(...) no hay conciencia revolucionaria sin estudio....por eso una de las tareas fundamentales para el militante comunista es el estudio permanente |
Por: Edgar Meléndez.
Especial para TPAbordaremos en este número algunos aspectos generales sobre la conciencia, importante cuestión ya que en el artículo anterior afirmamos que sobre ésta descansa la militancia comunista.
En primer lugar, debemos recordar que para la filosofía materialista la conciencia es producto de la materia altamente organizada, que es el reflejo psíquico de la realidad y que las formas superiores de tal reflejo son propias del ser humano altamente desarrollado (porque se reconoce que la psiquis, a un nivel preconsciente, no es patrimonio exclusivo del hombre sino que incluso aparece en los animales superiores).
Mientras que la concepción idealista niega el substrato material de la conciencia, el materialismo dialéctico lo reconoce: no pensamos sin cerebro; aunque no reduce el tema de la “conciencia” sólo a la actividad físico-química-eléctrica que tiene lugar en este órgano, sino que estos proceso sirven para que el hombre forme una imagen subjetiva del mundo objetivo y que por lo tanto, al ser subjetiva, no surge por generación espontánea ya que es condicionada por factores culturales y de otro tipo anclados a la base económica de la sociedad.
Ya nos dijo Marx que “no es la conciencia del hombre lo que determina su ser, sino por el contrario su ser social lo que determina su conciencia”, quiere esto decir que el carácter social de la conciencia (desde los sujetos históricos determinados por la actividad económica hasta el ser individual), sus representaciones políticas, religiosas, culturales, etc., estarán siempre ligadas a las formas de la reproducción material, a las relaciones de producción, teniendo siempre en cuenta el hecho de que el ser humano individualiza tales representaciones y reflejos y las funde con su propia experiencia personal de vida.
Y esa individualización produce en muchas personas el cuestionamiento de tal realidad y el “deseo” de cambiarla y no sólo reproducirla y padecerla, para lo cual se necesita un método y no sólo la “voluntad”.
Siendo así, la conciencia que impele a la militancia comunista –entendiendo a ésta como la militancia en la organización vanguardia del sujeto revolucionario de nuestra época histórica–, no puede limitarse a la necesidad intuitiva de transformación de la sociedad, sino que debe, inexorablemente, apoyarse sobre el conocimiento.
Entonces, así como afirmamos que no hay “comunistas” sin militancia en el Partido que levante las banderas del marxismo-leninismo, y que tal militancia está impulsada por los anhelos de transformación de la sociedad, podríamos afirmar que no hay conciencia revolucionaria sin estudio.
Insistía Engels: “desde que el marxismo se convirtió en ciencia, reclama que se le trate como tal; es decir, que se le estudie”, por eso una de las tareas fundamentales para el militante comunista es el estudio permanente y el combate al voluntarismo, espontaneismo y empirismo que algunos, con frases rimbombantes, hacen pasar como la única forma de adquirir conciencia.
No negamos, también sobre eso nuestros clásicos dejaron mucha teoría y enseñanzas prácticas, que las masas avanzan mucho más rápido en su aprendizaje revolucionario en el fragor de las más enconadas batallas de la lucha de clases; pero debemos siempre, para ser comunistas, reivindicar y practicar la necesidad del estudio de la filosofía y la ciencia que sustentan las acciones de vanguardia en el camino de la liberación social y llevar tales enseñanzas al seno de las masas.
Fuente: Tribuna Popular/PrensaPopularSolidaria
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