La Universidad Simón Rodríguez de cara al momento histórico.Dra. Iluska Coromoto SalazarVicerrectora Académica
28 de enero de 2010
Este mes da cuenta de datos que nos invitan a una profunda reflexión. Un 28 de enero de 1853 nace José Martí, en la ciudad de La Habana, quien ya para entonces advertía y luchaba en contra de la anexión de los pueblos de nuestra América al Norte.
Martí era un convencido de la necesidad de impedir a tiempo, con la independencia de Cuba, que los Estados Unidos se extendieran por las Antillas y aprisionaran para sí nuestras tierras americanas. Proyecto imperial que aún constituye la médula de nuestras batallas, porque el imperialismo norteamericano en alianza con las oligarquías criollas no ha cesado en sus intenciones y utiliza distintos medios para subyugar a nuestros pueblos.
Hoy lo estamos viviendo cuando el gobierno norteamericano pasa por encima del dolor del pueblo de Haití para establecer sus fuerzas militares en este territorio de manera indefinida, con una clara amenaza hacia los pueblos del Sur. Éste plan representa el objetivo de las fuerzas imperialistas, las que, desde el punto de vista geopolítico y estratégico, pretenden extender sus dominios, debilitados desde la revolución independentista en América Latina. Pero no pasarán porque la unidad de los pueblos bolivarianos y latinoamericanos lo impedirá.
Son estas las razones que conducen a identificar este proceso de cambios profundos como un proceso anti-imperialista, bolivariano y martiano. De este modo la construcción del proyecto bolivariano y socialista tiene como acción estratégica la lucha contra el imperialismo norteamericano en todas sus dimensiones: en lo económico, en lo militar, en lo cultural, en lo político y en lo educativo. Nos corresponde a nosotros y nosotras desde las universidades la construcción e impulso de las transformaciones educativas al lado de nuestro pueblo, desde una perspectiva latinoamericana emancipadora y anti- imperialista.
Así el pensamiento de Martí constituye un hilo denso y complejo para guiar estas transformaciones vigorosamente unidas con el pensamiento y acción de Simón Rodríguez, Simón Bolívar, Ezequiel Zamora –árbol de las tres raíces que sustenta el Proyecto bolivariano.
Desde la integración del pensamiento y acción de estos visionarios revolucionarios y, a la luz de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y la Ley Orgánica de Educación, es que asumimos el profundo compromiso de la transformación universitaria, conscientes del impostergable propósito de contribuir en la formación de un nuevo republicano, para fundar una nueva república. De modo que el horizonte ontológico, epistemológico y metodológico de una praxis curricular transformadora deberá nutrirse de esta savia como alimento vital. De Bolívar: el humanismo y la ética socialista; de Rodríguez, el ensayo propio, la educación popular y la inclusión social; de Zamora, la generación de formas de producción social colectiva, ! Tierras y hombres libres¡
Hacia allá vamos con la Universidad Nacional Simón Rodríguez en la gestión curricular transformadora, y lejos de asumir posturas filosóficas sustentadas en experiencias educativas foráneas, volcamos la mirada en Latinoamérica y el caribe para reencontrarnos con los pilares sustantivos de la educación transformadora, emancipadora y liberadora, porque hablar de transformación de la gestión curricular universitaria es ahondar en la construcción de la sociedad socialista, en el hombre y la mujer nuevos, como finalidad de la acción educativa. Lo que además nos orienta hacia el encuentro con el pensamiento latinoamericano para impulsar una teoría curricular nuestra que atienda a nuestras raíces y no copie modelos foráneos.
¡O inventamos o Erramos!
Así cuando nos interrogamos sobre el por qué, para qué y cómo educar, nos acompañamos de la lectura reveladora de Martí quien escribe:
“Educar es depositar en el hombre toda la obra humana que le ha antecedido; es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, […] ponerlo a nivel de su tiempo […] prepararlo para la vida (II, 507) A lo que agrega “Educar es dar al hombre las llaves del mundo, que son la independencia y el amor…”
Por ello la educación es un acto de amor que tiene sentido si prepara a todos y todas para las grandes luchas de la humanidad, para vivir y recrear un hombre y una mujer nuevos; dialécticamente imbricados con una base espiritual, material y cultural humanista en la edificación de la sociedad justa y equitativa. Sociedad que se genera y regenera y que a su vez es construida y reconstruida por los hombres y mujeres en un tiempo y espacio histórico determinado.
Y nuestro tiempo es el Tiempo histórico que vivimos en Venezuela, en Latinoamérica y el mundo, es el tiempo de revolución, tiempos de lucha entre dos sistemas antagónicos: un sistema explotador que hizo de la educación una mercancía y del sujeto un ser individualista aislado de su realidad y el nuevo sistema que estamos construyendo, el cual es un sistema de justicia y equidad sobre la base de la cooperación y la solidaridad.
De modo, que la transformación educativa universitaria y por ende la transformación curricular se sitúa en el tiempo histórico de la construcción de una sociedad socialista, una sociedad cimentada sobre la inclusión social, la justicia y la equidad, las relaciones de producción sin explotación y la profunda valoración del ser humano en sus dimensiones: espiritual, cultural, física y material.
Los pilares sustantivos que constituyen las bases sobre las cuales entendemos la edificación del currículo emancipador, en la formación de un hombre y una mujer nuevos, son:
1. La participación democrática y protagónica. Un currículo que posee como médula fundamental la creación y recreación de espacios para la participación y construcción colectiva, desde la universidad, pero además en interacción con los escenarios de vida, habitat y trabajo, entendidos como los espacios vitales donde producimos sentidos y significados.
2. La generación de formas productivas colectivas para el desarrollo endógeno sustentable y sostenible. Un currículo que forme en lo teórico, metodológico y práctico, para crear y recrear esas formas de producción colectivas desde las áreas de conocimiento, haciendo énfasis en la relación dialéctica entre la teoría y la práctica. Formando para diseñar y generar proyectos: cooperativas, microempresas, empresas de producción social, porque la construcción de la nueva sociedad demanda de una base material que garantice una vida digna y una economía no dependiente de los centros de poder imperialista.
3. La identidad y multiculturalidad. Un currículo que promueva los valores de la Venezolanidad, que devele nuestras múltiples identidades, propias de la constelación de culturas precolombinas, Africanas, y Europeas, que dan cuenta de nuestra multiculturalidad como proceso único e irrepetible que garantice el respeto y la inclusión.
4. La ética y valores socialistas. Un currículo que se nutre con valores de solidaridad, cooperación, fraternidad, justicia social, que promueva el bien común sustentada en una moral colectiva.
5. La praxis de formación en los escenarios de vida. La praxis formativa de los participantes tendrá como escenarios fundamentales los distintos ámbitos de habitat, vida y trabajo: la familia, las comunidades, las instituciones, las empresas de producción social, en éstos transcurrirá con mayor énfasis el tiempo dedicado al aprendizaje y la investigación, en interacción dialógica con las organizaciones sociales y los distintos actores que conviven en dichos espacios.
6. Los proyectos y la multidisciplinariedad. Los proyectos tienen en la formación del participante un valor fundamental. De lo que se deriva un modo de organizar los conocimientos desde los proyectos y los colectivos de saberes y de investigación como base para la generación de implicación, y compromiso en la construcción de una sociedad nueva.
7.- Acreditación del aprendizaje que valora la experiencia existencial de la persona porque la considera un saber constituido.
Desde esta mirada estamos construyendo colectivamente los nuevos programas de formación, cuya puesta en práctica se iniciará en este año 2010, año del Bicentenario de la Independencia, proceso inconcluso que tuvo en sus fuentes los movimientos revolucionarios de esclavos, negros y mestizos, con José Leonardo Chirino, la sublevación de Gual y España y, a Francisco de Miranda, que con sus luchas alimentaron la independencia.
Tarea histórica que asumimos colectivamente con alegría y paso firme y exhortamos a todos y todas aquí presente a sumarse con unidad porque somos la universidad de Simón Rodríguez, somos la Universidad del pueblo, somos la Universidad del Proyecto Bolivariano porque como lo dijo Simón Rodríguez:
Cuando una revolución se ha hecho necesaria y ha llegado el momento de ejecutarse, nada le impide, y todo lo sirve ¡felices entonces los hombres que saben entenderse!
Fuente: PrensaPopularSolidaria
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