Fragmento de "Los Jruschovistas" de las memorias de el Camarada Enver Hoxha
Me encontraba en Moscú, con motivo de una reunión de los partidos de todos los países socialistas. Fue en enero de 1956 si mal no recuerdo, cuando tuvo lugar una reunión consultiva sobre los problemas del desarrollo económico de los países miembros del COMECON. Era el tiempo en que Jruschov y los jruschovistas llevaban adelante su actividad hostil.
Nos encontrábamos con Jruschov y Vorochilov en una villa a las afueras de Moscú, donde habían sido invitados a un almuerzo todos los representantes de los partidos hermanos. Los otros todavía no habían llegado. Nunca había escuchado de boca de los dirigentes soviéticos hablar abiertamente mal de Stalin, y yo, por mi parte, continuaba hablando con cariño y mucho respeto del gran Stalin. Al parecer, mis palabras no sonaban bien en los oídos de Jruschov. Mientras se esperaba la llegada de las atros camaradas, Jruschov y Vorochilov me dijeran:
-¿Podríamos ir fuera a dar un paseo?-
Salimos y nos adentramos en el parque. Jruschov le dice a Klim Vorochilav:
-Hable, háblele un poco a Enver de los errores de Stalin.
Puse mis oídos bien atentos, a pesar de tener desde hace tiempo mis sospechas acerca de sus fechorías. Y Varochilov empezó a hablarme de que “Stalin se ha equivocada en la línea del partida, que ha sido brutal, violenta de tal manera que era imposible discutir can él”.
- “Stalin -cantinuó Varochilav- ha permitido crímenes, cuya responsabilidad es totalmente suya.
Se ha equivocado igualmente en el terreno del desarrallo de la economía, por consiguiente el epíteto dearquitecto de la ‘construcción del socialismo’ con el cual se le ha calificado, es injustificado. Con los demás partidos, Stalin no ha mantenido relaciones correctas...”
Vorochilav permaneció un largo tiempo, lanzando toda una sarta de cosas de este género en contra de Stalin. Algunas las captaba, otras se me escapaban, pues como he dicho antes no dominaba bien el ruso, mas con todo logré comprender la esencia de la plática y el objetivo que estos dos perseguían, y me sentí indignado. Jruschav caminaba delante de nosotros y con su bastón iba tocando las coles que habían plantado en el parque. (Jruschov había hecho plantar legumbres hasta en los parques, para hacerse pasar también como un gran maestro en agricultura.)
Cuando Vorochilov acabó con sus habladurías y calumnias, le dije:
-¿Cómo es posible que Stalin haya cometido tales errores?
Jruschov, contrariado, se volvió y me respondió:
-Es posible, es posible, camarada Enver, Stalin ha hecho todas esas cosas.
-Ustedes habían observado todo esto cuando Stalin estaba en vida. Entonces, ¿cómo no le ayudaron a evitar esos errores que, según dicen, habría cometido? -pregunté a Jrusohov.
-Es natural, camarada Enver, que nos hagas esta pregunta, ahora ¿ves esta capusta*? Stalin te cortaba la cabeza con tanta facilidad como el jardinero puede cortar esto, y Jruschov golpeó una col con el bastón.
-¡Todo está claro! -, le dije a Jruschov y ya no volví a hablar.
Entramos en la casa. Los demás camaradas habían llegado. Yo hervía de ira. Aquella noche se nos serviría sonrisas y promesas para un «mayor» y más «impetuoso desarrollo» del socialismo, de «más ayuda» y «más amplia colaboración en todos los terrenos». Era el momento en que se preparaba el tristemente célebre XX Congreso, el tiempo en que Jruschov estaba caminando más rápidamente hacia la toma del Poder. Se estaba creando una imagen de dirigente mujik, «popular», que abría las cárceles y los campos de concentración, que no sólo no temía a los reaccionarios y los enemigos condenados y encarcelados de la Unión Soviética, sino que, al ponerlos en libertad, quería mostrar que entre éstos habían también « inocentes » .
Ya se sabe los trotskistas, complotadores, contrarrevolucionarios que eran Zinóviev y Kámenev, Rikov y Piatakov, lo traidores que eran Tukachevski y demás generales agentes del Intelligence Service o de los alemanes. Pero para Jruschov y Mikoyan todos ellos eran buena gente y poco tiempo después, en febrero de 1956, serían presentados como víctimas inocentes del «terror stalinista». Esta ola se iba moviendo poco a poco, se iba preparando cuidadosamente a la opinión.
Los «nuevos» dirigentes que no eran otros que los viejos, a excepción de Stalin, se hacían pasar por liberales queriendo decir al pueblo: «Respira libremente, eres libre, estás en la verdadera democracia, porque el tirano y la tiranía han sido liquidados. Ahora todo anda por el camino de Lenin, está surgiendo la abundancia, los mercados van a llenarse, no vamos a saber qué hacer con tantos productos».
Jruschov, este repugnante charlatán, encubría sus supercherías y astucias con pamplina s y palabrerías. Sin embargo, recurriendo a estas prácticas creó una situación favorable a su grupo. No pasaba día en que Jruschov no desplegara una desenfrenada demagogia en cuanto al desarrollo de la agricultura, no cambiara hombres y métodos de trabajo para convertirse él en único «patrón competente» de la agricultura, que emprendía tales «reformas» personales.
Jruschov «había inaugurado» su escalada al puesto del Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética con un largo informe sobre los problemas de la agricultura que presentó en el curso de un pleno del Comité Central, en septiembre de 1953. Este informe, que fue calificado de «muy importante», contenía aquellas ideas y reformas jruschovistas que en realidad ocasionaron a la agricultura soviética tan graves perjuicios que aún hoy se dejan sentir sus catastróficos efectos. El bullicio y el ruido montados sobre las «nuevas tierras» eran un bluf. La Unión Soviética ha comprado y sigue comprando millones de toneladas de cereales de los Estados Unidos de América.
En cuanto a la «dirección colectiva» y a la desaparición de las fotos de Jruschov de los periódicos, serían fenómenos de corta duración. El culto a Jruschov comenzaba a ser movido por los intrigantes los liberales, los arribistas, los 1ameplatos y los aduladores. La gran autoridad de Stalin, fundada sobre su obra imborrable, fue saboteada dentro y fuera de la Unión Soviética. Su autoridad cedió el lugar a la de un charlatán, de un payaso, de un chantajista.
El Camarada Enver Hoxha fue líder de la Albania Socialista, lucho desde su pequeño país contra el revisionismo Titoista de su vecina Yugoslavia, después contra el revisionismo Jruschovista de la URSS y por ultimo contra la China revisionista posmao. Sin dudas el camarada mas autorizado para hablar del Revisionismo.
Desde Citas Marxistas recomendamos encarecidamente la lectura de sus obras.
Fuente: Citas Marxistas/Prensa Popular Comunistas Miranda
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com/
Correo: pcvmirandasrp@gmail.com
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