En Uruguay el treinta de Noviembre_30N:
No votamos con el bolsillo. Votamos con la cabeza y el
corazón, con el pensamiento y el sentimiento, con la convicción y la emoción,
votamos con compromiso. No queremos que cambien el país por nosotros, queremos ser
cada día más protagonistas del cambio.
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Editorial de "El Popular"
Faltan 10 días para el balotaje. El clima político no se
parece en nada a los 10 días previos al 26 octubre. Las razones son claras: la
enorme victoria popular del No a la Baja, la votación más alta de la historia
(en número de votos) para el FA, la mayoría parlamentaria, pulverizaron el
escenario de profecía conservadora.
La derecha está sin discurso y sin ímpetus. En el único
balotaje que la derecha ganó, Jorge Batlle dio un giro completo a su campaña,
desapareció el Partido Colorado, se acordó un “programa” con el Partido
Nacional, se cambió el discurso, el mensaje y se hizo una campaña conjunta.
Nada de eso hizo Lacalle Pou. Sigue la letanía de “la positiva”, es cierto el
blanco y negro dio paso al color, pero sigue la misma consigna derrotada, y
hasta el logo mantiene el blanco y celeste del Partido Nacional. Incluso
profundizan las debilidades de su estrategia electoral. Apostaron fuerte por
apropiarse del cambio, de la renovación, las urnas dijeron claramente que la
mayoría del pueblo uruguayo no les creyó, pero ellos insisten. Ahora pasaron de
la “marea rebelde y conquistadora” a la “revolución positiva”. Casi nada. Si
era difícil vender por renovación y cambio la restauración neoliberal y marcha
atrás conservadora, hacer pasar eso por una revolución es francamente un
delirio.
De propuestas nada. Nada de nada. Insisten con el cuco de la
inseguridad y ahora le suman el de los impuestos, una y otra vez. El exabrupto
de Pedro Bordaberry fue quizás el pronunciamiento más sincero de la derecha,
que por cierto no tiene nada de positivo y menos de revolucionario: el objetivo
de la unidad de la derecha es “hacer mierda” a la izquierda, a Tabaré, al FA,
al movimiento popular, a todo lo conquistado.
Desde El País y Búsqueda, intelectuales orgánicos del status
quo, se intenta un balance que reduzca la derrota de su propuesta política a
causas económicas. El nuevo santo y seña de la derecha es: “la gente votó con
el bolsillo”. Contradictorio argumento de los que hasta hace pocos días decían
que todo estaba mal y auguraban, una y otra vez, los peores desastres. De
quienes dijeron en 2004 y en 2009 que si la izquierda ganaba se venía el caos
económico. Para evitar reconocer que la ostensible mejora en la economía y en
las condiciones de vida de nuestro pueblo son resultado de un programa de
gobierno y de una política que buscó el crecimiento con mayor grado de equidad,
complementan la primera falacia con una segunda: “el viento de cola”. Todo se
debe a la bonanza internacional. Claro, no explican por que Uruguay es uno de
los países menos afectados por la brutal crisis estructural del capitalismo, o
por qué Uruguay es el país de mayor crecimiento salarial del continente, si
todos tuvimos el mismo “viento de cola”.
El argumento “del bolsillo”, como es usual en la derecha,
parte del desprecio al pueblo, de subestimar su inteligencia y su capacidad de
decidir. Está claro que en la votación del 26 de octubre pesó la mejor
situación del país y la mejor situación de las y los uruguayos. Pero ocurre que
no se trata solo del bolsillo y ocurre también que nuestro pueblo, o por lo
menos una parte muy importante de él, sabe que no se debe al “viento de cola” o
a causas mágicas. Sabe que fueron los gobiernos del Frente Amplio pero también
sabe que fue su propia lucha, su protagonismo, su participación la que
conquistó derechos, la que mejoró al país, la que hizo avanzar los cambios.
Cientos de miles lucharon por la Reforma de la Salud, por los Consejos de
Salarios, por el Salario, por la Ley de Responsabilidad Penal Empresarial, por
Presupuesto para la Educación, por el No a la Baja, contra la Impunidad, en
defensa de las empresas públicas, por el matrimonio igualitario, por la
legalización de la marihuana, por más plazas, por más inversión en cultura.
Donde la derecha y la oligarquía ven desborde sindical, una
parte muy importante de nuestro pueblo ve organización y conquista de derechos.
Y esos cientos de miles militan, convencen, se movilizan, contagian. ¿Qué
contagió la derecha? Humo, pompitas de jabón, marketing, defensa de
privilegios.
En el editorial anterior destacábamos que concientes de la
debilidad de sus candidatos las patronales a través de sus organizaciones
salieron directamente a polemizar y a colocar su proyecto de país. En lo que El
País calificó como “arremetida empresarial” se pronunciaron la Cámara de
Comercio, la Cámara de Industria, la Federación Rural y la Asociación Rural.
Además de reiterar la “utopía reaccionaria”: menos salarios,
menos inversión pública, nada de impuestos, TLC con EEUU, ruptura con América
Latina, ajuste fiscal; llevaron a un nuevo nivel los deslices que tan caro le
costaron a Lacalle Pou. El candidato por “la positiva” le prometió a un
auditorio entusiasmado de empresarios derogar la Ley de Responsabilidad Penal
Empresarial y la Ley de 8 horas para los trabajadores rurales (dicho sea de paso
haría bien en explicarle a su esposa que no se refiere a los jardineros). La
Cámara de Industrias anunció que combatirá los Consejos de Salarios sea cual
sea el gobierno.
Es muy revelador tal empeño. Ayer en el PIT-CNT se lanzó la
conmemoración de los 100 años de la Ley de 8 horas. Si se revisa el debate de
hace un siglo los empresarios estaban furiosamente en contra. Los debates
actuales parecen un eco de los de hace un siglo. Con una diferencia, en aquel
entonces había sectores de los partidos tradicionales que peleaban por más
derechos, que tenían una vocación de representación popular, hoy no, ya no, han
quedado cada vez más reducidos a una representación de la oligarquía y de los
privilegios de una minoría.
Eso se expresa en todo. El movimiento estudiantil, el
sindical, el de derechos humanos salió a la calle a expresar su solidaridad con
los 43 estudiantes mexicanos desaparecidos víctimas del Terrorismo de Estado.
La derecha hizo un silencio vergonzoso. En la izquierda miles de jóvenes
expresaron su solidaridad con sus iguales, en la derecha mutis por el foro.
Las tareas
inmediatas
La conquista de un tercer gobierno popular es clave y deja
abiertas un conjunto enorme de tareas que para simplificar ordenaremos en
cuatro puntos.
1) Avanzar en las
transformaciones aplicando el programa del FA. Fortalecer la democracia con más
derechos. Cambiar la matriz productiva construyendo un modelo de desarrollo que
rompa con la dependencia, la concentración y la primarización. Aumentar el peso
del Estado en la economía, con inversión pública y con mayor gravitación
productiva de las Empresas Públicas. Avanzar en la redistribución de la
riqueza. Continuar el combate contra la pobreza y la exclusión social. Abordar
integralmente la inseguridad desde una perspectiva democrática. Atender la
emergencia habitacional. Profundizar la Reforma de la Salud que implica avanzar
en su desmercantilización. Apoyo y desarrollo en todos los niveles de la
Enseñanza Pública. Apoyo a la cultura en todas sus manifestaciones.
2) Contribuir a
la unidad latinoamericana, que incluye la integración pero la trasciende,
construir democracia, paz e independencia, con una perspectiva emancipadora.
3) Construir una
perspectiva de transformaciones populares de largo plazo, superadora del
capitalismo, que le de mirada larga y sentido estratégico a las acciones del
hoy.
4) Fortalecer el
bloque político y social de los cambios, construir la unidad del pueblo,
fortalecer sus instrumentos y su sistema de organizaciones, reconstruir y dar
una nueva dimensión a la relación entre el Gobierno, el Frente Amplio como
expresión política de la unidad popular y el movimiento popular todo.
Para esas enormes tareas, imprescindibles para que no haya
marcha atrás, se necesita pueblo organizado y luchando, se necesita acción
política permanente, debate ideológico. Hay que seguir erosionando la hegemonía
conservadora, en todos los terrenos e impedirle su resurgimiento.
Todo eso está en juego el 30 de noviembre y se decide con
votos. Es entre el impulso y el freno, entre el cambio y la restauración, entre
el pueblo y la oligarquía.
Y se expresa claramente, no hay atajos, ni bisagras, ni
discursos seudo radicales que lo pueden ocultar. Es entre Tabaré y Raúl y
Lacalle y Larrañaga, con Bordaberry sumado.
No votamos con el bolsillo. Votamos con la cabeza y el
corazón, con el pensamiento y el sentimiento, con la convicción y la emoción,
votamos con compromiso. No queremos que cambien el país por nosotros, queremos ser
cada día más protagonistas del cambio.
Votamos por todo lo que cambiamos y por todo lo que falta
cambiar. Por todo lo que luchamos y por todo lo que vamos a luchar.
Fuente: El Popular/Comunistas Uriguayos en Madrid/ PrensaPopularSolidaria
http://prensapopular/comunistasmiranda.blogspot.com
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