Por: Luis Britto García
Del árbol caído todos hacen leña. No podrán astillar el legado colosal de la Unión Soviética, que contra viento y marea fascista y capitalista mantuvo durante tres cuartos de siglo la primera gran experiencia socialista del planeta.
El mismo día que se constituyó la Unión Soviética, le declararon la guerra el ejército de la tiranía zarista, la contrarrevolución interna y catorce países imperialistas, entre ellos Estados Unidos, que la invadió por Alaska y fue vergonzosamente derrotado.
Antes de convertirse en la segunda potencia del mundo, la Unión Soviética debió sobrevivir y superar en su territorio el devastador impacto directo de dos Guerras Mundiales: la segunda de ellas con un costo de entre veinte y treinta millones de vidas. El 80% de las bajas del ejército nazi ocurrió en el frente Oriental. Estados Unidos e Inglaterra, por el contrario, nunca sufrieron una invasión territorial, y esperaron cómodamente hasta 1944 antes de poner un soldado en Europa continental. La batalla por el destino de la humanidad se peleó en la Unión: de no haber sido por ésta, el planeta hubiera caído bajo el dominio fascista: los miembros de las razas consideradas “inferiores” hubiéramos sido exterminados o esclavizados.
No estuvo exento de agresiones, sabotajes y sangre ni un solo día de las cuatro décadas que llevaron a la Unión del atraso del arado de palo a tachonar el firmamento con las estrellas del primer satélite artificial, el primer cosmonauta, la primera cosmonauta, el primer descenso suave no tripulado en la luna.
En medio de esta guerra sanguinaria no cesaba la Unión de anotarse triunfos humanos. Primer país en conceder el voto a la mujer, en reducir la jornada laboral a 7 horas, en establecer el sistema universal de enseñanza pública y gratuita con alimentación y guarderías asimismo gratuitas, en implantar la protección a la salud universal y gratuita, en otorgar baja remunerada por maternidad desde el inicio del embarazo y hasta un año después del parto, vacaciones de un mes, la baja por enfermedad con salario completo, en reconocer la jubilación para los hombres a los 60 años y para las mujeres a los 55.
Mientras tanto, bueno es recordarlo, inventaban los soviéticos el arte abstracto, la arquitectura moderna, el lenguaje artístico del cine y parte de la música contemporánea.
Un Referendo sobre la Preservación de la Unión Soviética en 1991 arrojó 113.512.812 votos a favor (77,85%) y sólo 32.303.977 votos en contra (22,15%). Un sondeo efectuado por el Centro Levada en 2016 revela que 56% de los rusos considera que vivía mejor bajo el comunismo, y 53% califica favorablemente la economía centralizada.
La perspicaz Pasqualina Curcio me facilita cifras de la OCDE que explican esta adhesión. Pese a guerras y obstrucciones, el PIB per cápita mejoró en forma sostenida: en 1986 se situaba en unos 7.000 KG$; desde el neoliberalismo de los noventa, descendió abruptamente hasta poco más de 4.000 KG$.
La esperanza de vida al nacer era de 69,17 años en 1989; para 2000 había bajado abruptamente a 66,04. La tasa de mortalidad de mujeres era en 1990 de 116,2 por 100.000; en 1994 subió desmesuradamente a 178,406; en 2004, a 176,833. La de varones era en 1900 de 316,078; de 486,421 en 1994; y creció a 465,095 en 2004 (www.ggdc.net/madison/historical-statistics/verticial-file02-200.xls). En general todos los indicadores de Desarrollo Humano se hundieron a partir de la aplicación de las medidas neoliberales.
Para todo revolucionario es un deber estudiar las causas que llevaron tan formidable proyecto a su caída (por ahora).
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