Desde esa soledad de esta incansable caminante de la vida vamos a sumar nuestras soledades para hacer juntos el camino. Que la soledad que hoy le acompaña a Verónika en su andar se convierta en una multitud invencible de voluntades que nos permitan llegar a la meta, para de ahí proseguir la otra marcha, la marcha para construir un país donde la felicidad no sea una lejana e irrealizable ilusión que existe a duras penas en la soledad mas recóndita de nuestras mentes. |
Por Fredy León
La soledad es la suerte de todos los espíritus excelentes.
Arthur Schopenhauer
Arthur Schopenhauer
Verónika Mendoza ha iniciado su emocionante caminar rumbo a Palacio de Gobierno acompañada de la soledad mas hermosa que ser humano puede aspirar, esa soledad de la que habla Unamuno y que “sirve para ordenar las ideas, y el corazón, para proyectar, y crear.”
La soledad de Verónika es la soledad de una férrea voluntad fraguada día a día por una bella e inteligente mujer andina que con fuerza, coraje y peleándole palmo a palmo a la vida, se ganó el derecho de abrir nuevos caminos y explorar sitios desconocidos y nunca antes alcanzados por los que llevamos la sangre roja en las venas y en las ideas y tenemos el corazón a la izquierda. Ella sabe que en esta etapa su única opción es atreverse a llegar lejos, lo más lejos posible, y batallar con paciencia y tenacidad para poder alcanzar en su momento esas nuevas cumbres donde habitan los sueños mas hermosos de todo un pueblo.
La soledad de Verónika es la soledad del caminante que con los primeros rayos del sol divisa el horizonte, levanta la mirada limpia y cristalina y se alista para empezar su andar firme y segura, acompañada únicamente de esa su voluntad inquebrantable de querer llegar a su meta con la misma ilusión con que partió, con la confianza que el silencio de la mañana cederá al murmullo de las voces, y que esas voces se transformarán en un bello canto entonado por miles de voces que se juntarán al verla pasar y sumarán sus soledades a la soledad de Verónika.
Verónika sabe que en esa su marcha cada paso adelante será un torbellino que sacudirá el viejo país, removerá conciencias y templará voluntades. Ella no tiene el privilegio de desandar lo andado: si se detiene, el silencio será total; y si retrocede, las hojas del camino borraran sus huellas.
Su mochilla está llena de ilusiones y sueños donde caben todas las ilusiones y sueños acuñados con transparencia, forjados con la entereza de mujer andina, protegidos con la terquedad propia de una mujer luchadora de firmes convicciones morales y que siente que el verdadero cariño que derriba los muros de la otra soledad es el que le entrega su pueblo, su tierra y su patria. Ese cariño conquistado con el ejemplo y la coherencia de la palabra y los actos.
La soledad de Verónika encarna la soledad de los que luchan todos los días, los que aspiran a una vida mejor, los hombres y la mujeres de nuestro pueblo que honestamente se ganan el pan para sus hijos con el sudor de su frente, los jóvenes que sueñan y anhelan ser felices, las mujeres que desde el silencio hacen patria, los empresarios que con su esfuerzo honesto contribuyen a la generación de la riqueza, los que sienten el peso muerto de la historia que los margina y estigmatiza por ser diferentes, los que siendo muchos se vuelven pocos a los ojos de un poder que embrutece, degrada a la persona humana y convierte la vida en una feroz lucha contra el tiempo.
Es la soledad de esa voz clara y diáfana que acusa de frente a los pocos que tienen todo y quieren y ambicionan más, a los que han convertido nuestro país en un refugio de políticos sinvergüenzas, aventureros y comechados que rinden pleitesía al poder del dinero, que su máxima aspiración es vivir del presupuesto nacional y que sus promesas en tiempos de elecciones no tienen valor alguno.
La soledad de Verónika se nutre de esa fuerza telúrica “capaz de convivir y construir caminos compartidos, que no está vacía de gente, sino muy llena, que no huye sino que busca y encuentra”, que convoca y suma porque tiene la convicción que la patria o es de todos o es de nadie.
La soledad de Verónika no es la soledad de los que se han quedado solos en la vera del camino, abandonados por la decencia, derrotados por la vida, carentes de pasiones por las ideas, incapaces de generar ilusiones por la patria y que terminan su existencia olvidados en los sótanos de la historia.
La soledad de Verónika es la soledad de quien siente que debe marchar adelante, abriendo caminos y señalando con firmeza el rumbo a seguir por un pueblo que lleva en su sangre la rebeldía de la historia, es la soledad de la voluntad de lucha que va al encuentro de la soledad de esa fuerza multitudinaria de su pueblo para hacerse uno, para volver transformado en la soledad organizada de los que luchan y buscan derribar los muros que nos aíslan, nos incomunican y nos mantienen separados. Es la soledad de los que encarnan los sentimientos de las multitudes y se crecen en las dificultades.
Desde esa soledad de esta incansable caminante de la vida vamos a sumar nuestras soledades para hacer juntos el camino. Que la soledad que hoy le acompaña a Verónika en su andar se convierta en una multitud invencible de voluntades que nos permitan llegar a la meta, para de ahí proseguir la otra marcha, la marcha para construir un país donde la felicidad no sea una lejana e irrealizable ilusión que existe a duras penas en la soledad mas recóndita de nuestras mentes.
Fuente: PCP/PrensaPopularSolidaria
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