Por:Danae Helmi
La tendencia decreciente de la tasa general de
ganancia, tal y como expuso Marx, es el punto débil del capitalismo, ya
que el beneficio es el objeto, motivo y fin del capital. Su descenso
efectivo, condicionado por la elevación de la composición orgánica del
capital, es en última instancia la causa de la paralización del proceso
de acumulación del capital, agudizando la contradicción fundamental del
capitalismo entre el carácter social del proceso de producción y la
forma capitalista privada de apropiación de sus resultados.
La crisis es consecuencia del aumento colosal de la productividad de la fuerza de trabajo, del trabajo humano explotado en fábricas y campos, que produce a su vez un incremento del capital, de plusvalía y de mercancías. Capital que no puede ser reacumulado a una tasa de beneficio conveniente.
El problema no es abundancia de mercancías sin venta, el problema es abundancia de mercancías sin venta a una determinada tasa de beneficio. La causa de la crisis no es de ninguna manera una crisis de subconsumo. La clase obrera existe para el capitalismo como productora de valor no como consumidora.
Persiguiendo la obtención de un mayor beneficio o el mantenimiento de la tasa promedio de beneficio se produce contradictoriamente una caída tendencial de la tasa de ganancia; por lo que el verdadero límite de la producción capitalista es el propio capital. Para superar esos límites inmanentes al modo de producción capitalista, se han seguido durante las últimas décadas las siguientes líneas de actuación:
A) Producir y realizar plusvalía a escala mundial mediante un aumento desmesurado de la productividad del trabajo. Extensión mundial de las relaciones de producción capitalista.
B) Se anexionan territorios, mercados; se abarata la fuerza de trabajo, los productos agrícolas, las materias primas, etc.
Tanto las crisis de sobreproducción de capital como las de mercancías, exclusivas del capitalismo, explicitan violentamente la irracionalidad del sistema. Esta crisis le sobreviene al capital con una virulencia difícil de medir y dominar, poniendo al descubierto los límites históricos y la caducidad del capitalismo.
La crisis es consecuencia del aumento colosal de la productividad de la fuerza de trabajo, del trabajo humano explotado en fábricas y campos, que produce a su vez un incremento del capital, de plusvalía y de mercancías. Capital que no puede ser reacumulado a una tasa de beneficio conveniente.
El problema no es abundancia de mercancías sin venta, el problema es abundancia de mercancías sin venta a una determinada tasa de beneficio. La causa de la crisis no es de ninguna manera una crisis de subconsumo. La clase obrera existe para el capitalismo como productora de valor no como consumidora.
Persiguiendo la obtención de un mayor beneficio o el mantenimiento de la tasa promedio de beneficio se produce contradictoriamente una caída tendencial de la tasa de ganancia; por lo que el verdadero límite de la producción capitalista es el propio capital. Para superar esos límites inmanentes al modo de producción capitalista, se han seguido durante las últimas décadas las siguientes líneas de actuación:
- Intervención política para organizar a escala mundial el ciclo de valorización:
A) Producir y realizar plusvalía a escala mundial mediante un aumento desmesurado de la productividad del trabajo. Extensión mundial de las relaciones de producción capitalista.
B) Se anexionan territorios, mercados; se abarata la fuerza de trabajo, los productos agrícolas, las materias primas, etc.
- Se ha provocado el aumento de productividad acompañado de una disminución del salario –devaluando el precio de la fuerza de trabajo como mercancía-, intentando compensar esto mediante el aumento exagerado del capital ficticio y del crédito. La economía financiera y especulativa se dispara para hacer frente al estancamiento de la tasa de beneficio, incrementándose el parasitismo como resultado del desarrollo capitalista en su fase imperialista.
Tanto las crisis de sobreproducción de capital como las de mercancías, exclusivas del capitalismo, explicitan violentamente la irracionalidad del sistema. Esta crisis le sobreviene al capital con una virulencia difícil de medir y dominar, poniendo al descubierto los límites históricos y la caducidad del capitalismo.