Por: Vicenç Navarro.
La gran mayoría de medios españoles están presentando la situación que ocurre en Ucrania como un alzamiento popular en contra de un gobierno corrupto y sumamente impopular.
De ahí
que esté generando una simpatía generalizada, favorecida por unos medios
que, todavía estancados en la ideología de la Guerra Fría, ven a Rusia
como el enemigo. Y puesto que Rusia había apoyado a ese gobierno,
mientras que los que se le opusieron favorecían más su conexión con la
Unión Europea, se explica la lectura tan favorable de la revuelta
popular contra el gobierno, la cual ha acabado deponiéndolo, aun cuando
dicho gobierno había sido elegido democráticamente.
Ni que decir tiene que la revuelta
contra el gobierno depuesto ha sido una revuelta popular. Pero la
realidad es más complicada que la que los medios anuncian. En realidad,
no se ha señalado (con la excepción de Rafael Poch, corresponsal de La
Vanguardia en Alemania) que hoy Ucrania es el único país de Europa donde
existen miembros de un partido nazi en posiciones de gran poder.
El
partido nazi se llama paradójicamente Libertad (Svoboda) y sus miembros
en el gobierno son el ministro de Defensa (Igor Tenyukh), el viceprimer
ministro para Asuntos Económicos (Aleksandr Sych, que es el ideólogo
del partido que ha presionado, entre otras medidas, para que se prohíba
el aborto), el ministro de Agricultura Igor Shvaika (uno de los mayores
terratenientes de Ucrania), el ministro de Ecología (Andriy Moknyk, que
había sido la persona de contacto con grupos nazis europeos), el
director del Consejo Nacional de Seguridad Andry Parubiy (y director de
la milicia militar del partido), el Fiscal General del Estado (Oleh
Makhnitsky), y el ministro de Educación Serhiy Kvit, entre muchos otros.
El poder de este partido condiciona claramente al nuevo gobierno de
Ucrania.