Por: Mario R. Fernández
Entonces, recuerdo justamente frente a la Plaza de Armas, en el balcón de la Intendencia, un dia de primavera, el 21 de noviembre de 1971, que tuve la oportunidad de estar cerca de dos líderes de grandes proyectos de cambios de América Latina, Salvador Allende y Fidel Castro.
Ellos recorrieron juntos las principales calles de la ciudad para venir a ocupar ese balcón de la Intendencia. Fueron momentos de gran emoción para pobladores y trabajadores magallánicos el escuchar los discursos llenos de pasión de ambos líderes y para mí también.
La gente naturalmente quería acercase a ellos, darles la mano, pero muchos de los guardias-militantes, recuerdo, mostraban su enojo con la población a la que trataban de detener, en su celo por proteger a ambos líderes pero también un poco como que estos líderes de alguna forma les pertenecían solamente a ellos. Hoy, no quisiera saber que será de aquellos tan celosos militantes de izquierda. De entre ellos seguramente algunos, cansados y más viejos, recordarán hoy con ojos brillosos aquellos años de protagonismo, años de sueños.
Y otros, lamentablemente, han de estar hoy defendiendo con ese mismo celo a los ricos del país, imagino incluso que atacando con una justificación cualquiera al pueblo mismo de Chile y a sus más oprimidos. Quizás algunos hasta sientan verguenza de ese pasado y de su participación en aquellos tiempos de cambios en Chile y hasta hablen de Fidel como de un dictador. Recuerdo también, que en los primeros tiempos de vivir en la zona sentía que los habitantes nacidos en Magallanes, muchos de ellos desendientes de inmigrantes de Chiloé y de Croacia, tenian una actitud un tanto hóstil con quienes veníamos del norte.
Con el tiemo aprendí a conocerlos un poco más y en sus costumbres, que en muchos aspectos son diferentes a las costumbre del centro de Chile. Y conociendo la historia de Magallanes, que tiene su propia historia, se desarrolló en mi una actitud de más respeto, porque tratar de conocer es tratar de respetar a cualquier tierra. Y hablando de historia de protestas, como justamente describe Díaz Eterovic en su artículo de cuando Puerto Natales vivió su propia Comuna de Paris en enero de 1919, Comuna que duró una semana porque las autoridades enviaron batallones de soldados desde Punta Arenas, a reprimir a la gente y a recuperar la propiedad de los ricos.
Pero, como dice el escritor, el tiempo pasa, “Caerá el olvido sobre estos hechos. Y el silencio dibujará una sombra en las tumbas de las víctimas obreras que yacen en el cementerio de Puerto Natales.” Son palabras hermosas con las que Dias Eterovic describe estos eventos que se repitieron en muchas partes de Chile y sobre los que hoy se trata de imponer o se impone el olvido. Conocí gran parte de Magallanes continental como también la isla Tierra del Fuego durante mi corto tiempo con la Empresa Nacional del Petróleo (Enap). Muchos de estos parajes son inhóspitos, de pampa abierta, con un viento que a veces mueve hasta las piedrecitas del suelo y cuyo silbido aisla de otros ruidos, por lo que ayuda a concentrarse y a refexionar.
En aquellos años se hablaba de la gran riqueza de hidrocarburos que guardaba el Estrecho de Magallanes y que el gas natural duraría cien años. Hoy vemos que nada de eso fue verdad, queda muy poco petróleo en la zona y el gas tiene los días contados como en muchas partes del mundo. Quizás en el futuro muchos hogares magallánicos tengan que volver al carbón de piedra, algo que fui testigo usaban muchos pobladores en los años 70.
Fuente: Bellaciao.Org/PrensaPopularSolidaria
Correo: pcvmirandasrp@gmail.com