La epidemia actual se inició en Guinea a finales del 2013. Pero no fue noticia hasta marzo del año siguiente, 2014. Es una de las infecciones más mortales que se conocen. Es decir, la mortalidad entre los enfermos del Ébola es mucho mayor que la que suele ocurrir en otras enfermedades infecciosas. |
Por: Vicenç Navarro.
El Centro para el Control de Enfermedades (CDC, Center for Disease
Control) del gobierno federal de EEUU, uno de los centros de mayor
prestigio y reconocimiento internacional, perteneciente al Servicio de
Salud Pública (U.S. Public Health Service) de dicho gobierno, publicó en
el mes pasado un informe sobre la epidemia creada por el virus del
Ébola en el que escribía que “los casos de Ébola podrían expandirse
en una cantidad que podría variar de 550.000 casos a 1,4 millones en los
primeros cuatro meses”.
El mismo informe cuestionó las cifras
proporcionadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS, la agencia
de salud de las Naciones Unidas) sobre el número de casos de la
enfermedad causada por el virus del Ébola (5.800 casos) y el número de
muertos (2.800 casos). El CDC señalaba que probablemente los números
sean mucho mayores, alrededor de 20.000 casos de afectados por la
enfermedad. Y subrayaba que era probable que el número de nuevos casos
de afectados y de muertos aumentara exponencialmente, pasando de cientos
de casos a miles por semana. El CDC también indicaba que hoy la
epidemia se centra en tres países del oeste de África, Liberia, Sierra
Leona y Guinea, donde las infraestructuras de higiene, salud pública y
servicios sanitarios son muy deficientes, habiendo empeorado en los
últimos años como consecuencia de las políticas de austeridad del gasto
público, incluyendo el gasto público sanitario, impuestas a tales
gobiernos por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial,
instituciones conocidas por sus políticas de “ayuda al desarrollo”, las
cuales se centran, entre otras medidas, en la reducción del gasto
público a fin de reducir su déficit y deuda públicos. Estas políticas de
austeridad, que están teniendo un impacto muy negativo en el bienestar
de la población en los países de la Eurozona, tienen un impacto
devastador en la salud y la calidad de vida de las poblaciones africanas
expuestas a tales políticas.
Cómo y dónde se inició la epidemia de Ébola
La epidemia actual se inició en Guinea a finales del 2013. Pero no fue
noticia hasta marzo del año siguiente, 2014. Es una de las infecciones
más mortales que se conocen. Es decir, la mortalidad entre los enfermos
del Ébola es mucho mayor que la que suele ocurrir en otras enfermedades
infecciosas. El virus del Ébola, sus efectos y cómo podría curarse, ha
estado menos desarrollado y conocido que otros virus, causa de otras
enfermedades más conocidas en países más desarrollados económicamente.
Como indicaba un artículo en la revistaInternational Journal of Infectious Diseases, “tal virus es de los que se conoce menos de la familia de virus a la que pertenece. Tenemos una gran ignorancia sobre tal virus…”. Y ello ocurre a pesar de que la existencia y elevada letalidad del virus es muy acentuada.
El primer caso que se conoce del Ébola, según el CDC, se detectó en el
antiguo Zaire, en el año 1976, donde se inició su transmisión como
consecuencia de las condiciones muy poco higiénicas de los servicios
hospitalarios en aquel país, con la utilización de jeringas pobremente
esterilizadas. Un nuevo brote se registró en Sudán en 1979, con 34
enfermos y 22 muertos. Y más tarde, hubo uno en Zaire de nuevo. El
escaso conocimiento del comportamiento y la naturaleza del virus explica
que no se hayan elaborado fármacos que puedan curar la enfermedad, una
situación muy común en enfermedades que se presentan con mucha mayor
frecuencia en los países llamados pobres. La industria farmacéutica no
presta atención a enfermedades y pacientes que no son rentables. Hay
muchos casos como este. Y la bien conocida insensibilidad de los Estados
de los países ricos hacia el bienestar de las poblaciones de los países
llamados pobres explica la escasa atención hacia este tipo de
enfermedades, al considerar erróneamente que no les afectarán. El SIDA
demostró, sin embargo, el error de estos supuestos. Pero a esta
insensibilidad hay que añadirle su considerable responsabilidad por la
existencia y permanencia de la pobreza en estos países. Y ahí está el
quid de la cuestión, que raramente aparece en los mayores medios de
información.
Las causas políticas y económicas de la epidemia del Ébola
La mayoría de las economías de estos países africanos están, en gran
parte, en manos de grupos financieros y económicos que obtienen su
riqueza de tales países sin que esta riqueza se filtre al resto de la
población. El total de la población que vive en estos países (Liberia,
Sierra Leona y Guinea) es aproximadamente de 20 millones de personas. Su
principal medio de producción es la tierra, constituyendo los productos
minerales y agrícolas su mayor riqueza, la cual, sin embargo, está
principalmente en manos de propietarios de empresas transnacionales
(también conocidas, erróneamente, como multinacionales) que extraen
dicha riqueza sin que con ello se enriquezca la población. Los
beneficios se van al país sede de esas transnacionales. Tales países no
son, por lo tanto, países pobres, pues tienen muchos productos
enormemente valiosos. En cambio, la gran mayoría de la población, que
trabaja en el campo, vive en condiciones misérrimas (ver Tariq Ali and
Allyson Pollock “The Origins of the Ebola Crisis”,CounterPunch, 12.10.14, y también Horace G. Campbell, “Ebola, the African Union and Bioeconomic Warfare”, CounterPunch, 12.10.14).
En casi ninguna de las informaciones sobre el Ébola aparecidas en la
mayoría de medios de información se ha hablado de las causas profundas
de la epidemia de Ébola en estos países, siendo la primera la enorme
miseria de la gran mayoría de la población, resultado de la alianza
entre las élites gobernantes en estos países, por un lado, y los
intereses económicos y financieros que controlan sus economías, por
otro. Y cada vez que hay movilizaciones políticas para romper con tales
estructuras, los gobiernos de los países ricos (sumamente influenciados
por aquellas transnacionales) envían tropas o ayuda militar para que el
sistema de poder permanezca intacto. Esta es, repito, la realidad que explica la pobreza de los países mal llamados pobres (véase mi libro Imperialism, Health and Medicine.Baywood,1981).
Esta enorme pobreza explica la segunda causa de la aparición de esta epidemia masiva: la pobreza de la infraestructura de los servicios sanitarios, de saneamiento y de salud pública.
Estos países tienen una estructura salubrista y sanitaria muy
insuficiente, estructura que se ha ido debilitando dramáticamente como
consecuencia de las políticas neoliberales del FMI impuestas a la
mayoría de países africanos, incluyendo estos tres (Liberia, Sierra
Leona y Guinea). Tales políticas tienen un impacto desastroso en estos
países, cuyos gastos públicos sanitarios por habitanteson, junto con los
de Bangladesh y Haití, los más bajos del mundo. Y se está incluso
reduciendo más como consecuencia de las políticas de austeridad (con los
recortes del gasto público social, incluyendo el sanitario) impuestas
por el FMI a fin de que reduzcan su deuda pública, y ello como condición
para que puedan recibir dinero prestado para poder estimular la
economía (véanse los artículos en el International Journal of Health Services, volúmenes 39 y 40, años 2009 y 2010, sobre el impacto del FMI en a salud de los países pobres.
Estas políticas neoliberales del FMI, que están causando el enorme
empobrecimiento del sector público, incluyendo las infraestructuras de
saneamiento y sanitarias públicos, tienen un impacto muy negativo en los
países más desarrollados económicamente (la planta del Hospital Carlos
III en Madrid dedicada a enfermedades infecciosas –donde ahora está
ingresada la enfermera contagiada por el Ébola- había sido cerrada como
consecuencia de los recortes del gasto público, resultado de las
políticas de austeridad de la Comunidad de Madrid y del gobierno Rajoy),
y tienen también un impacto, repito, devastador en los países mal
llamados pobres (como Liberia, Sierra Leona y Guinea).
Es también importante resaltar que en estos países, como también ocurre
en España, los servicios sanitarios están altamente estratificados por
clase social, con una medicina privada para las clases pudientes
(dependientes de los intereses transnacionales) que controlan la vida
política y mediática del país. La pobreza del gasto público ha
estimulado el enorme crecimiento de la privatización, que contribuye a
la pobreza del sistema público. Hoy, en España, estamos viendo el
debilitamiento de los grandes centros sanitarios a costa de la expansión
de la medicina privada. Esta situación se repite en los países
africanos, con resultados catastróficos. A la enorme pobreza de la gran
mayoría de la población, se añade la enorme insuficiencia de su
infraestructura sanitaria y de saneamiento. En realidad, lo que ocurre
en los países mal llamados pobres es muy semejante a lo que ocurre en
los países “ricos”, aunque debido a la enorme pobreza en estos países
los resultados son inmensamente peores. Hoy, en Liberia, Sierra Leona y
Guinea los pacientes con Ébola son rechazados en los hospitales y mueren
en la calle, a plena luz del día.
La respuesta a la crisis actual
La respuesta a la crisis en aquellos países africanos ha sido
predeciblemente muy lenta. Y cuando ha tenido lugar, se han pedido
urgentemente recursos humanos y dinero. Solo para Sierra Leona, su
gobierno ha pedido 1.000 médicos y 3.000 enfermeros. Y la OMS ha
indicado que se necesitan 4.300 camas hospitalarias para tratar a todos
los pacientes con Ébola en estos tres países (Liberia, Sierra Leona y
Guinea), más de diez veces el número total de camas en existencia en
tales países. Los primeros países en responder fueron Cuba y China
(Cuba, por cierto, ha sido siempre ejemplar en su respuesta a las
peticiones de ayuda, tal como en su día subrayó el Presidente Mandela de
Sudáfrica). Cuba fue el primer país que respondió, y envió
inmediatamente 165 médicos y profesionales, ayuda especialmente valiosa,
pues Cuba, a pesar de su pobreza económica, tiene uno de los programas
más avanzados del mundo contra las enfermedades infecciosas, tal como
han reconocido no solo la OMS, sino también la Asociación Americana de
Salud Pública, APHA. China ha enviado 200 profesionales sanitarios y,
por fin, el gobierno Obama enviará 3.000 profesionales sanitarios.
Esta ayuda en personal es de una gran urgencia. Ahora bien, dicha ayuda
será paliativa y no resolutiva, a no ser que haya cambios masivos
dirigidos a atacar las causas de la epidemia de Ébola a las que me he
referido en este artículo, a saber, la miseria de la población que vive y
trabaja en estos países y la gran insuficiencia en sus infraestructuras
salubristas, de saneamiento y sanitarias. A no ser que ello ocurra, las
epidemias de Ébola se irán reproduciendo.
Ni que decir tiene que tales epidemias pueden controlarse y así
está ocurriendo incluso en países vecinos de los tres más afectados
(Liberia, Sierra Leona y Guinea). Nigeria y Senegal, por ejemplo,
parecen haber contenido la epidemia. El Ébola es muy letal. Pero no es
muy contagioso. En realidad, es de las menos contagiosas entre las
enfermedades víricas. Y es muy poco probable que, como ocurrió con el
SIDA, se expanda en los países ricos. Ello podría ocurrir, pero la
infraestructura sanitaria de los países desarrollados es lo
suficientemente avanzada como para poder controlar la difusión de la
enfermedad. Pero este supuesto tampoco es definitivo, pues el
desmantelamiento de los servicios públicos sanitarios que estamos
viendo, incluso en la UE (muy notable en España), puede diluir y
debilitar esta garantía de forma alarmante, como ha ocurrido en España. El neoliberalismo ha sido la causa de esta posibilidad tanto en los países del este de África como en los del sur de Europa.
Fuente: Comunistas Uruguayos en Madrid/ PrensaPopularSolidariahttp://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com
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