Por: prccanarias
Tal día como hoy, 25 de octubre de 1917 según el antiguo calendario juliano, vigente entonces en la Rusia feudal y zarista, los obreros, los campesinos y los soldados rusos tomaron el poder en sus manos e iniciaron la construcción de la primera república socialista de la Historia, inaugurando así la época del fin del capitalismo. Como todos los cambios de época, no se trata de un proceso lineal, sino que las fuerzas del viejo mundo y las de la sociedad del futuro seguirán enzarzadas durante un largo periodo en una lucha de clases frontal. Ése es el periodo que nos ha tocado vivir.
Tampoco la revolución rusa fue coser y cantar, ni surgió de la nada. Doce años antes, el 22 de enero de 1905, llamado el “Domingo Sangriento”, se realizó una marcha pacífica de protesta en San Petersburgo, entonces capital de Rusia. Su objetivo era entregar al zar una petición de mejoras laborales. La formaban familias campesinas y obreras enteras. La encabezaba un cura. Frente al Palacio de Invierno la marcha fue masacrada por tropas zaristas.
Como respuesta a esta matanza hubo huelgas masivas en San Petersburgo. Hacia fines de enero estaban en paro más de 40.000 obreros. Hubo huelgas también en los centros industriales de Polonia, Finlandia, en la costa del Báltico, en el Cáucaso y los Urales. En todas partes cayeron víctimas de la represión zarista. En marzo las universidades fueron obligadas a cerrar. Muchos estudiantes se unieron a los trabajadores.
En San Petersburgo, como una iniciativa de las masas, surgieron los soviets de diputados obreros. Estaban controlados por los mencheviques. En octubre pararon 200 fábricas en esa ciudad. También en Moscú. No corría ningún ferrocarril en el país. Hubo alzamiento de la marinería en Sebastopol, Vladivostok y Kronstadt. En junio se produjo la insurrección en el acorazado Potemkin. Más de 2 mil marineros fueron asesinados.
Un comité bolchevique de Moscú convocó a una huelga general a partir del 5 de diciembre. El 7 hubo cruenta batalla entre los obreros en huelga y las tropas enviadas por el zar. La resistencia de los revolucionarios fue vencida el 18 de diciembre de 1905. Quedaron más de mil muertos.
Había descontento contra el zar Nicolás II que involucró a Rusia en la Primera Guerra Mundial. En la primera mitad de febrero de 1917, se inició una terrible hambruna. En San Petersburgo se produjeron alzamientos. La principal fábrica de esa ciudad, la factoría Putilov, declaró la huelga el 18 de febrero. Los huelguistas fueron reprimidos.
Pero la Revolución misma se inició con la manifestación del 23 de febrero realizada en la capital rusa, con la consigna “Pan y Paz”.
La huelga general se extendió a otras ciudades el 25. Al día siguiente se produjeron motines en los cuarteles y las tropas se negaron a disparar contra los huelguistas; se sublevó la guarnición de Moscú, constituyéndose en esa ciudad un soviet de soldados, obreros y campesinos.
El 27 de febrero se creó el Gobierno Provisional, presidido por el príncipe Lvov y Kerensky, como ministro de Guerra y Justicia. Lo integraban liberales burgueses y “socialistas” moderados. El 3 de marzo, Nicolás II se vio obligado a abdicar al no tener apoyo del Ejército. Reapareció el Soviet de San Petersburgo, que había surgido en 1905. Estaba controlado por los mencheviques.
Lenin se encontraba exiliado en Suiza. Al conocer los sucesos producidos en febrero planteó que la Revolución había entrado en su primera fase, la revolución democrático-burguesa, y que se trataba ahora de preparar la segunda fase: la Revolución Socialista. Con fecha 20 de marzo escribió sobre este tema. Fue la primera de la serie de sus famosas “Cartas desde lejos”.
Lenin comprendió la necesidad de regresar a Rusia urgentemente. No era tarea fácil. Ninguno de los aliados de Rusia (que estaba en plena I Guerra Mundial, en alianza con Inglaterra y Francia contra Alemania, Austria-Hungría e Italia) permitirían que el revolucionario regresara a Rusia. Temían que su presencia podía debilitar la potencialidad de este país.
Entonces, la única posibilidad era viajar a través de Alemania. Un dirigente del Partido Socialista suizo, Platten, apoyó la iniciativa de Lenin y presentó a la Embajada Alemana, un memorándum, con todas las medidas para que Lenin y sus camaradas pudieran cruzar ese país sin problemas. Alemania aceptó este plan. Los viajeros eran 32: 20 hombres, 10 mujeres y 2 niños. Al llegar a la estación para embarcarse, les esperaba un grupo de mencheviques y social-revolucionarios, que les gritaban: “¡Traidores! ¡Vendidos! ¡Espías alemanes!”.
El viaje por Alemania se realizó sin problemas. Después de tres días a bordo del tren llegaron a Suecia en un pequeño barco y se trasladaron en ferrocarril a Estocolmo. En todas partes fueron recibido con cariño. En la frontera rusa los esperaban 50 personas.
El 3 de abril llegaron a San Petersburgo. La Estación Finlandia estaba colmada por una entusiasta multitud: obreros, soldados, marinos. Apareció Lenin. Una banda interpretó La Marsellesa. Pasó entre las filas de soldados marcialmente alineados. Lenin gritó: “¡Viva la Revolución Socialista!”.
Fue llevado en hombros. Lo subieron al techo de un auto, donde pronunció su primer discurso después del retorno. Recibió enormes muestras de adhesión. En una de las recepciones, cuando eran las 2 de la madrugada, pronunció un discurso-programa de dos horas de duración.
Entre otras ideas planteó:
- La revolución socialista mundial está a punto de estallar;
- La guerra imperialista no podía dejar de transformarse en guerra civil;
- El soviet de San Petersburgo, dirigido por oportunistas no puede ser más que un arma en manos de la burguesía. Hay que transformarlo de pequeño-burgués en proletario, pero por el momento la fuerza bolchevique es insuficiente para lograrlo.
- Aprendamos a estar en minoría, aclaremos, expliquemos, convenzamos.
- Hay que sacudir de los pies, sin tardanza, el polvo de la socialdemocracia y adoptar el nombre de comunistas.
Entre el 4 y 5 de abril de 1917, escribió Lenin sus Tesis de Abril. En resumen plantea en ellas:
- Ningún apoyo a la guerra, por ser imperialista y por el carácter capitalista del Gobierno Provisional encabezado por el príncipe Lvov. Organizar la propaganda más amplia de este punto de vista en el ejército de operaciones. Confraternización en el frente.
- Pasar de la primera etapa de la revolución, que ha dado el poder a la burguesía, por carecer el proletariado del grado necesario de conciencia y organización, a su segunda etapa, que debe poner el poder en manos del proletariado y de las capas pobres del campesinado.
- Ningún apoyo al Gobierno Provisional.
- Reconocer que en la mayor parte de los Soviets de diputados obreros, nuestro Partido está en minoría. Explicar a la masas que los Soviets de diputados obreros son la única forma posible de gobierno revolucionario.
- Tareas del Partido:
a) celebración inmediata de un Congreso.
b) Modificar su programa.
c) Cambiar nombre del partido por Partido Comunista.
Estos planteamientos desencadenaron una despiadada campaña contra Lenin. Se organizaron manifestaciones en su contra en la Perspectiva Nevski, en las que se gritaba: “¡Lenin a la cárcel! ¡Mueran los bolcheviques!”. Se lanzaron piedras contra el local del diario Pravda. El 16 de abril soldados de un regimiento exigen la detención de Lenin. El 17, nuevos desfiles y gritos: “¡Abajo Lenin!”.
Bajo estas condiciones, Lenin tuvo que luchar por reconquistar el Partido. Pravda, su órgano central, estaba en manos de Kamenev y desde allí se atacaban las posiciones leninistas. Al poco, Lenin consigue recuperar la dirección de Pravda.
En mayo, se produjo una crisis en el Gobierno Provisional. El príncipe Lvov, presidente del Consejo de Ministros quiso renunciar. El Soviet, controlado por los mencheviques se negó a tomar el poder. Se formó entonces un gobierno de coalición, con el ingreso de 6 ministros socialistas.
El 3 de junio de 1917 se inició el Primer Congreso de los Soviets de toda Rusia. Concurrieron 822 delegados. De éstos, 533 eran mencheviques y socialistas-revolucionarios (ambos con posiciones reformistas pequeño burguesas, de respaldo al “gobierno democrático”). Los bolcheviques eran unos 120.
El tema central fue la actitud a adoptar frente al gobierno de coalición. El 4 de junio, el nuevo ministro socialista Zeretelli, hizo una apasionada apología de éste. Afirmó que “actualmente no hay en Rusia un partido político capaz de decir: ‘entréguennos el poder; vayanse y dejennos que ocupemos el lugar de ustedes’. Ese partido no existe”.
Lenin, perdido entre los delegados, lo interrumpió y dijo: “Ese partido existe”. Luego en su intervención ahondó sobre ello, entregando un resumen del programa del Partido bolchevique.
Kerenski, ministro de guerra, afirmó haber recibido un informe del cuartel general, que anunciaba la existencia de “pruebas irrefutables” sobre el trabajo conjunto de Lenin con el Alto Mando alemán. El 5 de julio se publicó un documento con el título de “Lenin agente del cuartel general alemán”. Corrió también el rumor que el dirigente bolchevique era un agente provocador. El 6 de julio el Gobierno Provisional ordenó su arresto. Estaba todo preparado para ir a la cacería de Lenin. Fue entonces cuando el Partido tomó la medida de que se refugiara en Finlandia.
A partir del 9 de julio, la asamblea del Soviet de San Petersburgo decidió que el Gobierno Provisional, compuesto enteramente por ministros “socialistas”, era el gobierno de salvación de la revolución y le confirió poderes ilimitados.
En julio hubo una crisis ministerial. Dimitió Lvov el 20 de julio y Kerensky fue designado Primer Ministro. Hubo masivas manifestaciones antigubernamentales espontánea, llevadas a cabo en San Petersburgo. Se intensificó la represión contra los bolcheviques.
Estos debieron pagar un alto precio después del aplastamiento de esas jornadas, que ellos no habían encabezado. Pasaron a la clandestinidad, sus imprentas fueron destruidas y quemadas, los periódicos clausurados. Un joven militante bolchevique fue asesinado en la calle por repartir folletos de su partido. La derrota obrera de julio llevó a un cambio brusco en la correlación de fuerzas, esta vez a favor a la reacción.
El aplastamiento del movimiento revolucionario de julio fue una línea divisoria entre la Revolución de Febrero y la de Octubre. Durante los primeros cuatro meses, las masas giraban hacia la izquierda y los bolcheviques se fortalecían. Julio y agosto de 1917 fueron meses de reacción dentro de un período revolucionario.
Pero no fue algo absoluto. Entre el 20 y el 30 de julio un número importante de fábricas comenzó a aprobar resoluciones contra la política contrarrevolucionaria del Gobierno Provisional. Los bolcheviques reanudaron su labor pública de agitación, denunciando la labor de Kerensky y compañía.
Entre el 26 de julio y el 3 de agosto, tuvo lugar en San Petersburgo el VI Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata ruso (bolchevique), que adoptó una histórica resolución: “impulsar la conquista del poder por el proletariado en alianza con los campesinos pobres mediante la acción armada”. Aunque ausente, triunfó Lenin con su proposición que planteaba desde junio.
Pero ese Congreso eligió un Comité Central en que la mayoría de sus miembros no eran partidarios de la insurrección armada o la consideraban una tarea a cumplir a largo plazo.
Sólo Lenin –que estaba en Finlandia- y otros seis dirigentes del Comité Central estaban por la preparación de la insurrección en las próximas semanas. Seis eran contrarios a ella. Trotski con cuatro de sus adeptos la veían muy lejana aún.
El resto vacilaba.
O sea, se aprobó la tesis leninista, pero en la nueva dirección la mayoría estaba contra la aplicación inmediata de la insurrección armada.
A partir de mediados de agosto de 1917, la situación en Rusia era desesperada. El hambre amenazaba a la capital; escaseaban todos los recursos; el transporte se hundía en el caos. El 21 de agosto, los alemanes ocuparon Riga. Las tropas contrarrevolucionarias se agrupaban en torno al general Kornilov, recientemente designado comandante en jefe del ejército del Gobierno de Keresky.
Los contrarrevolucionarios eligieron el domingo 27 de agosto para atacar San Petersburgo. Se cumplían ese día seis meses de la revolución de febrero y Kornilov y sus secuaces esperaban que todos estuvieran celebrando.
Los bolcheviques que estaban contra el Gobierno de Kerensky, comprendieron que en ese momento el enemigo principal era la contrarrevolución abierta. Decidieron defender la capital rusa. Se formó el “Comité para la lucha contra la contrarrevolución”, constituido por tres mencheviques, tres social-revolucionarios (eseristas: SR) y tres bolcheviques, delegados de sindicatos, y del Soviet de San Petersbugo.
En tres días surgieron más de 240 comités de este tipo en todo el país, generalmente formados por los soviets locales. Las barriadas obreras de la capital jugaron el papel principal, superando a la dirección del Soviet, en manos de conciliadores. En todas partes los bolcheviques aparecían en un papel dirigente.
Las fábricas pararon. Los obreros reforzaban la seguridad de ellas y formaban destacamentos armados. Las “guardias rojas” se multiplicaron. En algunas fábricas los trabajadores aceleraban la producción de armamentos para entregarlos a las milicias obreras.
Tras un breve entrenamiento impartido por los bolcheviques, los guardias rojos eran enviados a los puntos estratégicos de la ciudad. Fueron distribuidas decenas de miles de armas. Pero faltaron. Los obreros que no conseguían una, formaban brigadas para cavar trincheras y levantar barricadas.
Los soldados de la guarnición de San Petersburgo, bastión de la revolución, también se pronunciaron contra el golpe de Kornilov. Tres mil marinos armados llegaron a la ciudad. La conspiración fue desbaratada gracias a la respuesta de los obreros. Los ferroviarios obstaculizaron el movimiento de trenes; los trabajadores de correos, interceptaban las comunicaciones de los golpistas.
La contrarrevolución fue derrotada. Prácticamente no hubo enfrentamientos. La conspiración de Kornilov, largamente preparada por la burguesía, los terratenientes y el imperialismo, fracasó frente a la respuesta de las masas revolucionarias. En unos días todos los avances logrados por la reacción se había evaporado.
Los bolcheviques ganaron prestigio y avanzaron en la preparación de los trabajadores para la insurrección.
El 30 de agosto las tropas de Kornilov estaban en proceso de total descomposición.
También a fines de ese mes, los bolcheviques ganaron los soviets de San Petersburgo y Moscú. Se sucedían las huelgas y las manifestaciones callejeras. Miles de soldados, que abandonaban las trincheras, se sumaban a los obreros de las fábricas y a los campesinos llegados a las ciudades. Marinos y soldados desfilaban con armas.
Lenin seguía desde lejos los acontecimientos en un estado febril. El Comité Central no lo autorizaba retornar a Rusia por razones de seguridad. Escribía cartas y documentos que enviaba al Comité Central, que ni siquiera eran discutidos. Cuando se daba cuenta de ellos en las reuniones, no había pronunciamiento alguno.
Lenin insistía: “los bolcheviques deben tomar el poder”, “la demora se convierte absolutamente en un crimen”, “hay que ir a la insurrección inmediatamente”. No tenía respuesta alguna. También planteó la necesidad de retornar a San Petersburgo. El Comité Central se lo volvió a prohibr.
Lenin desobedeció la arbitraria orden del Comité Central. Arriesgando ser detenido por la policía de Kerenski, ayudado por Rahia, un fiel amigo, y otro bolchevique, cruzó clandestinamente la frontera, entrando en Rusia. Nadezda Krupskaia, su compañera, le buscó un refugio seguro, desde donde escribió varios documentos. En uno de ellos planteó: “La revolución está perdida si el gobierno de Kerensky no es derribado en el futuro próximo”.
Por fin se reunió con el Comité Central el 10 de octubre. Logró que se aprobara una nueva resolución sobre la insurrección armada, pero sin especificar fecha ni detalles. Comprendió que debía recurrir a las bases del Partido. Con ese fin participó en una Conferencia del Comité Central con representantes de las organizaciones bolcheviques de San Petersburgo. Asistieron 24 dirigentes, de los cuales sólo 9 eran del Comité Central.
La Conferencia aprobó la preparación inmediata de la insurrección por 19 votos, contra 2 y 3 abstenciones. El 21 de octubre Lenin se reunió con los dirigentes de San Petersburgo. Allí planteó: “la insurrección debe llevarse a cabo el 25; el 24 sería prematuro y el 26 muy tarde”.
En el Instituto Smolny se vivían horas agitadas. Ahí estaba el centro revolucionario.
Lenin planteó al Comité Central la necesidad de estar allí presente. Se lo prohibieron. Al caer la noche del 24 de octubre, Lenin decidió trasladarse clandestinamente al Smolny y tomar en sus manos la dirección de la insurrección.
Disfrazado y acompañado del camarada Rahia, después de caminar varias horas, llegó poco antes de la medianoche al Smolny. No se dirigió a la sala donde se reunía el Comité Central.
En una sala vacía convocó a los jefes militares de fábricas y regimientos. Decenas de motociclistas se lanzaron hacia los suburbios.
A partir de la una de la madrugada del 25 de octubre, destacamentos de soldados salieron de los cuarteles; grupos de obreros armados abandonaron las fábricas. Iban a apoderarse de los puentes, las estaciones ferroviarias y los edificios públicos.
A las 14:35 minutos del 25 de octubre de 1917 se inició la sesión extraordinaria del Soviet de San Petersburgo. Presidía León Trotski, que anunció a Lenin.
Cuando la tempestuosa ovación se calmó, éste dijo: “Camaradas: la revolución obrera y campesina, de cuya necesidad han hablado los bolchevique, se ha realizado”.
A las 22:45 de ese mismo día, se inició el II Congreso de los Soviets de toda Rusia. Hubo acaloradas discusiones. Se eligió un nuevo comité ejecutivo para reemplazar al elegido en el Primer Congreso, efectuado en junio, en que tenían mayoría los eseristas (social-revolucionarios) y los mencheviques.
Ahora ganaron los bolcheviques. Obtuvieron 14 miembros del consejo contra 11.
A las 3:10 minutos de la madrugada del 26 de octubre, cuando el presidente del Congreso anunció que el Palacio de Invierno acababa de ser tomado por los revolucionarios. La sala estalló en una estruendosa ovación, y las gorras volaron por los aires.
Se iniciaba así el largo camino del capitalismo al comunismo.
Fuente: Independencia y Socialismo, Portavoz del Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias_PRCC/ Edita: PrensapopularSolidaria_ComunistasMiranda http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com/ Correo: pcvmirandasrp@gmail.com