Por: Jerónimo Carrera
Son muchas las veces, ciertamente, que en esta columna sobre los tan variados asuntos internacionales actuales, ya he expresado mi permanente admiración por el pueblo vietnamita y sus gobernantes. Sinceramente puedo decir que no me canso de hacerlo, y en ningún momento he tenido motivo alguno para arrepentirme de lo dicho.
Y es que esta república asiática de nuestro tiempo, conocida en la época del colonialismo como la “indochina francesa”, brinda una ejemplar lección al resto de la humanidad en muchos aspectos, no sólo políticos. Son resaltantes, no hay duda, las personales del conjunto de sus gobernantes, en lo relativo a una ética que bien podemos calificar como sorprendente.
Todo esto me ha venido a la mente, ahora mismo, pues acabo de tener el placer y honor de conversar aquí en Caracas con el nuevo Embajador de la República Socialista de Vietnam, el camarada NGO TIEN DUNG, quien luego de presentar sus cartas credenciales al gobierno venezolano, “como Dios manda en el mundo diplomático”, ha tenido el gesto de visitarnos a sus camaradas del PCV en nuestra simbólica e histórica sede, el Edificio “Cantaclaro”.
Acompañado desde luego por ese singular personaje, ya casi tan venezolano como lo sigue siendo vietnamita, TO NGOC THACH, en su condición de Consejero de la Embajada, y mi gran amigo personal. Además, con ellos nos visitó un joven vietnamita, sorprendente por ser verdaderamente internacional, dada su formación en múltiples países y con gran número de idiomas como propios.
He escrito en repetidas ocasiones, claro, que el milagro que es Vietnam se explica sencillamente por ser la creación de uno de esos seres excepcionales que de vez en cuando aparecen en la humanidad. Y es que HO CHI MINH (1890-1969) era mucho más que un dirigente en el sentido político: un apóstol, un guía, un maestro, todo esto se resumía en un ser humano incomparable.
Lo que yo considero milagroso, es cómo sus virtudes llegaron a ser entendidas por todo un pueblo. Al punto que cuando él murió en ese país suyo todo continuó igual. Un milagro que ha transformado a ese país, en apenas medio siglo, en un país industrial y con una clase obrera bien preparada para ejercer la dirección del país.
El Vietnam que yo visité, allá por los años de la década de los duros años ’60, justo en medio de su guerra de liberación enfrentados a los imperialistas yanquis que ocupaban la mitad del país, se ha convertido bajo la dirección de su Partido Comunista en un modelo, un valioso modelo para países como nuestra Venezuela y otros de la llamada América Latina.
Casi nadie, por acá en nuestra parte del mundo, conoce hoy los nombres de los gobernantes vietnamitas. Más que herederos son los continuadores, exactamente, de la obra comenzada por el TIO HO, y también de aquel grupo de dirigentes que lo acompañaron. Algunos de ellos conocidos por mí allí en Hanoi, como el famoso General Gyap y el poeta To Huu.
En fin, para terminar hoy, relato que hace unos pocos días he tenido una muy grata experiencia con relación a Vietnam. Y es la de haberme devuelto los familiares de un gran amigo mío, Miguel Urosa, profesor universitario venezolano, cumanés exactamente, y ya fallecido, un instrumento musical vietnamita que yo le regalé.
Es un instrumento tipo bandola o guitarra, el Dañ Ty-Ba, y me lo trajeron a Praga, desde Vietnam, mis camaradas venezolanos muy recordados: “Fernando” (Teniente Nicolás Hurtado), “Contreras” (médico Emigdio Cañizales Guédez), ambos fallecidos ya hace unos años; y “R. Ariza” (Juan Vicente Cabezas) y “Napoleón” (Angel Suzarini), y estos dos, siempre revolucionarios en la Venezuela de hoy.
Fuente: PrensaPopularSolidaria
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*Organizado por el Partido Comunista Peruan...
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