La carencia de alimentos, la inflación, la grave situación económica requirieron de medidas radicales y revolucionarias para salir adelante: ¿con quién? de la mano de los trabajadores y campesinos |
Por: Armiche Padrón. (*)
Unos años antes del llamado Periodo Especial, a mediados de los años 80 la Revolución Cubana afrontó uno de sus momentos más críticos, al menos con base a principios básicos: el reconocimiento de la crisis por parte de la dirección colectiva (encarnada en el Partido Comunista y simbolizada por Fidel Castro como líder histórico), no sólo como culpa del Imperialismo, sino atendiendo a lo que ellos mismos llamaron ‘errores y tendencias negativas’, es decir, desviaciones cometidas por la misma Revolución.
La dirección colectiva de la Revolución identificó la necesidad de rectificar el rumbo en ciertas prácticas, con el reconocimiento de la inmensa potencialidad existente en el seno de las masas trabajadoras para salir de esa situación, siempre priorizando la defensa de derechos fundamentales consagrados en la vida diaria: sistema de salud, educativo, de cultura y del abastecimiento de alimentos en forma justa.
En los años 20, también del siglo pasado, la Revolución Bolchevique encontró en su camino una situación crítica después de sobrellevar la Primera Guerra Mundial y la Guerra Civil impuesta por el imperialismo. Lenin, el 13 de noviembre de 1922, pronunciaba su informe ante el IV Congreso de la Internacional Comunista reconociendo que la crisis en la que estaban inmersos incluso permitía que “grandes masas de campesinos estaban en contra de nosotros, no de modo consciente, sino instintivo, por su estado de ánimo”.
La carencia de alimentos, la inflación, la grave situación económica requirieron de medidas radicales y revolucionarias para salir adelante: ¿con quién? de la mano de los trabajadores y campesinos organizados a partir de la necesidad de corregir errores para seguir avanzando.
La culpa no sólo era del Imperialismo, con sus políticas de destrucción contra la primera Revolución Proletaria exitosa de la humanidad.
Lenin atendió al problema de un Partido preparado para la insurrección, para el debate y para enfrentar al enemigo, pero poco preparado para administrar al país: “En la práctica sucede con harta frecuencia que aquí arriba, donde tenemos concentrado el poder, la administración funciona más o menos; pero en los puestos inferiores disponen ellos como quieren, de manera que muy a menudo contrarrestan nuestras medidas”.
Atendió el problema de los funcionarios del antiguo régimen; incluso criticó un modelo que, correcto en el planteamiento teórico y revolucionario era, en 1922, ineficiente y debía replantarse incluso políticas de Estado como la expropiación a diversos sectores de la burguesía.
La Nueva Política Económica (NEP) se ponía en marcha, y se sembró el germen de lo que sería la URSS surgida de la Segunda Guerra Mundial como potencia.
No hubo miedo.
No sólo se fue autocrítico con los obreros y campesinos de la Rusia Soviética. La convicción de Lenin y los bolcheviques, les permitió dar la cara ante el Movimiento Comunista Internacional citado a ese IV Congreso.
La Historia les dio la razón: “todos los partidos que se preparan para emprender la ofensiva directa contra el capitalismo, deben pensar ya, ahora también, en cómo asegurarse el repliegue”.
Estas experiencias nos muestran lo que hicieron genuinas Revoluciones Socialistas, encabezadas –como no puede ser de otra manera– por sus Partidos Comunistas.
(*) Miembro del CC y Secretario Político del CR del PCV en el Estado Sucre
Fuente: Tribuna Popular/PrensaPopularSolidaria
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com
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