Estamos convencidos de que las fuerzas sanas de la sociedad ucraniana lograrán la victoria y harán que los nazistas sucesores de Bandera se metan en las mismas catacumbas de las que habían salido. |
Hoy, a lo largo y ancho de
las Repúblicas Populares de Lugansk y Donetsk arden las llamas de
guerra. Por primera vez desde la liberación de Ucrania de los fascistas
hace 70 años las ciudades y poblados pacíficos son blanco de bombardeos
de artillería y aviación.
El saldo de muertos y heridos se calcula en
miles, los refugiados, en decenas de miles. Se arrasan barrios
residenciales, jardines de infancia y escuelas, policlínicos y
hospitales, instalaciones de suministro de energía y agua. Están
cercadas varias ciudades con centenares de miles de habitantes.
El poder de los seguidores de
Bandera, sus protectores en Occidente y adeptos en el campamento
liberal ruso está silenciando abiertamente los crímenes de guerra
cometidos en Nueva Rusia.Y esto --la destrucción de las ciudades y
poblados-- es una violación flagrante de las normas y las costumbres de
guerra.
Las convenciones de Ginebra de 1949 prohíben directamente el uso de la artillería y la aviación de combate contra los poblados habitados. Entretanto, la Junta que usurpó el poder en Kiev como resultado del golpe de estado lleva a cabo una estrategia vil y cobarde. Sus unidades punitivas pierden constantemente en un enfrentamiento abierto con los destacamentos de autodefensa de Nueva Rusia.
Las convenciones de Ginebra de 1949 prohíben directamente el uso de la artillería y la aviación de combate contra los poblados habitados. Entretanto, la Junta que usurpó el poder en Kiev como resultado del golpe de estado lleva a cabo una estrategia vil y cobarde. Sus unidades punitivas pierden constantemente en un enfrentamiento abierto con los destacamentos de autodefensa de Nueva Rusia.
Las tropas y los ejércitos
privados de los oligarcas están aniquilando conscientemente a la
población civil. Es una limpieza étnica. La población rusohablante es
echada de su patria histórica. Es un grave crimen de lesa humanidad.
Raíces históricas de los acontecimientos
La atención en Rusia hacia los
acontecimientos en Ucrania y el dolor que experimentamos por la guerra
de allí son legítimos. Ucrania no solamente es una parte del mundo
eslavo. La tierra de Ucrania y su pueblo es una parte inalienable de la
conciencia y la historia eslavas. La explicación radica en una profunda
relación espiritual y cultural entre nuestros pueblos y su unión
histórica inseparable. Cuando se trata de meter cizaña entre nuestros
pueblos en intereses del Occidente se corta a lo vivo, se abre una
profunda herida a la sociedad rusa y todos los ciudadanos de Ucrania.
Pues solamente en unión con Rusia Ucrania puede alcanzar las alturas de
prosperidad que muchos en Ucrania solamente ven en la alianza con
Europa.
La alianza que siempre trae desgracias.
La alianza que siempre trae desgracias.
Así fue siempre. En los siglos XII—XIV,
cuando la llamada Rusia Roja que se extendía en torno a Lvov fue
desgarrada en pedazos por sus vecinos occidentales. Y así fue en los
siglos XVI—XVII, cuando la Polonia de la nobleza intentó erradicar en
las tierras ucranianas con espada y fuego el mismo espíritu de la
libertad y religión ortodoxa, la memoria de la gran unidad panrusa. Y en
el siglo XVIII, cuando un puñado de traidores se reunieron en torno a
Mazepa (a quién Pedro I quería en serio imponer la pesadísima “medalla
de Judas”, medalla del traidor). También a principios del siglo XX,
cuando los “autónomos” locales apostaron por las bayonetas alemanas.
Todo ello convertía a Ucrania en la arena de sangrientas batallas. Sólo
la salvaba la ayuda de Rusia.
Ahora también los temibles
acontecimientos actuales confirman la idea de V. Lenin de que solamente
con la unión de los proletarios de toda Rusia y Ucrania es posible una
Ucrania libre, sin esa unión es inconcebible. Vale recordar aquí que
todas las empresas grandes de altas tecnologías de Ucrania, no solamente
en las provincias de Donetsk y Lugansk, sino también en las provincias
de Járkov, Dniepropetrovsk y Zaporozhie y otras, se construyeron en la
URSS con cargo al presupuesto nacional, aportando Rusia, los ciudadanos
rusos, el 70 % de los gastos.
Así que, la unión fraternal en la época de las duras pruebas es nuestra causa y deber común.
Parece que la guerra civil en Ucrania
estalló repentinamente. Apenas hace seis meses, era uno de numerosos
Estados que afrontaba problemas económicos y sociales difíciles pero que
mantenía la estabilidad política. El descontento de la población iba
acumulándose. No había nada que presagiara convulsiones duras. Pero
sería incorrecto considerar que la explosión social se produjo
súbitamente como un trueno inesperado.
Es de reconocer que los dirigentes rusos
respondieron de la forma muy adecuada frente a la amenaza al recuperar
la península de Crimea para Rusia en vísperas del 70 aniversario de su
liberación de los fascistas y al prevenir realmente el estallido de una
gran guerra.
Para entender mejor las raíces de la
tragedia de Ucrania es preciso ver las raíces históricas en su
desarrollo, entender los mecanismos del surgimiento de la crisis muy
profunda en el hermano país. Es necesario ver tanto las manifestaciones
sangrientas externas de la guerra fratricida en Ucrania como las
premisas históricas, económicas, clasistas, culturales, étnicas,
religiosas y otras de esos acontecimientos. Solamente un análisis
integral permitiría determinar correctamente las fuerzas motrices de la
crisis en Ucrania, prever el desarrollo de los acontecimientos, elaborar
la estrategia y la táctica de resolución de ese conflicto durísimo.
Para nosotros, los comunistas, los
acontecimientos en la hermana república no sólo tienen un interés
teórico. No somos politólogos impasibles que observan el curso de
acontecimientos. Nuestro deber es sacar lecciones de la agudísima lucha
social en la que está sumido nuestro vecino. Es por ello que es
necesario analizar los acontecimientos en Ucrania teniendo presente que
algo semejante puede repetirse en una u otra forma también en Rusia.
Es lógico que nuestra atención y
simpatías se dirigen en primer lugar a la lucha de la naciente Nueva
Rusia. Pero no menos importante es entender los orígenes y las fuerzas
motrices del oponente: el neofascismo renacido. Para ello se debe
analizar el nacimiento y la formación del movimiento de Bandera como
nacionalismo étnico ucraniano extremista. Hay que entender el fundamento
ideológico de ese movimiento, cuyo nacionalismo junto con la rusofobia
se alimentan hoy en Ucrania.
Orígenes del nacionalismo radical
Es cuestión de principios entender que
exceptuando el período soviético Ucrania nunca tenía su propia
estatalidad y la historia común para todo el pueblo ucraniano. A lo
largo de los siglos, cuando se formaban las potencias europeas, Ucrania
nunca fue Estado independiente y nunca fue un todo único, siempre estuvo dividida en partes separadas repartidas y formando parte
de otros Estados. El territorio actual de Ucrania estaba dividido y
repartido entre potencias europeas. A mediados del siglo XVII, como
resultado de la unión voluntaria con Rusia su parte oriental se vio bajo
la tutela de Rusia y así empezó la historia de la Rusia Pequeña y los
territorios del occidente de Ucrania quedaron bajo el dominio de
Polonia, y, luego, Austro-Hungría.
La política de Polonia respecto a la
población ucraniana era muy cruel, incluso sadista. Los ucranianos
occidentales dentro del Estado polaco eran considerados personas de
calidad inferior. Es la causa clave de que precisamente en Ucrania
Occidental se formó el nacionalismo ucraniano radical parecido
parcialmente a las ideas de la exclusividad racial proclamadas en el
Tercer Reich.
Los partidarios de Bandera no solamente
formaron parte de la coalición táctica con los ocupantes fascistas sino
que participaron muy activamente en operaciones punitivas incluyendo ataques
contra la población ucraniana autóctona. La misma táctica la continuaron
ellos en clandestinidad en Ucrania Occidental terminada la guerra. En
la lucha contra el movimiento de Bandera que continuó hasta mediados de
los años 1950 cayeron más de 25 mil militares soviéticos y oficiales de
seguridad estatal y más de 30 mil ciudadanos pacíficos ucranianos.
También costó caro a los militantes de Bandera, más de 60 mil muertos.
La política de Bandera no se convirtió en
la idea nacional-liberadora sino en una secta totalitaria de fanáticos
dementes que asesinaban en primer lugar a los ucranianos. Las
manifestaciones de semejante secta totalitaria son propias también de la
Iglesia Unitaria Ucraniana occidental que pertenece al ramo católico.
Es precisamente a ella que pertenecían los partidarios de Bandera que no querían tomar en consideración que la inmensa mayoría de los habitantes ucranianos profesaban la religión ortodoxa. La ideología de los adeptos de la Iglesia Unitaria en realidad está muy poco relacionada con el catolicismo. Es más pronto una forma sectaria extremista del protestantismo mezclada con el baptismo. No son casuales los vínculos de las figuras clave de la cúpula dirigente de Kiev con los sectarios: el baptista Turchinov, y Yatseniuk que tiene amistades con cientólogos.
Es precisamente a ella que pertenecían los partidarios de Bandera que no querían tomar en consideración que la inmensa mayoría de los habitantes ucranianos profesaban la religión ortodoxa. La ideología de los adeptos de la Iglesia Unitaria en realidad está muy poco relacionada con el catolicismo. Es más pronto una forma sectaria extremista del protestantismo mezclada con el baptismo. No son casuales los vínculos de las figuras clave de la cúpula dirigente de Kiev con los sectarios: el baptista Turchinov, y Yatseniuk que tiene amistades con cientólogos.
Toda victoria del nacionalismo extremista
zoológico es resultado de una profunda crisis del poder cuya enemistad
percibe cada vez más la sociedad y reacciona de una manera muy radical ante todas esas manifestaciones monstruosas. Para ese poder el único modo de
conservarse es la alianza con la ideología del nacionalismo radical
gracias a la cual la cúpula anterior mantiene sus posiciones
aparentemente bajo banderas nuevas.
La nueva “elite” con raíces en la
anterior usa las armas de Bandera así como a sus partidarios como carne
de cañón para embaucar una vez más a millones de personas al realizar un
enroque de clanes dentro del poder. Como resultado, la oligarquía no
sólo mantuvo sino también consolidó sus posiciones. La misma política
económica, incluso más dura, la van a llevar a cabo bajo las banderas de
Bandera. Y será bajo una rigurosa tutela del Occidente, o sea en la
misma “alianza con el diablo” contra Moscú que significa para Ucrania la
agudización, no la resolución de problemas.
Un análisis científico imparcial nos
lleva a la conclusión que rehúyen de todos modos tanto los políticos
occidentales como los actuales “reyezuelos” de Kiev que afanan cortar
los lazos multiseculares con Rusia. La conclusión es que el pueblo de
Ucrania Oriental y Central está relacionado mucho más con Rusia que con
Ucrania occidental. Los intentos de hacer que Ucrania se ponga en la vía
antirusa se dirigen no sólo contra Rusia sino también contra la mayor
parte del pueblo ucraniano. Representan por si una acción antiucraniana,
antinacional bajo el ropaje de la demagogia nacionalista.
Desde el punto de vista objetivo es así,
aunque no todos los habitantes de las regiones occidentales y centrales
de Ucrania lo entienden cabalmente. La historia del movimiento de
Bandera ya ha puesto al descubierto esa paradoja trágica que se repite
hoy en día por la cúpula de los nuevos dirigentes de Bandera que
arribaron al poder. Como si defendiendo los intereses de todo el pueblo
ucranio esos políticos pisotean los intereses de su inmensa mayoría que
no pueden ser realizados fuera de los vínculos estrechos con Rusia. Es
ello lo que no querían entender el mismo Bandera y sus correligionarios.
Tampoco quiere prestarlo atención la elite actual de Ucrania que se
guía por la mano de Washington.
Movimiento de Bandera como expresión extremista de la rusofobia
La opción de los radicales nacionalistas
ucranianos a favor de la lucha contra la “ocupación soviética” no era su
error o una maniobra táctica provisional. Era inevitable y lógica y lo
sigue siendo para el nacionalismo ucraniano moderno. Es la única opción
posible en beneficio de la alianza antirusa contra cualquier adversario
más temible de Ucrania. Sin esa alianza antinatural cualquier forma de “autonomía”
de Ucrania separada de Rusia es real y simplemente imposible .
Es cierto que en las acciones de las
autoridades en los territorios de Ucrania que formaron parte antes del
Imperio Ruso hubo deformaciones políticas y culturales. Pero desde el
inicio, la afinidad lingüística y cultural de nuestros pueblos, la
semejanza de su modo de pensar, tradiciones y costumbres mitigaban la
agudeza de ese problema. Caracterizar aquel periodo de la historia como
ocupación de Ucrania es imposible. Tales características es una
especulación analfabeta y vil. Es justo hablar de siglos de la historia
común de Rusia y Ucrania Oriental y Central y de que como resultado de
nuestra unión se formó la única nación política.
Pero el odio hacia los opresores de aquel
entonces el movimiento de Bandera lo trasladó también al Poder
soviético después de su consolidación en Ucrania Occidental. No querían
entender que los principios del poder soviético nada tenían que ver con
el orden colonial que implantaban los amos de Polonia. Tampoco querían
entender que precisamente dentro del Estado soviético Ucrania Occidental
y Central obtuvieron de hecho una mayor independencia que en los
tiempos del Imperio Ruso y la instauración del poder soviético en la
parte occidental de Ucrania no era colonización sino liberación de ella.
¿Pero por qué los ideólogos de la
rusofobia logran ahora también engañar a una parte considerable de la
sociedad? La explicación es que muchos ucranianos de nuevo encontraron
en el nacionalismo radical una panacea contra todas sus desgracias y la
alternativa de todo lo que les oprimía y humillaba. Pero en este caso
las calamidades y humillaciones están relacionadas con una nueva
realidad. No es una dura arbitrariedad polaca del siglo pasado. Ahora es
arbitrariedad de la oligarquía y el capitalismo bandidesco.
La crisis económica y moral permanente en
Ucrania que surgió después de la desintegración de la Unión Soviética
en 1991, la injusticia social cada vez más profunda y la desigualdad se
hicieron catalizadores de los ánimos nacionalistas radicales que
afloraron primeramente en 2004, y después en los años 2013-2014. Sin
ello esos ánimos no tenían fundamento en Ucrania al igual que en los
años del florecimiento del poder soviético dentro del cual los intereses
de los ucranianos se materializaron al máximo. Es suficiente señalar
que durante el mayor periodo de la segunda mitad del siglo XX la Unión
Soviética fue encabezada por los políticos estrechamente vinculados con
Ucrania: Nikita Jruschov y Leonid Brezhnev.
Sin embargo, los rusofobos en el
Occidente, los liberales-antisoviéticos en Rusia e ideólogos del nuevo
nacionalismo ucraniano formularon la falsa tesis de que "suponiendo que
el Poder soviético diera más libertades al pueblo ucraniano" fue de todos
modos un poder de ocupación ya que Ucrania permanecia bajo el control del
imperio, en este caso el soviético. Este es un supuesto falso porque, no solo Ucrania, sino todas las nacionalidades en la Unión Soviética tenían reconocidos sus derechos nacionales, y no era un imperio que dominaba sino un conjunto de Naciones que compartían poder. Por consiguiente, la lucha de
Bandera y sus correligionarios contra el poder soviético no fue lucha emancipadora.
Hoy en día, aspirando a liberarse definitivamente de la influencia rusa
los nuevos nacionalistas ucranianos muestran que son fieles a los mismos
principios de la lucha por la independencia movidos por el afán de
consolidarla en el marco de la estatalidad lograda por Ucrania.
Esa es una falacia.
Esa es una falacia.
La falacia de principio de esa tesis se
refuta también por la historia y los acontecimientos actuales cuando
muchos capítulos de la historia se repiten. La explicación es que los
nacionalistas radicales nunca actuaron como fuerza político-nacional
independiente. La liberación de Ucrania Occidental de la opresión polaca
no fue su mérito sino el del Poder Soviético. La lucha contra el Poder Soviético
llevó a los nacionalistas ucranianos a la formación de la alianza con
los ocupantes hitlerianos.
Pero tan pronto como la idea de la
estatalidad ucraniana se viera orientada hacia el Occidente, con el
distanciamiento de Rusia, ella misma se convirtió en una ficción y la
unidad confusa se convirtiera en una revuelta. La causa es que Ucrania
posee muy escasas experiencias de la estatalidad autónoma. En nuestros
días no podrá existir fuera de la zona de influencia de los Estados más
poderosos.
Entretanto, en la alianza antirusa actual, de los "nacionalistas" ucranianos con
los adversarios abiertos de Rusia, estos "aliados" de Ucrania sólo son capaces de disfrazar
temporalmente sus auténticos planes inamistosos y el pueblo ucranio no
tiene ninguna oportunidad de lograr la verdadera independencia. El
“Movimiento nacional” en Ucrania no es un camino que conduce a la
liberación sino hacia el sentido contrario.
En realidad esa es la vía antinacional, tan anti Ucrania como anti Rusia
En realidad esa es la vía antinacional, tan anti Ucrania como anti Rusia
Lo sienten hoy millones de ucranianos,
muchos de los cuales se levantaron con armas en mano contra los
neonacionalistas. Su lucha es una verdadera resistencia nacional puesto
que dijeron un No decidido a los planes de romper los lazos seculares
con Rusia y el pueblo ruso. Y recibieron como respuesta los bombardeos
aéreos y de artillería contra los barrios residenciales. Es de esa
manera que actuaron los nacionalistas de Bandera en los años 1930 – 1950
contra los ucranianos que tomaron conciencia de la esencia destructiva
de su “nacionalismo”. No pueden tratar así a su pueblo, a quienes
alimentan las ideas genuinamente nacionales, quienes se preocupan
realmente por su pueblo.
Causas directas del golpe de estado en Ucrania
La línea divisoria que partió la historia
moderna de Ucrania fue la decisión del presidente Yanukovich en otoño
del año pasado de no aceptar la asociación de Ucrania con la Unión
Europea y encaminarse hacia la Unión Aduanera con Rusia y demás países.
Esa decisión fue totalmente fundamentada desde el punto de vista
económico. Los representantes rusos en las conversaciones con la parte
ucraniana durante muchos meses, de una forma argumentada, pero sin algún
éxito, iban convenciendo a sus colocutores en Kiev de que el movimiento
hacia el Occidente está relacionado con la total descomposición de la
economía ucraniana relacionada estrechamente con la rusa.
Empero, los círculos gobernantes de Kiev
se orientaban por el rumbo prooccidental estrictamente ideológico.
Solamente en el momento último, en el momento de la toma de decisión, el
dirigente de Ucrania reconoció las realidades económicas y declaró su
intención de ingresar en la Unión Aduanera con Rusia. Mientras tanto, la opinión
pública por esfuerzos de numerosos “organizaciones no gubernamentales” y
medios de comunicación creados y controlados por el Occidente ya se
pusieron de cara a Europa. El pueblo no tenía la información fidedigna
sobre las inminentes consecuencias gravísimas de la participación
subordinada en la Unión Europea. Pero el sueño de “reunificación con
Europa” ya desde hace tiempo ofuscaba los cerebros de los intelectuales o
ciudadanos que creían apasionada e ingenuamente que la membresía
asociada en la UE llevaría automáticamente a los ucranianos al nivel
europeo del bienestar.
La decisión de ingresar en la Unión
Aduanera con la Rusia semidespreciable según los intelectuales
prooccidentales fue recibida por muchos en Ucrania como fracaso del
sueño dorado. La irritación masiva se volcó a las calles de la capital
ucraniana que desde hace tiempo estuvo bajo la influencia de los
activistas desenfrenados procedentes de Ucrania Occidental.
Pero el Maidan que prendió su fuego en
noviembre del año pasado se ahogó poco a poco. En enero de este año,
allí todavía se agitaban unos doscientos – trescientos fanáticos y
semivagabundos que encontraron su modo de autoexpresarse y conseguían la
alimentación gratuita en el centro de la capital. Mientras tanto la
disminución del grado de confrontación no coincidió con los planes de
quienes dirigían realmente los acontecimientos en Ucrania. Al fuego
apagándose del descontento social los políticos occidentales empezaron a
echar porciones grandes del combustible y fabricar la sustancia
inflamante para el estallido del radicalismo dirigido hábilmente contra
Rusia.
Pero sería incorrecto limitarlo todo a
las artimañas de los políticos occidentales y servicios especiales. La
culpa personal bastante grande por el incendio prendido en Ucrania la
tiene también el señor Yakunovich y su equipo. Ese “equipo”, mejor dicho
la familia del ex presidente, al llegar al poder empezó a convertir
agresivamente el poder político en dinero. La avidez de Los de Donetsk
como les llamaba el pueblo no tenía límites. Los empresarios pequeños y
grandes tenían que pagar los tributos numerosos. El apoderamiento ilegal
del negocio del Estado y de todo tipo se convirtió en cosa común. Así que el descontento del
pueblo por la degradación constante de la economía se sumó a la
agudísima indignación de la parte muy activa de la población -las pymes-
dado el saqueo efectuado por los amigos y parientes de Yanukovich.
Entretanto, Yanukovich, persiguiendo los
intereses tácticos, se presentaba como partidario del acercamiento con
Rusia aunque su política era abiertamente prooccidental. Por ello, la
opinión pública asociaba a Yanukovich con Rusia. De allí la tonalidad
antirusa de Maydan. Pero, ¿acaso tenemos el derecho de criticar al
pueblo ucraniano por el hecho de que en su mayoría no tomara la
conciencia de la necesidad de recuperar la alianza fraternal con Rusia?
Podríamos tener ese derecho si la Federación de Rusia diera el ejemplo
del Estado social, si eliminara la oligarquía, la corrupción total, los
principios del capitalismo bandidesco. En ese caso el pueblo ucraniano
se pondría sin vacilar bajo las mismas banderas con Rusia, las banderas
que le salvaron en el pasado.
La mezcla explosiva que provocó el
estallido social en Ucrania incluía varios elementos fundamentales: el
descontento legítimo de las masas populares por el constante
empeoramiento de su situación económica; la indignación de las pequeñas y
medianas empresas por las acciones ilícitas de los tiburones del equipo
de Yanukovich; la ambición de los intelectuales prooccidentales de
subordinarse aún más a la opinión pública, así como las intrigas de los
políticos pronorteamericanos y los servicios especiales orientados a
ahondar la división entre Rusia y Ucrania.
Al mismo tiempo, el grupo gobernante ruso
consideraba y sigue considerando a Ucrania en primer lugar como
territorio por el cual pasa el gasoducto. Por ello, la política de la
cúpula gobernante rusa se limitaba exclusivamente con el aseguramiento
del flujo ininterrumpido del gas a Europa. Los ánimos sociales en Ucrania
no sólo no eran el objeto de interés y acción por parte de la “elite”
rusa sino que se ignoraban como factor totalmente no sustantivo sobre el
fondo de las intrigas de las “cúpulas dirigentes” de los dos países en
torno a la tubería de gas. Por ello los pueblos de las repúblicas hermas
tienen que pagar el precio muy caro.
Golpe de estado y sus consecuencias
Los intentos de los dirigentes de Ucrania
de establecer un orden elemental en las calles de su capital incluyendo
las negociaciones tropezaban contra la resistencia feroz de los
comandos bien entrenados reclutados e infiltrados en las regiones occidentales. A
mediados de febrero, en Kiev empezó a aplicarse la tecnología
norteamericana de las revoluciones seudopopulares: la conquista del
poder por vía callejera con el apoyo masivo desde afuera probado en
curso de los golpes de estado en Yugoslavia, Georgia, Ucrania (2004), en
Libia, así como durante la “primavera árabe” en los países del Cercano
Oriente y Norte de África.
Al mismo tiempo, los dirigentes de
Ucrania se convirtieron en objeto de la constante presión por parte del
Occidente. La Unión Europea amenazaba con la creación de una lista negra
de funcionarios contra los que se aplicarían diferentes sanciones. El
clan de Yanukovich pensó sobre todo en sus cuentas en bancos y zonas
offshore occidentales. Esto fue lo que hizo muy vulnerables a los dirigentes de
Ucrania ante el chantaje del Occidente. El resultado de la flaqueza del
Jefe del Estado fue la parálisis de los órganos de orden público y la
traición de la cúpula política que no cumplió con sus deberes
constitucionales.
Al mismo tiempo, los representantes de la
oposición, ---quienes supuestamente luchaban por la democracia en contra del
régimen autoritario--- y por el futuro luminoso bajo la egida de la Unión
Europea, aplicaban de hecho los usos y costumbres de sus antecesores
fascistas de Bandera. Los manifestantes “pacíficos” se apoderaban de las
sedes administrativas, atacaban a la policía, lanzando los cocteles
Molotov. Y el presidente Yanukovich esquivaba las acciones decididas
entregando paso a paso el poder a las manos de los elementos neonazis.
Todo culminó con el golpe de estado.
El 18 de febrero en las calles de Kiev empezaron los verdaderos combates con uso de las armas de fuego. En tres días, el saldo de muertos fue de 100 personas y más de 600 hospitalizados. El 23 de febrero Yanukovich se fugó de Kiev.
Todo culminó con el golpe de estado.
El 18 de febrero en las calles de Kiev empezaron los verdaderos combates con uso de las armas de fuego. En tres días, el saldo de muertos fue de 100 personas y más de 600 hospitalizados. El 23 de febrero Yanukovich se fugó de Kiev.
Los herederos de Bandera, secuaz
fascista, que arribaron al poder, empezaron en seguida la campaña de
supresión de sus opositores políticos y la población rusoparlante. Por
decisión de los diputados atemorizados de la Rada Suprema (Parlamento)
fue derogada la ley que permitía el uso del idioma ruso en función del
segundo idioma oficial en varias regiones de Ucrania. Empezó el pogromo
de los locales del PC de Ucrania. El Partido Comunista fue ilegalizado
en varias regiones. Fueron maltratados físicamente los diputados de la
Rada miembros del Partido Comunista y el Partido de las Regiones, y los
policías que fueron fieles al juramento.
Los adeptos de Bandera también empezaron a
destruir la memoria histórica. Empezó por todas partes la demolición de
los monumentos a Lenin y los militares soviéticos caídos durante la
liberación de Ucrania de los ocupantes fascistas. Al destruir los
monumentos a Lenin, los nacionalistas no sólo eliminaban la herencia
histórica sino también los símbolos de la estatalidad ucraniana ya que
el Decreto sobre la fundación de la Republica de Ucrania fue firmado por
Lenin. Como efecto de esta bacanal de la destrucción se levantó al
movimiento de resistencia en el sudeste del país y finalmente estalló la
guerra civil.
Esencia clasista del conflicto en Ucrania
La esencia de los acontecimientos en
Ucrania es difícil de entender sin analizar la correlación de las
fuerzas clasistas. Es necesario señalar primeramente que como efecto de
la privatización salvaje, destructiva de la economía de Ucrania en los
años 1990 — 2000 en intereses de la nueva oligarquía y la
desindustrialización en intereses de los competidores occidentales, se
redujo drásticamente el número del proletariado industrial. Por
consiguiente, cayó el nivel de su organización. Con la desaparición de
los koljoses y sovjoses fue prácticamente liquidado el proletariado
rural. Eso cambió la correlación de las fuerzas clasistas.
Sin embargo, la cúpula gobernante
prooccidental de Ucrania no logró eliminar totalmente a la clase obrera,
sobre todo en las regiones industrialmente desarrolladas del sud-este
del país. Y no es casual que la Junta nacionalista tropezó con la
resistencia más poderosa precisamente en esas regiones. El proletariado
industrial entiende perfectamente que el rompimiento de los lazos
históricos con Rusia, consumidor de los productos de sus empresas,
llevará consigo inevitablemente el desempleo masivo y la miseria. No
solamente los sentimientos nacionales sino también la conciencia
clasista de millones de personas en Nueva Rusia, aunque no muy patente,
sirvió de base para la resistencia frente a la usurpación oligárquica
del poder.
Una importante particularidad de las
acciones revolucionarias populares en el sud-este de Ucrania, y antes en
Crimea, es que fueron dirigidas tanto contra los usurpadores
neofascistas del poder en Kiev, vinculados íntimamente con el capital
transnacional global, como contra el clan oligárquico de Donetsk que
instauró su dictadura política y económica en esas regiones. Sea dicho a
propósito, en este sentido el Maydán “temprano” (noviembre — diciembre
de 2013) tenía el carácter más pronto antioligárquico que antiruso.
Sin embargo, puesto que los ánimos de
protesta de las masas no adquirieron carácter clasista fueron utilizados
en la contienda de los dos clanes de la gran burguesía. En esa lucha
triunfó el grupo que unía a las fuerzas proccidentales, nacionalistas y
de la extrema derecha que aprovecharon el descontento popular para
perpetrar el golpe de estado.
Tradicionalmente el gran capital gobierna
los países a través de sus empleados asalariados, funcionarios
públicos. En Rusia, en los años 1990 la oligarquía dominaba a los
funcionarios. Luego los funcionarios públicos tomaron la revancha y,
posteriormente, se produjo la fusión entre la burocracia y la
oligarquía.
En Ucrania también se libraba la lucha
entre dos grupos clasistas parientes, entre la burocracia estatal y la
oligarquía. Allí como en Rusia se formó la simbiosis de esos dos grupos
clasistas. Pero después del golpe de estado de febrero de 2014, la
oligarquía doblegó a la burocracia. Al chocar con una abnegada
resistencia del pueblo en Crimea, Lugansk, Donetsk, Járkov, Odessa,
Dniepropetrovsk y otras ciudades la cúpula gobernante decidió implantar
la dictadura directa del gran capital. En varias regiones fueron
nombrados como gobernadores los oligarcas que anteriormente se ocultaban
a la sombra de los políticos venales de distintos partidos llamados
“Patria”, “Golpe”, “Regiones”. Ahora en Ucrania reina la dictadura
abierta, sin ningún tipo de oropel “democrático”, de la oligarquía
rapaz.
Los multimillonarios Poroshenko,
Kolomoisky y compañía no solamente asumieron directamente las funciones
de la administración estatal sino están creando ejércitos privados, su
policía secreta que practica el secuestro y torturas a las personas.
Ucrania se ha convertido en un país donde todo está permitido, una
república bananera donde no impera la ley sino la arbitrariedad del
“presidente” de turno, que se apoya en los “escuadrones de la muerte”
así como en el respaldo político y militar de EE.UU.
Los pueblos de América Latina como resultado de la abnegada lucha se
liberaron de la etiqueta de repúblicas bananeras. Hoy, desgraciadamente,
esa modalidad de “gobierno estatal” se ha implantado en Ucrania.
El carácter clasista del nuevo poder lo
demuestra el hecho de que I. Kolomoisky financió, como afirma la prensa,
el partido “Libertad”, profascista y antisemita. Ello confirma que la
oligarquía mundial está dispuesta -como sucedió más de una vez en la
historia- a apoyarse en los nazis más empedernidos para aplastar la
aspiración del pueblo de la justicia social.
Un papel bastante activo en Maydán lo
desempeñó la pequeña burguesía que sufrió fuertemente por la
arbitrariedad del clan de Yanukovich, así como de los elementos desclasados
que aparecieron en Ucrania como resultado de la pauperización de la
población producto de la política económica del poder de la burguesía.
No vamos a olvidar que la pequeña
burguesía histórica y el lumpen-proletariado representan por si una
parte más móvil de la población. La historia muestra que en ciertas
condiciones, como las que se dan en Ucrania, la pequeña burguesía y los
elementos desclasados pueden convertirse en la principal base de apoyo
masiva del fascismo. Así fue en Alemania en los años 30 del siglo
pasado, así puede suceder también en Ucrania a principios de este siglo.
Los elementos desclasados constituyen hoy la vértebra de los ejércitos
privados de la oligarquía nacionalista.
Ataques a los comunistas como manifestación del renacimiento del nazismo
El contenido clasista del poder actual se
confirma también por el hecho de que es el Partido Comunista de Ucrania
el que fue elegido como blanco de las persecuciones. A los comunistas se
les incrimina las acciones de protesta en las regiones sudorientales. Se
afirma también que la dirección del Partido Comunista se dedica a
desprestigiar a Ucrania dentro del país y en el extranjero a través de
los medios de comunicación rusos. Sobre esta base se formula la
exigencia de ilegalizar al PC de Ucrania como amenaza para la seguridad
nacional. Es especialmente impresionante la incriminación de la
violación de la Constitución en boca de quienes usurparon el poder
mediante el golpe de estado. El mismo poder que incrimina al Partido Comunista la violación de la legislación vigente es a todas luces
ilegítimo.
No existen motivos para ilegalizar a uno
de los más antiguos partidos políticos de Ucrania. En el programa del
PCU no hay tesis que llamen a destruir la soberanía y la integridad
territorial de Ucrania. El Partido Comunista no participó en los
intentos de tomar el poder. Nadie presentó las pruebas de su
financiación por Estados extranjeros. El PCU es el partido parlamentario
por el que votaron 3 millones de electores. Los representantes del
partido formaron parte del gobierno. Sus miembros participan en la labor
de las asociaciones parlamentarias internacionales. Así que los
intentos de presentar el PCU como organización extremista no serán
entendidos por la opinión internacional.
Pero en realidad el objetivo del intento
de ilegalizar al PC de Ucrania es aplastar la disidencia ya que el PCU
es la única fuerza política que declaró abiertamente que iba a oponerse
vigorosamente a la política del grupo en el poder. Los planes de
destruir al Partido Comunista no es otra cosa que privar a los
ciudadanos del derecho constitucional de libertad de expresión,
manifestaciones y reuniones. Es el intento de amordazar a las fuerzas
políticas y sociales que no están de acuerdo con la política actual de
los gobernantes. Eso complica bruscamente la posibilidad del dialogo
panucraniano, la única posibilidad de salir de una gravísima crisis,
restablecer la paz y la concordia.
La ilegalización de uno de los más
antiguos e influyentes partidos políticos de Ucrania -el Partido Comunista- es un paso
para fortalecer el totalitarismo. La ilegalización del partido comunista
en la historia de Europa siempre anunciaba el ascenso del fascismo.
Política del Occidente en Ucrania
No cabe duda alguna de que la crisis que
causó la guerra civil en Ucrania fue provocada en una considerable medida por
Estados Unidos y sus aliados. La política de Occidente en cuanto a
Ucrania aun desde los tiempos de “Maydan-1” en 2004 tenía carácter de
una burda intromisión en los asuntos internos de un Estado soberano.
Desde aquel entonces, esa política ha cambiado y se ha hecho más
descarada. Hace apenas varios meses, la vice secretaria de Estado de los
EE.UU V. Nuland, siendo franca
en su deseo de demostrar la fuerza real de la influencia norteamericana,
declaró que su país había gastado no menos de 5 mil millones de dólares
para crear una base de apoyo en Ucrania.
Pero esa suma realmente colosal se usó
para crear un sistema poderoso de “organizaciones no gubernamentales” y
medios de información “independientes”. Según algunas estimaciones, en
el sistema de manipulación de la opinión publica creado por los
norteamericanos participan no menos de 150 mil personas que reciben
becas y subsidios occidentales.
No hay duda de que la política agresiva
del poder de los nacionalistas de Bandera no solamente recibe apoyo
total de Estados Unidos. La Junta actual se ha convertido en una
herramienta directa de Norteamérica para romper los lazos multiseculares
entre nuestros pueblos e incorporar a Ucrania en su órbita
político-militar.
La tarea principal de los marionetistas
extranjeros es no construir una Ucrania democrática y próspera sino
apoderarse de sus recursos naturales: hulla, mineral de hierro,
yacimiento del gas de esquistos descubiertos recientemente así como los
mercados de venta. El golpe de estado en Ucrania fue de vital
importancia para Estados Unidos. La deuda colosal de Estados Unidos de
17 billones de dólares lo empuja más fuertemente hacia la búsqueda de
una salida a la situación económica desastrosa. Esa salida según los
dirigentes de Estados Unidos podría ser la conquista de los mercados
europeos o guerras para las que el conflicto en Ucrania podría servir
como detonante. Es claro que tal política provocará la quiebra final de
la economía ucraniana. Ya son casi un millón los refugiados. Ucrania
dejará de ser un pais amistoso para Rusia y será integrado en la OTAN
con emplazamiento del sistema de Defensa Anticoheteril y armas del
primer golpe mucho más cerca de las fronteras con Rusia.
La hipocresía del Occidente consiste en
que por una parte separa violentamente de Serbia la provincia de Kosovo
auténticamente serbia y Metoquia mediante una agresión directa y las
limpiezas étnicas. Por otro lado, no reconoce cínicamente la voluntad de
los habitantes de Crimea y Nueva Rusia que aspiran a reunificarse con
Rusia. Aún más, el Occidente se tapa obstinadamente los ojos ante los
crímenes de guerra monstruosos que perpetran los destacamentos de
bandidos de la Junta destruyendo con bombardeos de artillería ciudades y
poblados. Según los datos de la ONU, en Nueva Rusia ya fueron
asesinados más de 2200 civiles. En realidad el número de victimas es
mucho mayor. Pero los “humanistas” occidentales y los medios de
comunicación por ellos controlados están silenciando adrede la
catástrofe humanitaria en las regiones antes prósperas.
Es muy demostrativo que el estallido del
descontento en Occidente por el accidente del avión Boeing de Malasia
con centenares de pasajeros de a bordo ya se aminoró rápidamente cuando
se ponía claro que el avión fue derribado por la Defensa antiaérea de
Ucrania. Bajo el pretexto del peligro para la vida de los expertos se
pone fin a la investigación del accidente. Se hace cualquier cosa para
salvar a los auténticos culpables que más pronto hay que buscar en
Washington y Kiev.
En la política norteamericana están
dominando como antes los llamados neoconservadores que desconocen
completamente las nuevas realidades del mundo y procuran el dominio
global de Estados Unidos. No les detienen los duros fracasos de la
política exterior de Norteamérica en Irak y Afganistán ni el fiasco de
su política en Siria. Al mismo tiempo, sería incorrecto pasar por alto
las evidentes discordias en el campamento occidental sobre el “problema
ucraniano”. Europa, que está atravesando una dura crisis política y
económica, ocupa una posición menos activa que Estados Unidos en cuanto a
Ucrania se refiere.
Aún más, los políticos y hombres de
negocio occidentales se opusieron a las sanciones contra Rusia
entendiendo perfectamente que es el arma de doble filo y las sanciones,
sobre todo las económicas, pueden surtir el efecto negativo sobre la
situación en Europa que padece las enfermedades crónicas aun sin ellas.
En Europa también entienden que los
norteamericanos quisieran que sus socios-competidores entren en una
nueva crisis como lo fue en los 1990 en los Balcanes para debilitar a la
Unión Europea, y mantener la dependencia europea de Norteamérica. Ello
explica la postura más realista de la UE en Ucrania. Por otro lado no
podemos engañarnos que el conflicto de intereses entre Estados Unidos y
la UE debilitaría la estrategia antirrusa del Occidente. Al fin de
cuentas, la oligarquía mundial obligó a los políticos eurooccidentales a
subordinarse a Norteamérica y sus planes más agresivos.
El Partido Comunista de la Federación
Rusa_PCFR y la política de Rusia
El golpe de estado en Ucrania y la
subsiguiente operación punitiva contra la población de Nueva Rusia es
una señal para la política exterior rusa y nuestro Estado. Desde hace
tiempo el PCFR señalaba que la prioridad en las relaciones con Occidente
en perjuicio al desarrollo de relaciones con los pueblos hermanos de la
URSS contradice a los intereses de largo plazo de Rusia. La política de
Rusia para con Ucrania durante mucho tiempo consistía exclusivamente en
el aseguramiento del tránsito de gas a Europa. En varias ocasiones el
Partido Comunista advirtió sobre el peligro de que Ucrania quedara en la
periferia de nuestra política, y fue designado como nuestro Embajador
el señor Zurabov que anteriormente sufrió un fiasco total en el cargo
ministerial.
Los acontecimientos en Crimea y Nueva
Rusia pusieron al descubierto mediante un ejemplo concreto todo lo
nefasto de la política liberal para Rusia. Con un 10 por ciento escasos
del sector publico existente luego de la privatización total, nuestro
país se enfrenta a duras penas con los retos de la modernidad. Nuestro
potencial económico casi no alcanza para la integración de Crimea. El
predominio del capital privado en el sector financiero deja al país
sin fondos necesarios cuando se requiere movilizar todos los recursos.
Resulta que no hay otra salida que sacar recursos de los fondos de
pensiones. Es con dificultades que se forma el puño armado en
condiciones actuales puesto que los señores liberales lograron llevar
las Fuerza Armadas casi hasta la parálisis. Con tristeza recuerda uno
las poderosas Tropas de construcción de la época soviética casi
eliminados por las autoridades debido a su “innecesidad” cuando conoces
los problemas de tránsito a Crimea durante la temporada de vacaciones
del año 2014. Nosotros, los comunistas, durante años no solamente
advertíamos sobre la destrucción liberal de todo y todos, sino
presentábamos un programa de medidas urgentes para fortalecer el
potencial del Estado. La indiferencia y, a veces, la adversidad de las
autoridades a nuestras propuestas determinaron todo el abanico de
problemas actuales.
Últimamente, la dirección de la
Federación de Rusia ha ocupado posiciones que responden en un grado
mayor a los intereses nacionales estratégicos. El inicio fue dado por la
posición firme en torno a los acontecimientos en Siria donde Rusia
impidió la intervención de los países miembros de la OTAN y el
derrocamiento del gobierno amigo de Bashar Asad. El siguiente paso fue
la postura decidida de Moscú en el problema de retorno de Crimea a
Rusia. El PCFR respaldó esos pasos.
Consideramos que una respuesta dura a las
sanciones económicas occidentales es un importante testimonio de que la
dirigencia de la Federación de Rusia sigue adelante en la política de
realismo, de la defensa de los intereses nacionales. Conocemos
naturalmente que ella se enfrenta con la posición de los liberales que
controlan el bloque económico del gobierno. Pero las amenazas que llegan
del Occidente son tan fuertes y evidentes que la dirección superior del
país es obligada a seguir esa política propuesta insistentemente por el
PCFR desde hace muchos años. Por ejemplo, las autoridades han
comprendido finalmente lo peligroso de la situación cuando el 60 % del
mercado de alimentos ruso lo inundaron productos importados. Y se empezó
a hablar de que la suspensión de la importación de productos
agropecuarios desde la Unión Europea sería ventajosa para los
productores nacionales ya que sólo ellos son capaces de alimentar al
país en las condiciones de las sanciones.
Partimos de que el desarrollo de la
situación en Ucrania amenaza objetivamente a la seguridad de Rusia. No
se puede observar impasiblemente como cerca de nuestras fronteras, con el
apoyo del Occidente, se forma un régimen con ideología neonazi,
rusofoba, antisemita. Incluso los analistas experimentados de Estados
Unidos, por ejemplo Stev Kohen conocido en nuestro país y Katrina Vanden
Heuvel hoy advierten directamente desde las páginas de la revista
norteamericana “Nation” que “ahora en Ucrania puede suceder rápidamente
lo inconcebible: no simplemente una nueva “guerra fría” que ya ha
empezado sino una guerra bien real entre las fuerzas de la OTAN y
Rusia”.
Es necesario revisar decididamente la
política de Rusia en Ucrania.
Se requiere dotar de un carácter mas integral nuestras relaciones con el pueblo hermano y activar la cooperación en materia de la economía, ciencia, cultura y educación.
Se requiere dotar de un carácter mas integral nuestras relaciones con el pueblo hermano y activar la cooperación en materia de la economía, ciencia, cultura y educación.
La situación necesita un apoyo enérgico
de las fuerzas políticas, asociaciones no gubernamentales que se
pronuncian en pro de la amistad histórica de nuestros pueblos. Hay que dar
la luz verde a todas las iniciativas dirigidas al apoyo de nuestros
compatriotas en Ucrania. Desde el inicio de la situación los comunistas con hechos
concretos ayudaban y ayudan a Nueva Rusia en su lucha. Hoy por hoy,
enviamos más de 1200 toneladas de ayuda humanitaria. Es no más que el
inicio. El partido se incorporó muy activamente en lo que podríamos
llamar como trabajo político-diplomático. Lo estamos haciendo todo para
atraer la atención de los gobiernos europeos a la amenaza de una nueva
gran guerra. En particular, lo advertí en mi carta dirigida a los
líderes de Francia, Alemania e Italia, países que sufrieron más del
fascismo y los horrores de la Segunda Guerra mundial. El PCFR respalda
activamente la idea de celebrar en la ciudad de Minsk el encuentro de
los presidentes de Rusia, Bielorrusia, Kazajistán y Ucrania. En vísperas
del 70 Aniversario de la Gran Victoria que según parecía sepultó para
siempre al fascismo ese encuentro sería un paso muy significativo.
El PCFR expresa solidaridad con todos los
participantes en la Resistencia popular
Va nuestra solidaridad para los rusos, ucranianos, personas de diferentes nacionalidades que de una manera audaz y enérgica luchan contra los neonazis. Expresamos nuestra solidaridad con los comunistas de Ucrania que son blanco de la violencia por parte de los extremistas.
Va nuestra solidaridad para los rusos, ucranianos, personas de diferentes nacionalidades que de una manera audaz y enérgica luchan contra los neonazis. Expresamos nuestra solidaridad con los comunistas de Ucrania que son blanco de la violencia por parte de los extremistas.
Uno de los rasgos importantes de los
ciudadanos de Ucrania es su rechazo a una acción de reconciliación con el poder de fascistas y
ladrones, y por el contrario su firmeza y su disposición constante de protestar, de echar abajo a los
líderes que han perdido la confianza. Esa característica del pueblo
ucraniano facilita mucho a los marionetistas la organización de
diferentes actos de desobediencia y “revoluciones naranja”, protestas
ficticias que persiguen objetivos diferentes a los escritos en las
consignas y declarados en los mítines.
Pero esta propiedad de los ucranianos
también permite suponer que el actual régimen de Kiev no sea duradero,
que la resistencia abnegada por parte de Donbas y Lugansk se proyecte
sobre la mayor parte de Ucrania y provoque la caída del régimen. Pero
existe el peligro de que como resultado de las “elecciones
parlamentarias” en octubre del año en curso la actual “elite” ucraniana
sea sustituida por los radicales más extremistas que profesan nacismo y
rusofobia no disfrazada y la ideología de Bandera se afirme en Ucrania
en calidad de ideología gobernante. Y la sociedad ucraniana dividida
definitivamente en bandos irreconciliables se va a sumir en un conflicto
civil más cruel que el actual.
La única disyuntiva salvadora de la
situación actual podría ser el cambio total del sistema económico-social
en Ucrania, el retorno a los principios del estado social en el cual
Ucrania alcanzó la situación de prosperidad en la época soviética.
Estamos convencidos que las fuerzas sanas de la sociedad ucraniana
lograrán la victoria y harán que los sucesores de Bandera se metan en
las mismas catacumbas de las que habían salido.
Fuente:PCFR/quevuelvalaurss/PrensaPopularSolidaria
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com
Fuente:PCFR/quevuelvalaurss/PrensaPopularSolidaria
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com
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