Port: Jerónimo Carrera
Algunos lectores jóvenes pensarán que los días navideños son poco apropiados para recordar, en tono de tristeza, el pasado de la ciudad capital de nuestro país. Sin embargo, les respondo, qué difícil nos resulta ahora, para quienes conocimos y gozamos de la Caracas de otros tiempos, decir algo en relación con la actual en un sentido que no sea de preocupación y justificada tristeza.
Se le llamaba, y creo que con bastante razón, “la sucursal del cielo”, por su ambiente de tranquila y permanente convivencia de sus habitantes, casi todos “bien vestidos” y “de buenas costumbres”. También se le denominaba, y no sólo por los poetas, “la Sultana del Avila”, como título referente a la muy bella montaña que la adorna.
Pero todo eso ha quedado en el pasado, y ningún poeta de los tiempos actuales, por mucha imaginación que pueda tener, le otorga a la capital de Venezuela tales títulos. Lo que se oye en lenguaje popular, más bien, es la frecuente queja de algún visitante, o de uno de sus mismos y malhumorados habitantes, que en un momento de desesperación llega a decir en alta voz: ¡esto es un infierno, carajo…!
Lo cierto es que la ciudad capital de Venezuela ha sido víctima de una pésima administración, y de toda clase de maltratos en todo sentido, desde hace ya más de medio siglo. En lo personal, puedo recordar al respecto que cuando vine acá por primera vez desde mi Cumaná, en 1928, llegué a una ciudad encantadora. Y esa era la Caracas que disfrutamos por treinta años, hasta la caída de la bárbara tiranía perezjimenista.
Fue entonces, en 1958, cuando a mi paisano Edgard Sanabria, a la cabeza de una llamada “Junta de Gobierno”, se le ocurrió un tal “plan de emergencia” que llenó a Caracas de una enorme masa de campesinos desempleados.
A partir de entonces, sin excepción alguna hasta hoy, Caracas ha sido muy mal administrada, esa es la verdad. Nadie puede con exactitud decir, por ejemplo, el número de sus habitantes, como tampoco los de toda Venezuela….
Pero nuestro país tiene mucho territorio deshabitado, y lo más lógico sería tratar de poblarlo antes de que alguien, vecino o no, lo tome sea por las buenas o las malas, y es tal cosa lo que ya está sucediendo…. Deberíamos los venezolanos recordar ese sabio dicho popular de “guerra avisada no mata soldado….” Y también la presencia de un tal Tío Sam, como siempre, que instiga peleas entre sus sobrinos….
El problema básico, a mi modesto entender, es de espacio. Pues el bello pero muy reducido valle de Caracas sólo puede albergar un cierto número de habitantes, y ya esa cantidad hace tiempo que ha sido superada. De allí provienen, fundamentalmente, todos sus cada día más graves problemas.
Pienso que tal situación fue la que llevó hace algunos años a un gran camarada venezolano, el genial arquitecto Fruto Vivas, a lanzar su razonada propuesta de cambiar la capital de Venezuela para algún sitio al sur del río Orinoco. En esa fabulosa Guayana que corremos el riesgo del asalto por codiciosos piratas, y de perderla… por culpa de nosotros mismos.---
MUERTE DE LA CAMARADA MARINA MARRO DE YANEZ
Desde mi querida ciudad oriental, Cumaná, me ha llegado la triste información sobre la muerte acaecida allí, el reciente martes 11, de nuestra camarada Marina Marro, esposa del muy destacado periodista y gran luchador revolucionario Ramón Yánez, director del importante diario cumanés PROVINCIA. Marina, chilena de nacimiento y venezolana de casi toda la vida, al lado de Ramón tuvo un puñado de hijos revolucionarios. Entre ellos “Moncho”, de una muy destacada labor gubernamental en estos tiempos actuales. Vayan pues para toda la familia de esa gran mujer, y muy en especial para su esposo, el camarada Ramón, mis condolencias, y esta expresión de fraternidad revolucionaria
Fuente: PrensaPopularSolidaria
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