La Uniòn Europea no es otra cosa que el agrupamiento de los grandes capitales del nucleo duro de capital de Alemania y socios ìntimos, para usar sus mecanismos a fin de oprimir, aplastar y engullir a los paìses endeudados, los "vasallos" que es para ellos el resto de Europa. Es como una corrida de toros donde el toro siempre muere, y el euro es a la vez capote, muleta y espada. En la UE no hay salida. La al- ternativa es poder del pueblo y control de la economìa por los pueblos. |
El euro crea sus propios sepultureros. Tesis 12
Por:Peter Mertens
"Simplemente no podían creer que los europeos reaccionasen como realmente respondieron", [xxvii]
dijo Stathis Kouvelakis, de la plataforma de izquierdas en Syriza.
"Tsipras y la dirección de Syriza siguieron de manera muy consistente la
misma línea desde el principio. Pensaron que obtendrían concesiones
mediante la combinación de un enfoque "realista" en las negociaciones
con una cierta firmeza retórica.
Sin embargo se han visto atrapados cada
vez más en su línea, y cuando se quisieron dar cuenta no tenían ninguna
estrategia alternativa." Kouvelakis continúa: "Creo que Tsipras cree
honestamente que podía obtener un resultado positivo mediante un enfoque
centrado en la negociación y mostrando pruebas de buena voluntad. Por
eso dijo constantemente que no tenía ningún plan alternativo. Pensó que
recibiría algún tipo de recompensa si se mostraba como un "europeo"
leal, sin "agenda oculta". "
La experiencia griega muestra que en esta Unión Europea, bajo el
cuidado del puño de hierro Merkel y de toneladas y toneladas de pactos y
tratados, en los que la austeridad se esculpe en piedra, no hay margen
para plegar o adaptar prudentemente la obsesión alemana por la
austeridad. Incluso los "leales europeos" son descartados sin piedad por
Berlín en cuanto cuestionan la política oficial.
"Creo que dice mucho
acerca de cómo está la izquierda hoy en día. La izquierda está llena de
gente de buena voluntad, pero totalmente impotentes en el campo de la
política real. Estas personas llegaron a creer firmemente que se podía
conseguir algo de la Troika.
Pensaban que iban a encontrar una solución
de compromiso entre "socios". Pensaban que compartían ciertos valores
fundamentales como el respeto al mandato democrático o la posibilidad de
una discusión racional basada en argumentos económicos", afirma
Kouvelakis.
Esto demuestra que la UE no se basa en los valores
racionales de la Ilustración francesa, si no que reposa, como cualquier
otro proyecto capitalista, en la correlación de fuerzas.
A pesar de diversas advertencias, el gobierno de Syriza no vio que la
Unión Europea realmente no quería negociar. La Unión Europea nunca ha
tenido la intención de llegar a un acuerdo. Quería destruir a Syriza o
al menos su programa y, al hacerlo, terminar con la esperanza que había
nacido entre las víctimas de la catástrofe humanitaria.
"Tuvimos el
optimismo y la ingenuidad de creer que las negociaciones podrían llevar a
un acuerdo justo, honesto y sostenible. Subestimamos su voluntad de
destrucción. Sin un plan B, estábamos atrapados" [xxviii] afirmó el ex ministro de Energía Panagiotis Lafazanis.
" Quizá pude haber sobrestimado la competencia del Gobierno griego.
Sorprendentemente, pensó tras el referéndum que podía obtener mejores
condiciones sin tener en el bolsillo un plan de contingencia, un plan B.
Ahora tienen condiciones claramente peores. Naturalmente, es un
shock.", [xxix]
dijo Paul Krugman.
Según Yanis Varoufakis, llegado el momento se había
constituido un pequeño grupo para preparar una salida del euro, pero
este plan había tropezado con un "no" del primer ministro Tsipras. Así
que el plan no se llevó a cabo.
Tampoco habría sido fácil. Tras la
salida del euro y la devaluación del nuevo dracma, la cuestión de la
deuda seguiría estando abierta. El gobierno de Syriza siempre dijo que
quería seguir pagando a cambio de un alivio de la deuda.
Pero ni
siquiera eso le fue concedido. El objetivo político era estrangular al
gobierno griego hasta que le sobreviniese la muerte. Por eso es muy
probable que los griegos tampooco hubiesen obtenido un alivio de la
deuda si saliesen de manera conflictiva del euro.
Además las deudas
deberían pagarse en un euro más caro y no en la nueva moneda devaluada.
En caso de falta de pago de las deudas, probablemente habría tenido
lugar un boicot internacional. Probablemente se hubiesen creado bonos
para el racionamiento de la energía y los alimentos.
Con la esperanza de
que más adelante la economía se liberase, gracias a las ventajas de la
devaluación (exportaciones, nuevas inversiones). Puede ser el Grexit sea
viable a corto plazo, pero lo que es seguro es que un plan de este tipo
debe estar sólidamente elaborado y desarrollado.
"La mayoría de la población griega no quiere una salida del euro. En
contraste con Yanis Varoufakis, para Alexis Tsipras era una línea roja a
no traspasar. Para Tsipras todo paso hacia el Grexit, o que simplemente
amenazase en esa dirección, era un tabú. El juego de póquer se terminó
allí.
Las promesas electorales, el no del referéndum, gran parte de su
credibilidad… todo esto fue sacrificado para mantener a Grecia en el
Eurogrupo. Como Tsipras no quería preparar la bomba monetaria, estuvo
expuesto al chantaje. Un pájaro para el gato alemán", [xxx]
escribe Paul Goossens. Y tiene razón. Pero la "opinión pública" no es
un dato inerte.
La opinión pública también puede cambiar.
El problema es
que el gobierno de Syriza desde el principio cerró la puerta a la
preparación de la opinión pública para una hipotética salida de la jaula
del euro. Durante la campaña del referéndum, las líneas se podían
mover.
Día tras día los medios de comunicación en manos de oligarcas
afirmaban que votar no implicaría invariablemente un Grexit. A pesar de
este chantaje, los griegos votaron abrumadoramente no, sabiendo de
alguna manera que esto podría conducir a una salida de Grecia de la zona
euro.
"Si hay una cosa que podemos culpar a Tsipras y a su partido, es haber sido demasiado eurófilos " [xxxi], escribe Koen Haegens en Groene Amsterdammer.
"Siguieron creyendo en Europa hasta el final. Así que en los últimos
meses se negaron constantemente a prepararse para el escenario del
Grexit. Con el resultado de que cuando en las últimas semanas esta
amenaza tenía visos de producirse, tuvieron que mendigar de rodillas
ante Merkel para poder seguir dentro.
A cualquier precio. Ningún
gobierno digno del adjetivo "izquierda" será tan ingenuo en el futuro.
Está claro, de una vez por todas, que el que quiera otra política, más
social, no puede guardar esperanzas dentro del euro. En un fin de
semana, en todo el continente, los críticos moderados de la moneda única
se transformaron en feroces oponentes. El euro crea sus propios
sepultureros."
"La competencia y búsqueda del beneficio forman la base de la Unión
Europea. Están inscritos en los textos fundacionales de la Unión.
Asfixian y pudren todo", escribí en 2011 en ¿Cómo se atreven?.
"No debemos rehabilitar este edificio o darle una nueva capa de pintura a
sus desequilibrios. Necesitamos otras fundaciones. La cooperación y la
solidaridad deben sustituir a la competencia y la desigualdad. Esto
requiere una Europa diferente."
Estas palabras parecen más actuales que
nunca. La experiencia de Grecia nos muestra que en esta Unión Europea no
hay espacio alguno para una política basada en la cooperación, la
solidaridad, inversiones equilibradas o para el desarrollo regional.
Es
imposible cambiar los tratados europeos, dicen los Juncker y Schäuble.
Pero cuando les conviene, son los primeros en cambiar "las reglas". Asi
sucedió cuando Alemania y Francia incumplían las normas de Maastricht,
así fue durante la crisis bancaria y todavía sigue sucediendo cuando se
amenaza a Grecia con ponerla de patitas en la calle de Euroland, algo
que no está previsto en ningún tratado.
Debemos aprovechar esta crisis
para revisar críticamente los tratados existentes. Debería ser posible
autorizar transferencias financieras solidarias, desarrollar monopolios
públicos, intervenir políticamente con el Banco Central Europeo y
utilizar el presupuesto para las necesarias inversiones industriales
sociales y ecológicas sin las constringentes normas de austeridad.
Si
Europa quiere sobrevivir, tendrá que cambiar sus fundamentos. La
alternativa es que la Unión explote y que las tensiones nacionalistas de
principios del siglo 20 rehagan su entrada en este joven siglo 21.
Notas:
[xxvii] Jacobin Magazine16 de julio 2015
[xxviii] L'Humanité, 13 de julio 2015
[xxix] FAZ, 20 de julio 2015
[xxx] De Standaard, 18 de julio 2015
[xxxi] De GroeneAmsterdammer, 13 de julio 2015
Fuente: Solidnet/PrensaPopularSolidaria
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com
Correo: pcvmirandasrp@gmail.com
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