El autor de esta columna, Rogelio Roldán, no duda cuando recalca la actualidad del mensaje de Tosco cuando señala que la misión de la clase es ser cabeza de la lucha popular, no soporte de proyectos ajenos |
Por: Rogelio Roldán
"""Por todo esto y más, recordar al Gringo Tosco es empeñar todos los esfuerzos en construir la gran fuerza obrera y popular que nos permita abrir rumbo al socialismo y el comunismo en nuestra Patria y el continente.""" |
Él, entre otros importantes aportes, acuñó la idea del “sindicalismo de liberación”, que constituye nuestra actual base teórica para la acción política e ideológica en el movimiento obrero, entendido éste como relación social, no como corporación, que es el enfoque de la burocracia pro patronal y que comparte -voluntariamente o no- cierta izquierda “luchista”, que se autoproclama “vanguardia” y, aísla y relega a la clase al rol de base de maniobras. Por el contrario, Tosco enfrentó al sindicalismo entregador y sostuvo como método de vida de las organizaciones obreras a la democracia sindical, es decir la democracia de clase.
Tosco fue un verdadero intelectual revolucionario, orgánico de la clase obrera, su corta y fructífera vida, de intensas luchas, no le dejó tiempo para publicar libros, pero sus escritos en Electrum, sus charlas en distintas agrupaciones populares y sus cartas desde las cárceles muestran su sólida formación política y cultural, que adquirió en forma autodidacta y que batallaba por desplegar en el gremio y en el conjunto del movimiento popular.
Ejes centrales de su pensamiento estratégico fueron el enfoque clasista de la realidad, su antiimperialismo consecuente, su moral y ética humanista revolucionaria, su visión del rol vital de la unidad para la construcción de poder popular como única vía para derrotar al sistema capitalista. Del Cordobazo decía: “Hay momentos en que el pueblo sintetiza en la acción los pasajes más significativos de su historia”. Tosco veía que solo la clase obrera podía articular el levantamiento y dirigir al movimiento social hasta su constitución en bloque político en lucha contra la dictadura y por un poder popular antiimperialista.
Político de la clase
Agustín fue un dirigente político de la clase, no se limitó al reivindicacionismo economicista, que se agota en sí mismo y condena a ser furgón de cola de proyectos ajenos, en especial el de “capitalismo humanizado”, que nunca existió ni existirá, no se puede humanizar un sistema que convierte a las personas en mercancía.
Con su pensamiento y su práctica desplegó un programa antiimperialista de liberación nacional para construir el socialismo en Argentina “con las características propias de nuestro pueblo”; definió el rol político de la clase obrera como “palanca y motor de los cambios fundamentales para la liberación” y ratificó la vigencia de la lucha de clases en nuestro país.
Pese a que el proceso actual crea condiciones favorables para romper el criterio estrecho de “columna vertebral” del nacionalismo burgués, nunca los trabajadores argentinos sufrimos la división y fragmentación sindical y política que padecemos hoy.
División producida por los proyectos burocráticos subordinados a los planes de la gran patronal y por la persistencia de un modelo sindical dependiente del Estado en cuanto a la legislación, al control de sus finanzas y a la potestad de intervenir en la vida interna de los sindicatos para legalizar a los adictos y desconocer a los clasistas.
Esto asegura la eternización de una burocracia que se reconvirtió de agente patronal en el seno del movimiento obrero a socia de la gran burguesía, lo que la hace más dañina. En este sentido es vital desplegar la lucha para lograr el cambio del modelo sindical paraestatal, el cual encorseta la autonomía e independencia de la clase obrera, además de ser una fábrica de burócratas.
División producida por los proyectos burocráticos subordinados a los planes de la gran patronal y por la persistencia de un modelo sindical dependiente del Estado en cuanto a la legislación, al control de sus finanzas y a la potestad de intervenir en la vida interna de los sindicatos para legalizar a los adictos y desconocer a los clasistas.
Esto asegura la eternización de una burocracia que se reconvirtió de agente patronal en el seno del movimiento obrero a socia de la gran burguesía, lo que la hace más dañina. En este sentido es vital desplegar la lucha para lograr el cambio del modelo sindical paraestatal, el cual encorseta la autonomía e independencia de la clase obrera, además de ser una fábrica de burócratas.
El mensaje de Tosco es de suma actualidad, en él afirma que la misión de la clase es ser cabeza de la lucha popular, no soporte de proyectos ajenos. En 1971 escribió en el periódico El Intersindical: “El rol de la clase obrera no es participar como socia menor y subalterna en las esferas de poder de la oligarquía y de la reacción, sino de impulsar las transformaciones revolucionarias que cambien en profundidad este sistema de opresión, explotación y miseria. El papel de la clase trabajadora es ser vanguardia organizada y combativa de los demás sectores populares para lograr la liberación nacional y social de los argentinos”.
Para ello la tarea de la hora era, y es, construir su unidad política y sindical desde la base, unificando por el contenido y no por la forma, de modo que junto a defender y ampliar sus conquistas, se centre en el objetivo principal de construir la alternativa política de poder popular que la historia reclama para avanzar a la efectiva liberación nacional y social.
Era notorio en Tosco el objetivo cotidiano de construir política de clase para gestar una política de poder que, desde el meollo de la lucha de clases, permitiera recuperar la iniciativa, pasar a la ofensiva, constituirse en “clase para sí” y llevar la cantidad y profusión de conflictos dispersos y aislados a la categoría de estrategia de poder.
Estrategia que nutra a las tácticas de lucha diaria y, a la par, se alimente de su síntesis y la proyecte al plano de ofensiva histórica. Esto es construir un objetivo que atraiga a la mayoría de los trabajadores -además del apoyo de sectores populares no proletarios-,un objetivo que la institucionalidad capitalista no pueda resolver, de modo que tampoco pueda absorberlo. Así se convierte en política revolucionaria de clase, que pone en cuestión los fundamentos mismos del sistema y genera crisis política a su interior.
Estrategia que nutra a las tácticas de lucha diaria y, a la par, se alimente de su síntesis y la proyecte al plano de ofensiva histórica. Esto es construir un objetivo que atraiga a la mayoría de los trabajadores -además del apoyo de sectores populares no proletarios-,un objetivo que la institucionalidad capitalista no pueda resolver, de modo que tampoco pueda absorberlo. Así se convierte en política revolucionaria de clase, que pone en cuestión los fundamentos mismos del sistema y genera crisis política a su interior.
De más está abundar en la vigencia actual de este pensamiento, más cuando el pueblo y la Patria reciben hoy el ataque a su vida e identidad más despiadado y destructivo desde la dictadura terrorista. Ataque dirigido desde la embajada yanqui y ejecutado por una banda de cipayos a la que hay que derrotar cuanto antes, sea cual sea la vía que la historia determine.
Fuente: Boletín PCA/Solidnet/PrensaPopularSolidaria
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com
Correo: pcvmirandasrp@gmail.com
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