Por: Jerónimo Carrera
Esta interminable pelea que se desarrolla en toda la región del que se conoce como Oriente Medio, en buen castellano, y no en el “Medio Oriente” que es una traducción del idioma inglés, parece ser una pelea llamada a ser permanente y eterna. Y además, es bastante menor que la mitad del hemisferio oriental del mundo. Pero no es tal aspecto idiomático lo que nos interesa poner aquí de relieve, sino el triste hecho de estar allí los pueblos desde hace más de medio siglo, y algo más, peleando una guerra que luce no sólo eterna sino totalmente injustificada.
Son dos bandos aupados por sus respectivos fanáticos, quienes se complacen en estar “viendo los toros desde las barreras”, y en muchos casos suministrándoles armamento, que es uno de los mejores negocios del mundo, tal como ha sido siempre. Hasta cuándo será esto posible, nadie parece poder responder tan lógica pregunta, ni siquiera los más encumbrados personajes que se llaman diplomáticos, y quienes en estos casos también hacen de meros espectadores.
Por eso mismo, es que hoy considero que debo emitir opinión, en forma personal y lo más imparcial posible. Empezaré diciendo algo muy necesario, y es que no soy “judío ni turco”, como en lenguaje venezolano eran conocidos por acá los hebreos y los árabes.
Además, que he tenido, y tengo, muy buenos amigos procedentes de ambos sectores, y todos ellos conocen mis opiniones al respecto, y siguen siendo mis amigos. Porque lo que sí hago siempre es alertar sobre “la mano metida”, en todo este asunto, del imperialismo y sus agentes. En un primer momento Inglaterra y Francia, con socios menores, pero después de la II Guerra Mundial pasó Estados Unidos a comandar esa banda de asaltantes.
Y los “que pagan el pato”, siempre cada vez más caro, son los pueblos de ambas partes, tanto árabes como hebreos. Viven en pie de guerra, y eso lo dice todo, puesto que así no pueden realmente gozar la vida. Y lo peor es que el resto del mundo, de cerca o de lejos, se ha acostumbrado a ver esto como espectáculo, apostando a uno de los dos bandos.
Un país como nuestra Venezuela, donde siempre han convivido los árabes y los judíos, debería tomar la iniciativa de formular como solución de primer paso celebrar aquí, cuanto antes, una reunión de representantes de ambos grupos. Sería un buen ejemplo, que tendría repercusión internacional muy favorable.
ELIMINAR PREJUICIOS ETNICOS
Ciertamente, los prejuicios étnicos siempre han sido absurdos, y le han hecho mucho daño a la humanidad. Poco a poco van siendo eliminados, al menos atenuados, y es de pensar que algún día van a desaparecer del todo. En todo caso, aquí en Venezuela ya lucen muy fuera de moda y hasta delictivos.
En lo personal, y en lo referente al caso de árabes y judíos, he tenido y tengo, repito, muy buenas amistades en ambos sectores. Recuerdo de mis años de infancia, en aquella Cumaná de los años veinte y treinta, que allá no había judíos en absoluto, no sé porqué, pero sí muchos árabes, a quienes, como dije antes, se les llamaba “turcos”, pues habían llegado acá con pasaportes de Turquía por ser la potencia entonces dominante allí.
De esos “turcos” de aquella época, recuerdo a los Baduy, Mistaje, Tobía, Zajía, y otros. Se decía que Cumaná era toda turca.
En años posteriores, tanto aquí en nuestra Venezuela como en muy diferentes países europeos, he podido conocer y hacer gran amistad con muchos judíos… y judías. Son gentes inteligentes, con mucha capacidad de adaptación a diferentes países. Políticamente, hace algún tiempo muchos de ellos se hicieron comunistas y como camaradas eran excelentes.
No quiero cerrar sin mencionar un caso muy interesante, como es el del profesor MAX ROBINSON, residente a medias entre Cumaná y La Habana. Ahora es profesor retirado, por su avanzada edad, y enseñó física en la Universidad de Oriente, en Cumaná, por muchos años. Max nació en Canadá, y como joven con muy grandes ilusiones se marchó a Israel, para trabajar allí, pero se decepcionó y regresó a Canadá, de donde después vino a Venezuela.
Su amistad, al igual que las que he tenido y mantengo con cantidad de “judíos y turcos”, me ha enseñado que la humanidad en verdad es una sola. Lo cual me ha hecho más comunista, sin duda, y sentirme parte de un todo único: la humanidad.
Fuente: PrensaPopularSolidaria
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