Ya muchos lo han dicho muchas veces: las palabras también son un arma. En las semanas pasadas los palestinos no sólo enfrentaban la poderosa máquina militar israelí, sino también la máquina mediática global que hacía todo para deshumanizarlos e invisibilizarlos. Sobre sus cabezas caían no sólo las bombas, sino también las palabras y a veces algo más letal: el silencio. Igual fue durante las otras masacres en Gaza. |
Por: Maciek Wisniewski
Y mientras Israel desde hace años sigue con su política de limpieza étnica (por cierto, una de las palabras vedadas en los medios), repitiendo las mismas mentiras, nosotros sus críticos seguimos condenados a irlas desglosando una y otra vez.
Mientras sigue gozando de sus privilegios derivados del sufrimiento del
pueblo judío, pudiendo hacer y decir todo –Norman Finkelstein demostró
cómo el Holocausto se volvió el arma ideológica de Israel para pintarse
de víctima y evitar toda crítica ( The Holocaust industry, 2000)–,
nosotros a veces nos sentimos limitados por el manual de buena conducta.