En nuestro Partido todas las actividades están regidas por el principio del centralismo-democrático |
Por: Carlos Ojeda Falcón
Miembro del Comitè Central del PCVEl problema de la dirección y gestión en las organizaciones, es uno de los más actuales en nuestra época contemporánea. Prácticamente, hoy día no hay una sola actividad, que se pueda desarrollar aisladamente. Esta situación que está dada por el desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas y las relaciones de producción, tiene un carácter más evidente en la conducción de una organización política que se proponga el ascenso al poder.
De la actividad concreta de dirección y desempeño de los dirigentes, cuadros y militantes en la conducción de las estructuras nacionales, medias y de base de nuestra organización, depende el éxito de la labor de formación y preparación general o particular de los órganos colectivos encargados de la aplicación de la política táctica trazada en el marco de una política estratégica de mediano o largo alcance.
La victoria política estará siempre en relación directa con la solidez, disciplina, carácter, flexibilidad, cientificidad de la forma como el Partido organiza, ejecuta, administra y gestiona su actividad, a través de la práctica concreta y sistemática del ejercicio de dirección.
En nuestro Partido todas las actividades están regidas por el principio del centralismo-democrático y una vez aplicado éste
y una vez aplicado éste y resuelto el rumbo que ha de seguir la organización en la aplicación de la política táctica y estratégica para el logro de su objetivo final (la toma del poder político), todo el activo de militantes, activistas, cuadros y dirigentes queda sujeto al principio del mando y subordinación de los órganos de dirección, vistos verticalmente de arriba hacia abajo: Superior, Medio y de Base.
Dicho de otra manera, ningún miembro del Partido puede actuar en forma individual e independiente, todos están sujetos a la decisión de su organismo correspondiente, y estos en correspondencia con su organismo inmediato superior, produciéndose así una dirección única, coherente y sólida a todos los niveles de ejecución de la política.
Un aspecto esencial a considerar es el de los rasgos y perfil integral de la personalidad que deben forjarse progresivamente los cuadros de dirección o dirigentes políticos, siendo estos en nuestra opinión, el núcleo central del tema que abordaremos en las próximas entregas y que se expresan en las características y condiciones psíquicas que los mismos deben desarrollar en la aplicación dialéctica existente entre la teoría y la práctica revolucionaria.
Fuente: Tribuna Popular/PrensaPopularSolidaria
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