Por: Ángel Chávez Mancilla
El 2016 fue un año en que continuó la crisis económica a nivel mundial, no es posible negarlo, el encarecimiento del nivel de vida es la comprobación de tal hecho. La crisis se materializó a través de la aplicación de múltiples reformas anti obreras y populares en nuestro país, y en otros más, lo que demuestra que la situación económica y política que padecemos en México no es producto de erróneas políticas económicas, por lo que la situación no puede ser subsanada cambiando al partido o el personaje al frente del gobierno.
¿Por dónde ha pasado y hacia dónde va la lucha de clases en el 2017?
I. Balance de la lucha de clases durante el 2016
Las políticas implementadas, como la reforma laboral (que ha eliminado conquistas de los trabajadores como pago de horas extras, seguridad social, generación de antigüedad, etcétera), energética, de salud y de educación responden al interés de los monopolios por salir de la crisis. Así pues, durante el 2016 se expresó el saldo de la implementación de las reformas estructurales, aprobadas en el Pacto por México, durante 2012. Pero, pese a los intentos de los monopolios por presentar las reformas estructurales como benéficas a los trabajadores, la lucha de clases continuó y durante el 2016 la acumulación del malestar social se expresó en múltiples protestas obreras y de otros sectores de trabajadores.
El recuento
Empecemos el recuento por las movilizaciones de la clase obrera, en su mayoría fueron movimientos espontáneos en defensa de reivindicaciones económicas, por ejemplo, los trabajadores petroleros fueron de los más movilizados durante este año por lo menos en 10 estados, defendiendo sus trabajos y prestaciones, pues la reforma energética y la reforma a la ley federal del trabajo echó a la calle a más de 12 mil petroleros a nivel nacional, mientras que a otros tantos les permitió conservar su trabajo con la firma de un contrato colectivo inferior.
De estas protestas participaron principalmente los obreros de las pozas petroleras, complejos petroquímicos y refinerías, pero también inició la movilización de los trabajadores técnicos, destacando la lucha del Sindicato Independiente de Trabajadores Técnicos y Profesionistas del Instituto Mexicano del Petróleo.
También se movilizaron los obreros de otros sectores estratégicos de la economía, como los de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), a quienes también se les quiere hacer firmar contratos que les restan prestaciones; su movilización fue poco difundida y pronto apagada, por los mecanismos del “charrismo” sindical, pero el malestar sigue ahí y no tardará en haber un nuevo estallido, esta vez más fuerte. A estas movilizaciones se suma la lucha de los mineros en Michoacán que hicieron un paro laboral exigiendo un aumento salarial.
Otros sectores han protestado, principalmente en el norte del país, son los trabajadores y sobre todo las trabajadoras de las maquilas se han encaminado a la insumisión, algunos de ellos en empresas como Foxconn, Eaton, ADC y Lexmark, en donde se dieron animosas luchas de meses.
Los transportistas también han registrado una serie de movilizaciones. Algunos de sus protagonistas han sido los trabajadores de Metrorrey, en Monterrey, trabajadores de autobuses ADO, en diversas ciudades, Transportes Cuahutemoc (principal empresa transportadora trasportadora al servicio de las empresas automotrices), más de 500 Trabajadores de Flama Gas hicieron un paro y tomando las instalaciones exigiendo pago de aguinaldo y oponiéndose a la firma de un nuevo contrato colectivo que les afecta.
Además, los trabajadores universitarios en Michoacán, Querétaro, Yucatán, Veracruz y Morelos también organizaron protestas y toma de instalaciones, cabe señalar que, en los dos últimos estados se conformaron grandes movimientos sociales que aglutinaron a trabajadores del Estado, estudiantes y maestros en marchas con contingentes numerosos que hace años no se presenciaban.
Otro sector que se movilizó de manera constante durante este año fue el de los trabajadores de la salud. Éstos salieron a ocupar las calles y sus centros de trabajo ante la silenciosa privatización de los servicios médicos que ha de afectar a todos los trabajadores del país, pero que de manera inmediata los ha afectado a ellos. Enfermeras, médicos, conductores de ambulancias y laboratoristas han protagonizado las movilizaciones en contra el desmantelamiento del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), la reducción de presupuesto a la Secretaría de Salud, la desaparición de categorías de trabajo en las instituciones, la reducción de medicamentos para los pacientes y el cobro de algunos servicios, entre otras demandas.
La afectación a los trabajadores alcanzó a un sector que durante mucho tiempo fue partícipe del sometiendo de la clase obrera, y demás trabajadores, éstos son quienes trabajan en las Juntas Federales de Conciliación y Arbitraje (JFCyA), ya que ante la amenaza de despidos masivos también se han movilizado con paros de labores, y de igual forma la salida que les ofreció el gobierno es apenas un paliativo, por lo que han de volver a movilizarse. El desarrollo de su conciencia de clase ha tenido la particular expresión de la solidaridad de clase, pues han desarrollado una campaña (aunque sólo sea en redes sociales) de difusión de las derechos laborales mínimos y llamando a los trabajadores a que los exijan y los defiendan.
La intensificación y alcances de la lucha de clases durante el 2016 se personificaron en la movilización del magisterio encabezada por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) contra la reforma educativa, que no es más que una reforma laboral que afecta al magisterio y persigue la privatización de la educación.
Fueron cuatro meses de lucha constante, con la participación de cientos de miles de maestros a nivel nacional, se logró la unidad de acción de bases de la CNTE con parte de la base del SNTE (Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación), que con marchas, tomas de centros de trabajo y el paro, que se extendió a nivel nacional, se logró sentar al gobierno a negociar la aplicación de la reforma. Las secciones de Chiapas, Guerrero, Michoacán y Oaxaca fueron las más activas, pero también participó el magisterio de otras entidades que habían estado pasivas desde hacía años.
Independientemente del resultado final de la lucha magisterial, el proceso demostró que los intereses de los trabajadores y los intereses de los monopolios son contrarios e irreconciliables y que la lucha de clases, una vez que se desata, es a muerte. Esta enseñanza se pagó con el encarcelamiento de decenas de maestros y la sangre de al menos 12 muertos y más de 50 heridos que dejó la confrontación entre la Policía Federal contra profesores y pobladores en Nochixtlan, Oaxaca, donde el gobierno no dudó en dar la orden de disparar con tal de contener el brote de insumisión que se había despertado.
Otras movilizaciones que se dieron fueron las del campesinado agrupado en centrales como la Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata (UPREZ), Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA), Frente Indígena Campesino de México (FICA), entre otras, contra la reducción del presupuesto al campo, lo que significa menos apoyo a los pequeños campesinos, retiro de programas de subsidios, de programas de financiamiento y por ende el fortalecimiento de los monopolios de la agricultura como MONSANTO y Pulsar Internacional.
También se dieron otras luchas en el ámbito urbano-popular, principalmente contra los megaproyectos que afectan barrios proletarios y populares, también exigiendo la habilitación de servicios como el agua y el mantenimiento de calle y demás espacios públicos. Tal es el caso de la zona poniente de la Ciudad de México en lucha contra el Tren Interurbano (Toluca-Valle de México), cuya construcción despojará de sus viviendas a cientos de pobladores y afectará a otros tantos.
Con grados distintos de organización y desarrollo de la conciencia de clase los trabajadores han comenzado a responder a la austeridad y el sometimiento político de la burguesía, levantando demandas meramente económicas y otras políticas, la clase obrera responde ya a la mengua en el nivel de vida que los monopolios han implantado. No obstante, hay afectaciones derivadas de las reformas que aún están por desatarse y que conforme avance su implementación lanzará a nuevos sectores de la clase obrera a la lucha y aumentará el nivel de ésta. Tales afectaciones son por ejemplo, con la reforma laboral el abaratamiento aún mayor de la fuerza de trabajo, elimina la seguridad social, la afectación al sistema de pensiones que las disminuirá a un ingreso mínimo, y la del sector salud que implementará el cobro de servicios médicos haciendo que estos sean pagados del bolsillo de los trabajadores.
De manera general se puede enunciar que la lucha de clases durante el 2016 comprueba la tesis de La tendencia a la insumisión desarrollada por el Partido Comunista de México, pues nuevos sectores de trabajadores se han lanzado a las calles a protestar, otros más llegaron a tomar sus centros de trabajo, la lucha de clases está alcanzando un nivel tal que la aristocracia obrera que se ha visto afectada y ha tenido que movilizarse rompiendo el mito de que los trabajadores con condiciones laborales por arriba del promedio están lejos de la contradicciones capital/trabajo, también sectores de profesionistas que han visto disminuir su nivel de vida se movilizaron para demandar mejores condiciones de trabajo.
Una constante a destacar de las movilizaciones, mayoritariamente presente en el magisterio en los distintos estados del país, es que la toma centros de trabajo, de calles y casetas de cobro para financiar al movimiento y la toma y hasta quema de instalaciones gubernamentales, a partir del proceso de lucha abierto por el caso Ayotzinapa, se están afianzando como formas de lucha cotidianas en la confrontación entre las clases.
La lucha de clases se ha agudizado, se confirma el desarrollo de la tendencia a la insumisión y se hace evidente que si la clase obrera quiere detener el constante encarecimiento de su nivel de vida tendrán que dejar de lado la concepción movilización-negociación, pues la crisis del capital exige una mayor explotación y como se demostró en el 2016, no se detendrá y cerrará los canales a la negociación, usará la represión y llevará a la muerte a la clase obrera si es necesario.
Dado que durante el 2016 se continuó reduciendo el nivel de vida de los trabajadores y no hubo una respuesta organizada, o de la magnitud que se tuvo en 2014 por el caso de Ayotzinapa, es evidente que la burguesía continúa su embestida contra los trabajadores en nuestro país, pero no tardará en estallar, más cuando se anuncia un enorme recorte presupuestal para el 2017, el alza del precio de la gasolina, la inflación por arriba del 3% y la implementación plena de la reforma de salud y la reforma laboral.
La clase obrera ya ha empezado a responder a la agresión económica y política de la burguesía, pero aún de forma espontánea pues el grado de organización sigue siendo muy bajo, esto es visible por ejemplo en que la taza de sindicalización no pasa del 10% de los trabajadores, que no se ha podido emprender una lucha para la elevación del salario real que ha perdido más del 70% del poder adquisitivo respecto de finales la década de 1970.
Se han omitido múltiples aspectos para hacer un balance general de la lucha de clase, pero es de gran interés destacar principalmente la movilización de la clase obrera y otros trabajadores, pues la contradicción principal en nuestro país y en nuestro tiempo es entre los trabajadores y la burguesía, trabajo/capital, y es justo la contradicción que suelen omitir los analistas políticos burgueses y reformistas.
Fuente: El Comunista/PrensaPopularSolidaria
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