Por: Gavroche
La victoria del capitalismo imperialista en la Guerra Fría ha resultado efímera. Además de fracasar en la subversión de los países socialistas no europeos, no ha podido evitar que, con la ayuda de China, se desarrollaran unas economías emergentes que están descomponiendo la arquitectura del sistema dominada por las viejas potencias occidentales. Por si esto fuera poco, desde 2007, éstas se encuentran empantanadas en una gran crisis con mal pronóstico. A consecuencia de ello, se está resquebrajando su sólida hegemonía sobre la población, en cuyo seno la protesta crece en extensión y en profundidad.
Sin embargo, al mismo tiempo, parece que no está a la vuelta de la esquina la sustitución revolucionaria de este régimen en decadencia. No sólo está en crisis el imperialismo, sino también su antagonista y sucesor natural. La crisis del comunismo -que estalló en los años 50 con el XX Congreso revisionista del PCUS- ha entrado ahora en una nueva etapa caracterizada por el enfrentamiento de dos tendencias extremas que estorban la unidad de acción de la clase obrera: la tendencia de quienes han renegado del marxismo-leninismo para caer en el reformismo y la tendencia de quienes oponen a éstos una versión dogmática o "izquierdista" de la teoría proletaria.
El principal error entre los comunistas de hoy
Después de que las ideas reformistas destruyeran la URSS y sirvieran de trampolín para tantos servidores del imperialismo como Felipe González y Zapatero, lo tenemos mucho más fácil para cuestionar su credibilidad. Pero resulta que no son las ideas del marxismo-leninismo las que prevalecen frente al reformismo, al menos en el movimiento obrero de muchos paíeses.