Los comunistas condenamos el auge fascista y de supremacistas blancos en EEUU promovido por la clase capitalista misma. Condenamos la campaña de la clase dominante estadounidense de dividir a la clase obrera por raza, etnia, religión, género u orientación sexual para así debilitar su capacidad de lucha. Condenamos, con igual vigor, a todos aquellos que permanecen callados ante este muy claro giro hacia el fascismo. |
Por Lidia López
El pueblo de Charlottesville en el estado de Virginia fue escenario de choques violentos este fin de semana entre varias organizaciones nacionales de fascistas y supremacistas blancos que habían organizado una marcha en un parque público bajo la consigna “unite the right” y contramanifestantes antirracistas. Una mujer de 32 años resultó muerta durante los sucesos cuando un hombre blanco embistió con su auto a una multitud de personas opositoras a la manifestación supremacista situada en una esquina en el centro del municipio. La escena fue grabada por varias personas presentes. Otros dos muertos resultaron cuando se estrelló un helicóptero con guardias estatales que respondían a la violencia. Hubo, además, por los menos 35 personas heridas durante las confrontaciones.
La marcha supremacista del sábado, considerada una de las más grandes vista en años recientes en EEUU, fue convocada para oponerse a la decisión de remover una estatua de Robert E. Lee, el general del ejército confederado durante la guerra civil de EEUU y símbolo del legado esclavista estadounidense. En los últimos años ha habido varias campañas para remover símbolos asociados con el pasado esclavista de EEUU tales como la bandera confederada y estatuas de notables esclavistas dirigidas por organizaciones antirracistas particularmente a través de los estados sureños estadounidenses. Es de notarse que varios oficiales locales y estatales condenaron de antemano la marcha pautada para el sábado instando a las organizaciones convocadas a no asistir. No obstante, acudieron al evento varias organizaciones neonazis y de supremacistas, como el infame Ku Klux Klan, armadas con cascos, chalecos protectores, escudos y macanas.
Los eventos del sábado fueron precedidos por escaramuzas menores el viernes por la noche en la Universidad de Virginia después que decenas de supremacistas blancos llegaran al municipio y empezaran a reunirse frente a la estatua de Thomas Jefferson ubicada en el recinto. Con antorchas y coreando consignas como “las vidas blancas importan” – una alusión al grupo Black Lives Matter – y “no seremos sustituidos”, este primer contingente se enfrentó con opositores anti racistas en el recinto.
No es secreto de que las organizaciones fascistas y de supremacistas blancos sientan una renovada confianza desde la elección de Donald Trump. Los noticieros oficiales en EEUU dedicaron la mayor parte de la tarde después de los sucesos en Charlottesville al análisis de los comentarios públicos de Trump sobre los sucesos. En particular, se criticó la ‘vaguedad’ de sus pronunciamientos cuando se refirió a “odio y violencia en muchos lados”, comentario que se interpretó como un intento de tratar como equivalentes a los actos de grupos fascistas y los contramanifestantes antirracistas. Pero incluso las críticas desde dentro de los medios oficiales, las cuales fueron acompañadas típicamente por llamados morales para que el presidente señalara por su nombre a los supremacistas blancos como responsables del terrorismo interno, revelan el nivel de degeneración de la cultura política en Estados Unidos.
Aunque se hizo alusión indirecta al hecho de que el candidato Trump cortejó activamente a la extrema derecha durante su campaña, ninguno de los noticieros oficiales denunció aquella estrategia electoral o la presencia de fascistas y de supremacistas blancos declarados, como Steve Bannon, Sebastian Gorka y Stephen Miller, dentro de los círculos más internos de influencia en la Casa Blanca como la normalización del fascismo dentro de la política estadounidense.
Ninguno de los programas noticieros televisados analizaron seriamente los vínculos entre la criminal campaña antiinmigrante y xenófoba promovida descaradamente por la administración de Trump como política pública y el auge del etnochauvinismo blanco en EEUU. Y por supuesto, no hubo ningún análisis de la relación entre estas políticas a nivel interno y la conducta cada vez más temeraria del imperialismo estadounidense en el extranjero.
Ninguno de los programas noticieros televisados analizaron seriamente los vínculos entre la criminal campaña antiinmigrante y xenófoba promovida descaradamente por la administración de Trump como política pública y el auge del etnochauvinismo blanco en EEUU. Y por supuesto, no hubo ningún análisis de la relación entre estas políticas a nivel interno y la conducta cada vez más temeraria del imperialismo estadounidense en el extranjero.
Estos ejemplos, tanto en el sentido de la política promovida por la ultraderecha republicana como la falta de oposición real demócrata, apuntan al giro hacia el fascismo de la clase dominante estadounidense en su conjunto. A pesar de su dependencia de la ideología racista, el objetivo fundamental del fascismo es reafirmar el control sobre y aumentar la explotación de la clase obrera mediante la derogación de normas democráticas y la eliminación de sus conquistas históricas. En este sentido, las clases dominantes recurren a la ideología racista, ya sea activamente o mediante la tolerancia tácita, para dividir a las masas y estorbar su capacidad para organizar la oposición al régimen capitalista.
No obstante, los mismos fascistas están muy claros respecto a su relación con la política pública actual en EEUU. En un aparte con la prensa, el infame David Duke, quien también estuvo presente en la manifestación, declaró sin ambages que las organizaciones fascistas y supremacistas estaban allí en Charlottesville para “cumplir con la promesa de Trump para recuperar a su país.” Añadió este ex dirigente del Ku Klux Klan, “Por eso es que votamos por él.”
Se preguntarán en Puerto Rico, con este ambiente político en EEUU, ¿cómo es posible que un político en el territorio afirme que la anexión representa la más alta expresión de la democracia? ¿De qué lado están las gentes como Jenniffer González, Luis Fortuño y Zoraida Fonalledas? impenitentes militantes del partido republicano y apologistas de la administración de Trump.
Los comunistas condenamos el auge fascista y de supremacistas blancos en EEUU promovido por la clase capitalista misma. Condenamos la campaña de la clase dominante estadounidense de dividir a la clase obrera por raza, etnia, religión, género u orientación sexual para así debilitar su capacidad de lucha. Condenamos, con igual vigor, a todos aquellos que permanecen callados ante este muy claro giro hacia el fascismo.
Fuente: El Abayarde Rojo/PrensaPopularSolidaria
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