Por: Jerónimo Carrera
Esta vez nos ocuparemos de un tema que resulta ciertamente casi podemos decir que insoslayable, al menos para una columna dedicada a temas internacionales. Me refiero desde luego a la trágica y más que espantosa situación que se vive actualmente, como por un fatal designio, en esa minúscula parte del Medio Oriente que se conoce con el expresivo nombre de Franja de Gaza.
Debo confesar que yo hubiera preferido abstenerme de escribir sobre tan polémico caso, más que nada por razones muy personales, puesto que tengo amigos muy apreciados tanto entre árabes como judíos, y me temo que lo que voy a expresar les cause disgusto o decepción a todos ellos. Aunque por mi remota procedencia familiar ibérica me permito pensar, sin pretender asumir pose de neutralidad frente a los actos criminales de ambos bandos, que quizás puedo invocar en alguna medida comunidad de sangre con unos y otros.
Pero de lo que sí estoy convencido es de lo terriblemente absurdo que es el conflicto llamado árabe-israelí, cuyas consecuencias cada día se hacen más dolorosas para esos pueblos y constituyen realmente un bochorno para la comunidad internacional.
Dilucidar quién es el agresor, como ante un tribunal se hace para condenarlo, es algo que carece de sentido práctico. Una condenatoria sin castigo no tendría ningún efecto concreto. Lo que sí es urgente, e indispensable para hacer avanzar el sistema de seguridad colectiva proclamado en la Carta de las Naciones Unidas, es dar comienzo ahora mismo a un proceso de negociación que conduzca a una paz estable para toda la región. Porque de no hacerse tal cosa, todo seguirá igual, de un episodio bélico a otro. Un día es el Líbano, otro es Iraq y el siguiente en cualquier otro país de la misma región.
Nada o muy poco se contribuye, en realidad, al objetivo esencial de una paz duradera en el Medio Oriente, con alineamientos de boca y desde lejos, o con rompimientos de relaciones diplomáticas. Si en verdad queremos solidarizarnos con las víctimas de los agresores es indispensable atacar las raíces del problema.
Bien las señaló un antiguo ministro del laborismo británico en un libro titulado The End of Empire: “Pues no cabe la menor duda de que, por lo que respecta a la pura riqueza, no ha habido nada en la historia del imperialismo que pueda compararse al petróleo del Medio Oriente. Cierto es que Inglaterra ha tenido que compartir la explotación de este tesoro con el capital norteamericano y, cada vez más, con los árabes que viven encima de él. Pero también es cierto que es mucho lo que hay que repartir.” (Pág.177, John Strachey, El Fin del Imperio, Fondo de Cultura Económica, México D.F. 1962, 406 págs.)
En suma, el petróleo es lo que está en el fondo de este problema, y todavía la humanidad vive su era petrolera. Para buscarle la solución justa y permanente, las terceras partes como lo es nuestra Venezuela petrolera debemos saber jugar las cartas apropiadas. Acudamos pues a la influencia que tengamos en la OPEP y en la ONU, para hacer presión sobre los verdaderos causantes de esta tragedia en la Franja de Gaza: los gobiernos de los monopolios imperialistas en Washington y Londres.
Incidentalmente, también debemos recordarles a nuestros amigos árabes que hay un venezolano, Ilich Ramírez Sánchez, preso en una cárcel desde hace más de doce años, en Francia, precisamente por ser un participante activo en las luchas del pueblo palestino, y quien merece sin duda una solidaridad que hasta ahora ha estado faltante de parte de ellos. Pero lo cual no obsta para que yo, comunista y por lo tanto internacionalista consecuente, exprese mi posición solidaria con el pueblo palestino.---
Fuente: PrensaPopularSolidaria ComunistasMiranda
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com
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