La Torre 7 que se derrumbó el 11-S lo hizo unas 7 horas después de caer a su vez las Torres 2 y 1 (Sur y Norte), en apariencia por el impacto en ellas de dos sendos aviones civiles secuestrados, según el FBI (Buró Federal de Investigaciones, en inglés), por 15 terroristas de Arabia Saudí y 4 de Emiratos Árabes Unidos (EAU), Egipto y El Líbano de la banda takfirí Al-Qaeda.
De acuerdo con el relato de Howard, su equipo (de cuatro hombres) tenía asignada la tarea de demoler la Torre 7 camuflando el hecho de que se trataba de una demolición, algo que les facilitó la situación, según él, de que “prácticamente todas y cada una de las oficinas de la Torre 7 estaban alquiladas por la CIA, el Servicio Secreto o el Ejército”.
Tras la acción de los explosivos, los restos del edificio, de 47 plantas, fueron derribados por el servicio de bomberos sin que nadie resultara dañado, lo que celebraron los agentes, preocupados aun así por que todo hubiera salido “demasiado redondo”, pudiendo levantar sospechas, en particular después de que la cadena paraestatal británica BBC diera la noticiadel derrumbe de la Torre 7 veintitrés minutos antes de que ocurriera.
Ese mismo día, de hecho, apuntó ya que en la caída de las torres debían haber sido empleados explosivos el actual presidente de EE.UU., Donald Trump, entonces constructor con décadas de experiencia con torres de gran altura en la misma Nueva York (noreste).
El autor de las confesiones dice haber aceptado entonces participar en la demolición y haber permanecido en silencio porque, “cuando eres un patriota, no pones en cuestión los motivos de la CIA ni de la Casa Blanca. Asumes que el propósito global obedece a un bien superior”.
Fuente: Diario Juventud/PrensaPopularSolidaria
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