Por: Nidia Díaz
Hasta el menos avezado de los observadores se podría dar cuenta de que el gobierno de los Estados Unidos está forzando aceleradamente una crisis con Venezuela que pudiera conducirlo,—según su lógica imperial—, a la derrota de la Revolución Bolivariana.
Para ello cuentan con las dividas huestes opositoras venezolanas y, desgraciadamente, con el gobierno de Colombia que se ha prestado al peligroso juego en busca de nuevos réditos y, de paso, justificar la internacionalización del conflicto en el que también asoman sus caras algunos gobiernos europeos.
Los hechos, los tozudos hechos como los llamó Lenin, sustentan la afirmación anterior y muestran el diseño bélico y subversivo que se expresa desde dos matrices de opinión.
La primera, se construye en medio del desarrollo del proceso electoral con vistas a los comicios regionales de noviembre próximo en los cuales la oposición y la Casa Blanca apuestan a arrebatar a las fuerzas bolivarianas la mayoría de los 600 cargos en disputa: gobernaciones, alcaldías y consejos legislativos a ese nivel.
Los amagos separatistas en la rica Zulia, forman parte del entramado, así como los llamados subversivos a las fuerzas militares para que los cuarteles acompañen el golpe de Estado al que no han renunciado a pesar de su fallido intento en abril del 2002. Ni hablar del magnicidio, una carta siempre bajo la manga.
La segunda matriz tiene que ver con el escenario regional, donde Venezuela y muy particularmente su máximo líder, Hugo Chávez ha ganado un enorme prestigio no sólo como forjador de un nuevo tipo de integración (el ALBA) basada en la solidaridad y la cooperación sin condicionamientos políticos y respeto a las asimetrías de cada nación, sino por el prestigio alcanzado como mediador en la consecución de la paz en la vecina Colombia, donde el canje humanitario ha devenido una condición indispensable en ese camino. No puede olvidarse que la entrega unilateral de algunos rehenes realizados por las guerrilleras FARC fue un gesto hacia el Presidente venezolano, en su fiable condición de mediador.
Ambas matrices vienen acompañadas por los medios de comunicación privados tanto venezolanos como foráneos, medios que constituyen piezas clave del sistema de dominación que se pretende perpetuar. No por casualidad, el propio ministro de Información venezolano, Andrés Izarra, en días recientes acusó al diario español El País de "parcial y manipulador" y reveló que sólo en los primeros tres meses del año en curso había publicado 142 artículos sobre Venezuela con contenidos degradantes y opuestos al gobierno bolivariano.
La campaña mediática se da simultáneamente desde los grandes medios estadounidenses hasta los colombianos, pasando por los de alguna republiqueta bananera de las que aún existen en el continente.
Fuente : Granma.cu
Comentario: a pcvmirandasrp@gmail.com
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