Por: Juan Jované
Para
los economistas neoclásicos la educación se entiende como una simple
mercancía que genera capacidad productiva adicional. Es así que James
Becker, en su conocido libro “El Capital Humano” (1975), propone que
las decisiones sobre el volumen de educación que racionalmente debe
adquirir una persona deben manejarse como una forma de inversión. Para
esto se debe comparar el flujo de gasto que genera la educación con
la corriente de ingresos futuros que la misma crea, entendiendo que
estos últimos deben de ser descontados por la tasa de interés. La
educación aparece, entonces, como una mercancía, la cual es adquirida,
al igual que cualquier bien de capital o título valor, con fines de
lucro.