Según informa el diario caraqueño que sirve de vocero oficioso a la embajada de Estados Unidos en nuestro país, traicionando por cierto hasta su propio nombre, ante la peligrosa situación ahora existente entre Colombia y sus vecinos el llamado secretario de “defensa” yanqui, un tal míster Robert Gates, que creo hasta no hace mucho estuvo al frente de la tenebrosa CIA, sibilinamente ha confesado su plan de acción al declarar lo siguiente:
“Relativamente hay poca posibilidad de un conflicto militar entre Colombia y Venezuela”, (El Nacional, 6-3-08).
“Relativamente hay poca posibilidad de un conflicto militar entre Colombia y Venezuela”, (El Nacional, 6-3-08).
Lo cual, en el lenguaje característico de la profesión de dicho funcionario, equivale a pensar exactamente lo opuesto, o sea que tal tipo de conflicto sí es bastante posible en el caso mencionado. Sería un gran error tomar al pie de la letra las declaraciones de los funcionarios yanquis, y baste con recordar que el presidente mismo, George W. Bush, aseguró que en Iraq había armas de las que se consideran como “de destrucción masiva”, simplemente para darle alguna justificación a la invasión de ese país por los imperialistas yanquis. Luego, ni siquiera ha alegado que eso fue una equivocación de algún otro funcionario...
Pero sería un error todavía mayor no ponerle atención a lo que acaba de declarar ese policía Gates. Esa es la típica fórmula de los ingleses, heredada por sus descendientes en nuestro continente, para desconcertar y tratar de engañar a sus oponentes. Por algo se acuñó aquello de “la pérfida Albión”, un título que igualmente bien merece Washington.
Sin embargo, a mi juicio, una señal bastante más ominosa ha sido la proveniente de Washington por intermedio de su ministerio de colonias, también conocido con el embaucador nombre de Organización de Estados Americanos, o sea la celestina de los yanquis, la OEA.
En efecto, siguiendo en todo el guión elaborado por expertos en el manejo de su traspatio, Washington puso en acción sus recursos humanos ubicados tradicionalmente en las cancillerías de nuestros países. Su objetivo inmediato era evitar como fuese posible que su actual agente favorito, el cachaco Alvaro Uribe, recibiera un merecido castigo por la tropelía cometida al violar del modo más criminal el territorio de Ecuador, pasando por encima de normas universalmente vigentes del Derecho Internacional.
Se montó el escenario apropiado para una comedia de ambiente muy tropical, seguramente amenizada con la sabrosa música dominicana, y en cuestión de horas quedó enterrado el asunto y absuelto Uribe de toda culpa. Una vez más la nefasta OEA le dio a Washington una fórmula salvadora, con un aparato auxiliar denominado Grupo de Río y la eficiente labor del hombre del paquete chileno, de apariencia insulsa... pero de una viveza comprobada.
Este episodio me hace venir a la memoria lo sucedido en Europa hace ahora setenta años, justamente, cuando los nazis comenzaban sus tropelías, comandados por un pobre tipo algo parecido a Uribe. Para regañar a ese tipo, un tal Adolf Hitler, los imperialistas del mundo occidental hicieron reunir una conferencia, que luego pasó a ser símbolo del apaciguamiento y la claudicación ante un agresor. Lo que acabamos de ver en Santo Domingo, ojalá no resulte pronto una versión tropical de la Conferencia de Munich, de 1938, de la cual como se sabe salió la II Guerra Mundial.
P.S.- Con motivo del aniversario Nº 60 de Tribuna Popular, el respetado periódico del Partido Comunista, y del aniversario Nº 77 de la fundación del mismo partido, en días recientes he tenido la satisfacción de participar en concurridos actos de masas en Caracas, Ciudad Bolívar, Carora y la simpática Biruaca en la vecindad de San Fernando de Apure. Mi impresión: un PCV más vivo que nunca en todo el país...
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