para exaltar gratuitamente figuras y episodios, sino para
hacer un frío y científico análisis de la realidad que nos permitan
conocer el qué, por qué, cuándo, dónde y cómo.
Bibliografía consultada:
Ludo Martens, Otra mirada sobre Stalin
Carlos Hermida, Cuestiones sobre Stalin
John Reed, 10 días que estremecieron al mundo
Ediciones Tinta Roja, Stalin obras completas en 16 tomos, Tomo I y II
Fuente: Tinta Roja/Juventud Comunista de Bolivia/PrensaPopularSolidaria
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com
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