Sábado 16 de octubre de 2010
“Si un pueblo está obligado a obedecer y obedece, hace bien, pero, si puede sacudir el yugo y lo sacude, obra todavía mejor” Jean-Jacques Rousseau
“La facultad de poder enjuiciar las cosas ha sido concedida a los hombres para que la utilicen” John Stuart Mill.
Resultan admirables los cambios de postura que por estos días están mostrando muchos de los hondureños que brindaron su concurso – por acción u omisión – para el rompimiento del orden constitucional. Al parecer, la vergüenza internacional que hemos debido soportar, como parte de las consecuencias del golpe de Estado militar, cuya manifestación más dolorosa, después de las violaciones a los derechos humanos de muchos compatriotas, es la terrible crisis económica y social que abate al país, ha encendido la llama de su ambición y doble moral.
Evocar la conducta y las declaraciones de los “columnistas y analistas” de aquel entonces, - deshonrados hoy en demasía por su abyección - en las que incitaban al golpe, como represalia y solución final contra Manuel Zelaya, por atreverse a gestionar el proyecto de la cuarta urna, mientras ahora, en el mayor de los cinismos, algunos de ellos pregonan la factibilidad del Poder Constituyente, mecanismo político de mucha mayor envergadura que una simple encuesta, no deja de conmovernos, por más que estemos acostumbrados a la hipocresía.
Y es que, debido a las fuertes presiones y maniobras internacionales, tendentes a disipar la efervescencia social, a lo diezmado que el cártel golpista dejó el tesoro nacional, por sus actos de corrupción y abuso, de sobra conocidos, y, en virtud del desprestigio que les persigue como su sombra, medio purificado por obra y gracia de unos resultados electorales, que más que legitimidad, generó en muchos, una suerte de sentimientos ambiguos e intermitentes, – desde la extrañeza a la hilaridad – todo nos hace inferir que, finalmente, estos señores están por abandonar, al menos por conveniencia, la insumisión de sus creencias, tan laxas y montaraces, que sólo la ambición y el frío cálculo han podido permear; así se nos presenta la preeminencia de lo espurio sobre lo íntegro; es el triunfo de la raza política hondureña, patética y corrupta, que elevó la doble moral a categorías insospechadas.
Ante la clara urgencia de reparar el tejido social, en la misma forma que históricamente el país lo ha hecho, y porque con creces han tenido que comprobar que no era asunto de tres días resolver la agobiante crisis económica, política y social, provocada por Micheletti, Vásquez y su cohorte de rémoras y patrocinadores.
Y es que, debido a las fuertes presiones y maniobras internacionales, tendentes a disipar la efervescencia social, a lo diezmado que el cártel golpista dejó el tesoro nacional, por sus actos de corrupción y abuso, de sobra conocidos, y, en virtud del desprestigio que les persigue como su sombra, medio purificado por obra y gracia de unos resultados electorales, que más que legitimidad, generó en muchos, una suerte de sentimientos ambiguos e intermitentes, – desde la extrañeza a la hilaridad – todo nos hace inferir que, finalmente, estos señores están por abandonar, al menos por conveniencia, la insumisión de sus creencias, tan laxas y montaraces, que sólo la ambición y el frío cálculo han podido permear; así se nos presenta la preeminencia de lo espurio sobre lo íntegro; es el triunfo de la raza política hondureña, patética y corrupta, que elevó la doble moral a categorías insospechadas.
Ante la clara urgencia de reparar el tejido social, en la misma forma que históricamente el país lo ha hecho, y porque con creces han tenido que comprobar que no era asunto de tres días resolver la agobiante crisis económica, política y social, provocada por Micheletti, Vásquez y su cohorte de rémoras y patrocinadores.
Por ello, pero fundamentalmente, porque les aterra, y lo repito, al extremo de provocarles vértigo e incontinencia, el liderazgo abrumador con que revistieron, por su ceguera, al ex presidente Zelaya y ahora les resulta incómodo y en suma difícil controlarlo a él o al/los depositarios de su herencia política; pero además, porque pretenden adelantarse, a los hechos y a los tiempos propicios, para secuestrar una vez más las justificaciones que dan vida al enorme movimiento social que se les opuso, por ello hoy emprenden ese vergonzoso ejercicio demagógico para reformar – en el primer acto de su comedia – el artículo 5 constitucional, que flexibilice la figura del plebiscito para dar paso a una probable Asamblea Constituyente a la medida de sus intereses.
En ese teatro de marionetas y ditirambos es que ahora redimensionan la soberanía popular; ello nos conduce a una rigurosa reevaluación de las intenciones de nuestro presidente Lobo, quien hoy intenta recoger en el aire el desparrame de los principios democráticos esenciales, contenidos en aquella urna popular que alguna vez pateó, ante la algarabía llena de estulticia de sus correligionarios; es el mismo teatro que por estos días hace lucir las imposturas y el oportunismo de muchos diputados – políticos despersonalizados – que ayer no tuvieron el coraje para oponerse a la sinrazón, votando por partida doble contra la moral política que estaban obligados a defender, pero que hoy intentan manipular, capitalizando como botín político y material una aspiración popular.
Hoy, en esta revitalizada “discusión democrática”, hasta el gendarme y custodio oficial de los derechos humanos se atreve a apostar su cargo por medio de figuras refrendadoras, a las que jamás apeló cuando se trataba de resolver una crisis política que iniciaba, y que pudo haberse detenido con su intervención y exhortación hacia el diálogo, para evitar la destrucción de nuestra economía y la violación de tanto precepto legal. El volumen y calidad de tanta mentira que en estos días circula por los medios deslumbra al más escéptico.
En ese teatro de marionetas y ditirambos es que ahora redimensionan la soberanía popular; ello nos conduce a una rigurosa reevaluación de las intenciones de nuestro presidente Lobo, quien hoy intenta recoger en el aire el desparrame de los principios democráticos esenciales, contenidos en aquella urna popular que alguna vez pateó, ante la algarabía llena de estulticia de sus correligionarios; es el mismo teatro que por estos días hace lucir las imposturas y el oportunismo de muchos diputados – políticos despersonalizados – que ayer no tuvieron el coraje para oponerse a la sinrazón, votando por partida doble contra la moral política que estaban obligados a defender, pero que hoy intentan manipular, capitalizando como botín político y material una aspiración popular.
Hoy, en esta revitalizada “discusión democrática”, hasta el gendarme y custodio oficial de los derechos humanos se atreve a apostar su cargo por medio de figuras refrendadoras, a las que jamás apeló cuando se trataba de resolver una crisis política que iniciaba, y que pudo haberse detenido con su intervención y exhortación hacia el diálogo, para evitar la destrucción de nuestra economía y la violación de tanto precepto legal. El volumen y calidad de tanta mentira que en estos días circula por los medios deslumbra al más escéptico.
En esta época de falsedades políticas nos hemos visto sorprendidos por todo tipo de declaraciones; destacan las de venerables ancianos, doctos constitucionalistas, que con el pecho henchido de republicanismo pretenden desandar el camino de ilegalidad que les llevara a constituirse en los ideólogos de aquellos intelectos disminuidos que no se atrevieron a estudiar y pensar en lo que hacían y apoyaban.
Y no podía faltar la participación femenina, la de algunas de nuestras elegantes damas de la política, funcionarias y/o diputadas, que afligidas ante la pérdida de sus antiguos encantos, las hemos visto exhibirse y declararse – en el clímax de su ignorancia – como democráticas y a favor de consultas, pero eso sí… orgullosamente golpistas, como sin empacho lo reafirman. ¡Qué contradicción la de estas gentes; que viva el oportunismo y la doble moral!.
Fuente: Honduras Contra el Golpe de Estado/ PrensaPopularSolidaria
Correo: pcvmirandasrp@gmail.com