Por: Jerónimo Carrera
Aquí en Venezuela se está haciendo práctica frecuente recurrir a ciertas referencias históricas, en especial las relacionadas con algunos personajes hasta ahora conocidos como funestos o muy poco significativos, a quienes se pretende hacer pasar como luchadores anti-imperialistas. Serán siempre vanos estos intentos actuales de re-escribir nuestra historia, pues el pueblo venezolano bien conoce su pasado y sabe distinguir entre héroes y villanos.
Pero no es sobre ese aspecto de la relación entre el presente y el pasado nuestros que quiero tratar esta vez, sino más bien respecto al notable olvido en que se va dejando atrás, en cambio, y sin justificación alguna, a un buen grupo de luchadores anti-imperialistas auténticos y muy representativos de esa gran cantidad de venezolanos que durante todo un siglo se han opuesto, con armas en la mano muchos de ellos, a la presencia en este país de las empresas petroleras del imperialismo. No importa la fórmula que dichas empresas adopten para encubrirse.
De tales compatriotas ahora puestos en la condición de olvidados, aquí voy a limitarme en esta ocasión a mencionar sólo dos casos muy significativos, ya que en otros tiempos fueron personas bastante conocidas en todo el país por su actuación en sus respectivos campos de acción, con grandes méritos en todo sentido, e incluso por haber desarrollado relaciones en muchos países con gran sentido del más amplio internacionalismo.
En efecto, de ese grupo de revolucionarios olvidados –y no por quienes los conocimos, claro, sino por los medios de prensa en general- citaré dos ejemplos: Eduardo Gallegos Mancera y Gabriel Bracho, dejando para otro día la enumeración de una larga lista de casos similares.
Eduardo Gallegos (24-5-1915/3-7-1989), fue durante más de medio siglo uno de los más renombrados dirigentes políticos de nuestro país, por su incansable lucha a favor de las causas populares desde su juventud, con un gran despego de intereses materiales.
Gabriel Bracho (25-5-1915/6-3-1995), representó por largo tiempo la vanguardia revolucionaria de la pintura realista en Venezuela, junto a un pequeño sector de pintores de la misma tendencia artística que se colocaron al servicio de las luchas revolucionarias. Ambos nacieron, curiosamente, el mismo año, el mismo mes y casi se puede decir que el mismo día, con unas pocas horas de diferencia.
El primero, Eduardo, nació en Caracas, y el otro, Gabriel, en Los Puertos de Altagracia, al borde del Lago de Maracaibo. Seguramente bajo un signo combativo, pues fue la época de dos grandes acontecimientos armados de inmenso significado: la I Guerra Mundial y la Gran Revolución Socialista de Octubre en Rusia.
La influencia de tales acontecimientos, de características realmente universales, pesó mucho en la infancia y juventud de ambos y los hizo comunistas a temprana edad, aunque sin ellos saberlo, porque acá en ese tiempo teníamos la terrible dictadura gomecista y el PCV era ilegal, pese haber sido fundado ya en 1931, y actuaba en la clandestinidad.
Al terminar de caer esa dictadura petrolera, con la muerte del tirano Juan Vicente Gómez en diciembre de 1935, los comunistas siguieron ilegales pero empezaron a actuar algo más abiertamente, tanto en Caracas como en el Zulia.
Entonces, Eduardo y Gabriel abrazaron sus gloriosas rojas banderas poco tiempo después y para todo el resto de sus vidas. Mientras haya Partido Comunista de Venezuela, y esto ciertamente ha de ser así por todo un largo porvenir previsible, duélale a quien le pueda doler tal cosa, Eduardo Gallegos Mancera y Gabriel Bracho han de continuar siendo inolvidables.
Fuente: PrensaPopularSolidaria Comunistass Miranda
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com/
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