El 17 de julio de 2014 es ya otra fecha infausta para
la memoria de las falsas banderas terroristas. Un avión de Malaysia
Airlines, vuelo MH17, se estrelló a sesenta kilómetros al este de
Donetsk tras, supuestamente, ser alcanzado por un misíl, pereciendo los
298 ocupantes que iban a bordo. Esta vez no han tenido que pasar veinte
años, como en Lockerbie, en 1988, donde, en otro atentado similar, se
demostró que la banda sionista Mossad fue la ejecutora de la masacre del
avión de la Pan Am, aunque la versión oficial sigue vendiendo que el
régimen del ejecutado Gadafi estuvo detrás de aquél atentado.
Existen
muchos puntos negros en este nuevo ataque y, para desgracia del nuevo
orden imperial, todos, absolutamente todos, convergen necesariamente
hacia él y su aliado genocida ucraniano. La impotencia de los golpistas
de Kiev para controlar a los rebeldes del Este y el plan diseñado por la
Casa Blanca para Ucrania, en el que los “pro-rusos” son un considerable
“estorbo” para cercar y asfixiar a Rusia (país que forma el eje central
de los BRICS -Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica-, la alternativa a
la hegemonía militar y económica imperialista), ha desencadenado esta
nueva “operación negra” contra la vida de cientos de inocentes. Gladio,
de nuevo, redivivo y más terrorista que nunca.
Una
verdadera estampida de acusaciones incriminatorias e intimidatorias han
caído, como era de esperar, sobre las autodefensas del Este de Ucrania
y, sobre todo, contra Rusia. Los tabloides de la OTAN han propagado el
más variado matonismo dialéctico contra Moscú:
“Los rebeldes de Putin volaron el avión”,
dicen desde la basura mediática de la Pérfida Albion, mientras que en
la América de ese detritus llamado Obama son, también, previsibles y
deliberadamente conspiranoicos: “Rusia está detrás del derribo del avión de Malaysia Airlines”,
reza el diario del Pentágono, New York Times.
Las declaraciones
altisonantes políticas no se han hecho esperar: desde el inevitable
fascista John McCain, lanzando llamados a estrangular a Rusia, hasta la guerrera psicópata sionista Hillary Clinton
(quien en los meses previos ya había enviado veladas amenazas a Putin
comparándole con Hitler) clamando por ir más allá de las “sanciones”
contra Rusia, sin olvidarnos de los diversos mercenarios que Washington
tiene repartidos por las capitales europeas.
Pero como también era de
prever ninguno ha puesto una sólida prueba sobre la mesa que fundamente
sus inanes acusaciones, salvo aquella vieja proclama nazi
serranosuñerista de “Rusia culpable” que debe vender de maravilla ante
la masa de borreguitos acríticos que se sientan frente al televisor. Eso
sí, todo este conglomerado de gángsters están con la boca bien cerrada
ante la bestial escalada homicida de Israel en Palestina. Horrorizados
(hipócritamente, porque saben que están detrás de la masacre) ante 300
cadáveres de los suyos en Ucrania e indiferentes (y solidarios con el
sionismo) ante 400 civiles palestinos asesinados con aviones de combate,
helicópteros y tanques.
Para
comprender el significado de este nuevo y brutal atentado terrorista hay
que situarse correctamente en el contexto de lo que significan los
objetivos de control totalitario que han puesto en marcha los
“globalistas” del nuevo orden mundial. El diseño de este caos global de
falsas banderas se hizo, básicamente, después de terminada la guerra
fría.
Había que refundar una nueva estrategia geopolítica basada en
activar el terrorismo fundamentalista islámico, promover la división de
facciones combatientes en los países islámicos dudosos o confrontados
con el imperio, intensificar las campañas de provocaciones terroristas
contra Irán, Venezuela, China o la República Democrática Popular de
Corea y abrir en canal el frente europeo ex socialista con alborotadores
y delincuentes callejeros mediante un marketing a base de
“roboluciones” de colores (Ucrania, Georgia…) para, en definitiva,
acogotar a Rusia, incendiando (al mismo tiempo) las regiones aledañas a
Moscú (Chechenia).
Las llamadas
“primaveras árabes” han sido el último timo por entregas, vendido en
estampitas izquierdistas, para los crédulos de corte “ninista”, tipo Santiago Alba Rico,
el jeque-filósofo del califato “revolucionario” de Oriente Medio. Pero
la engañifa del Mufti “tunecino” Rico se sustentaba en un argumentario
que era, a lo sumo, para todos los tontos útiles troskistas. Las mal
llamadas revoluciones árabes no se hicieron para establecer la
“democracia” o liberar de las tiranías a los oprimidos, sino para
redefinir el tablero geoestratégico de Estados Unidos e Israel.
De
hecho, ni una sola “robolución” se programó (¡lógicamente!) para los
regímenes amigos de EEUU: la dictadura rebanapies y manos saudí o las
monarquías “yihadistas” de Bahrein, Qatar y Emiratos Árabes, donde se
silenciaron las ocasionales protestas (miméticas de las anteriores, pero
espontáneas) con una brutal represión policial y mediática. Las
“primaveras árabes” no fueron algo natural sino que fueron planificadas
con anterioridad por los estrategas de la CIA, el Pentágono y el Mossad.
Se puede
decir que el crimen de Ucrania ha actuado, de algún modo, de
apantallamiento de otro gran crimen tolerado y auspiciado por eso que
llaman Comunidad internacional, la masacre genocida israelí en Gaza. Sin
duda dos actos coordinados entre las respectivas agencias de espionaje
de EEUU-Europa-Israel para amortiguar el terror del Holocausto
palestino. Estas cosas, ya se sabe, no se improvisan así como así. El
desdén, justificación de las matanzas de civiles, el apoyo militar o
cooperación económica con el monstruo sionista debería ser motivo
suficiente para llevar a un tribunal penal internacional independiente a
toda la pandilla de gobernantes europeos y americanos para ser juzgados
y, posteriormente, ejecutados.
Lo primero
que llama la atención de la provocada catástrofe aérea del vuelo MH17 de
las líneas aéreas de Malasia, un Boeing 777, es que fue introducido consciente y deliberadamente en la zona caliente de Donetsk,
donde las milicias antifascistas de aquella región están combatiendo
con determinación frente a los golpistas. El aparato malasio volaba
fuera del corredor que normalmente habían utilizado anteriormente los
aviones que realizaban el trayecto sobre el espacio aéreo de Ucrania,
para evitar la zona de alto riesgo ya que habían sido derribados varios
aviones militares del Ejército ucraniano.
Es una evidencia
incuestionable, irrebatible, que a ese avión le “obligaron” a cambiar de
rumbo. La corrección de la altitud y la propia caída de ésta, de 35.000
a 33.000 pies, corroboran esta teoría. Por otra parte, el Boeing estuvo
siendo guiado, como era lógico, exclusivamente por los controladores de
Ucrania, en Kiev y en Dnepropetrovsk, por lo que cabe deducir que el
piloto condujo el avión, en base a las supuestas instrucciones de los
controladores, hacia el norte (salvo que se hubiera manipulado algún
código de vuelo en el aeropuerto de Schiphol, Amsterdam) atravesando la
ratonera de Donetsk donde le esperaba un misíl tierra-aire o un caza,
con toda seguridad, en ambos casos, del ejército ucraniano o sus
mercenarios. Las milicias antifascistas eran los actores ideales para
ser empleados como cabezas de turco y así dar verosimilitud a la trama.
Otro hecho
desvergonzado que se ha añadido a la prevista campaña de patrañas
orquestadas contra Moscú y las autodefensas de Donetsk es el audio
publicitado por los chocolateros genocidas de Kiev por el que,
supuestamente, se demostraba la participación de los rebeldes en el
atentado con el lanzamiento de un misíl. Grabaciones chapuceras que
resultaron ser completamente falsas, sin duda inducidas de antemano por
la CIA.
Las conversaciones de milicianos “separatistas” en la que
reconocían su participación en la masacre eran el resultado de retoques,
de audios fragmentados y, por tanto, no relacionados entre sí. Pero lo
más importante de todo fue que las grabaciones se realizaron…un día antes del ataque
al Boeing del vuelo MH17. Se quería poner a la venta un monumental
pucherazo y les había salido el tiro por el ojete.
Aún con todo, Rusia y
“sus” milicianos son culpables frente al mundo de haber lanzado el
misíl porque lo dicen Obama, la OTAN y el Reino Unido, probados
criminales de guerra.
Los chiripitifláuticos de la OTAN siguen con su
particular opereta. Hasta se inventan “pistolas de humo” y
confabulaciones paranoides para consumo de los más rambos e imbéciles
del planeta. Uno de los que aquí bate récords de fantoche en ejercicio
es un tal J. I. Torreblanca en su blog Café Steiner
de ELPAIS, un fabulador que toma la voz prestada del Financial Times,
periódico ultraconservador y boletín habitual de Wall Street.
Torreblanca dirige un think tank neoliberal de esos que tanto abundan
para reír las gracias a George Soros, el FMI y Bilderberg.
OPERATIVO
DE FALSA BANDERA DE LA OTAN A LAS PUERTAS DE UCRANIA. LOS MERCENARIOS
DEL OLIGARCA ULTRADERECHISTA KOLOMOISKY. LA RED DE ESPIONAJE ISRAELÍ EN
EL AEROPUERTO SCHIPHOL DE AMSTERDAM
Eric H. May (ex capitán de la inteligencia militar de EEUU), señalaba hace tiempo que: “la
forma más fácil de llevar a cabo un ataque de falsa bandera es mediante
el establecimiento de un ejercicio militar que simule el ataque que se
desea llevar a cabo”.
¿Quién se acuerda del 11-s donde
hubo ejercicios militares simulados (Vigilant Guardian, vigilant
warrior, National Reconnaissance Office Drill)?
¿Y del 11-m? (Ejercicio
miitar CMX04 de la OTAN) ¿Y del 7-j?
La OTAN, en medio del atentado
terrorista de Ucrania, realizó un ejercicio militar
de diez días de duración (código BREEZE 2014) en el Mar Negro, a tiro
de piedra de Rusia y Ucrania. El ejercicio incluía operativos de guerra
electrónica y la utilización de aviones de inteligencia como el Boeing
EA-18G Growler y el conocido comúnmente como AWACS (Airbone Warning and
Control System), avión de espionaje ultrasofisticado.
La OTAN, sin duda
alguna, tenía que tener un control absoluto, a través de sus radares y
dispositivos de vigilancia electrónica, sobre las regiones de Donetsk y
Lugansk.
Se sabe que el ejército de USA puso claramente de manifiesto que el ejercicio de diez días implicaba la “supervisión del tráfico comercial de aviones”,
por lo que el uso de una refinada red de inteligencia y de elementos de
guerra electrónica hacen muy plausible que el vuelo MH17 estuviera bajo
supervisión del mando atlántico.
A este respecto, la operación BREEZE
incluyó el sistema de radares AEGIS, los cuales tienen la facultad para
rastrear y guiar misiles en un gran área que podría abarcar
perfectamente toda la región del Este de Ucrania y también todas las
aeronaves situadas en dicha área.
Desde
el Mar Negro la OTAN tuvo que rastrear necesariamente el avión objeto
del atentado y también la salida del misíl contra el avión.
El vuelo
MH-17 fue derribado, como es sabido, en la zona de conflicto donde las
fuerzas de choque rebeldes luchan contra el ejército ucraniano de la
Junta Golpista. Pero no sólo hay un ejército regular a las órdenes de
Kiev sino también un complejo núcleo de mercenarios privados que están a
sueldo de un multimillonario oligarca judío-ucraniano, Ihor Kolomoisky,
mecenas del partido ultraderechista ucraniano Sector Derecho.
Kolomoisky es el digno sucesor del colaboracionista nazi-ucraniano
Stephan Bandera por su talante criminal y sus ínfulas
etnicista-sionistas. La masacre cometida semanas atrás en la casa de los
sindicatos de Odessa llevaría su firma.
El oligarca
judío tendría en nómina a un grupo de asesinos bien pertrechados, tanto
con armamento obtenido del propio ejército ucraniano como procedente del
mercado negro. Todos los indicios apuntan a que los mercenarios de
Kolomoisky dispondrían del sistema de misiles tierra-aire BUK, el que
dicen utilizó la resistencia del Este para derribar el avión Boeing 777,
demostrada y notoria falsedad que…mira por donde quien podría tener a
su cargo el juguetito que acabó, supuestamente, con la vida de
trescientas personas.
Los combatientes irregulares incluirían
mercenarios ucranianos pero también extranjeros (georgianos, rumanos e
incluso neonazis procedentes de Suecia y Alemania). Estarían repartidos
en cuatro batallones (Azov, Aidar, Donbass y Dniepr). El Dniepr habría
sido el responsable del bombardeo del edificio sindical de Odessa y la
quema de personas que se habían refugiado en la comisaría de Mariupol.
Según Wayne Madsen informes indicarían que algunos
de los georgianos que sirven en el ejército de mercenarios de
Kolomoisky habrían sido entrenados en el uso de sistemas de misiles BUK,
previamente vendidos por Ucrania a Georgia bajo la presidencia de
Mikhail Saakashvili. Kolomoisky habría utilizado «servicios de
consultoría» del ex presidente Saakashvili en Dnipropetrovsk en la
campaña militar y política contra las repúblicas separatistas de Donetsk
y Lugansk.
Kolomoisky
como buen judío sionista cuenta con el respaldo del influyente lobby de
Israel en los Estados Unidos para apoyar su causa que no es otra que la
de judaizar Ucrania.
Kolomoisky ha hablado públicamente, en este sentido, de Ucrania, como la «segunda patria» del pueblo judío. Kolomoisky, según Madsen, “tendría
acceso indirecto a los más altos niveles de poder dentro del
Departamento de Defensa, la OTAN y la Comunidad de Inteligencia de EE.UU”.
A la hora de
buscar ramificaciones sionistas en las masacres indiscriminadas de los
últimos años, el Mossad siempre ha estado en vanguardia de las falsas
banderas terroristas.
Del aeropuerto Schiphol de Amsterdam (Holanda),
origen del vuelo MH17, se tiene conocimiento de que es un hervidero de
espionaje de la inteligencia israelí cuyo control lo lleva a cabo,
básicamente, a través de la seguridad instalada en el aeropuerto.
La
compañía israelí ICTS, con sede en Holanda, encargada de ello, fue
fundada por ex oficiales de la agencia de inteligencia judía Shin Bet.
Dicha compañía, a través de su filial Huntleigh, estuvo en las tareas de
control y vigilancia del aeropuerto Logan de Boston el 11-s.
¿Qué interés
estratégico podría tener para Israel el activar una operación
terrorista de falsa bandera, como es el atentado contra el vuelo MH17,
en unión de otros probados criminales de Estado, como la CIA o la OTAN?
La salvaje invasión de Gaza por el Ejército judío podría servir como un
pretexto para estos propósitos, pero se me antoja como una motivación
insuficiente, aunque sí la menciona Yoichi Shimatsu, quien
apunta algunas pistas que podrían implicar a los espías sionistas, de
algún modo, en el derribo del avión malasio. Quizás el Mossad sea, en
este caso, un actor no tan importante como pretende Shimatsu. Aunque las
decisiones colegiadas a la hora de planificar una falsa bandera se
tomarían en consideración para los distintos intereses de los
ejecutantes:
– En primer lugar, dice Shimatsu,
el accidente del MH17 desviaría la atención de los medios
internacionales sobre la invasión israelí de Gaza, que ha supuesto una
grave ruptura de los acuerdos de paz existentes y un ataque masivo
contra los derechos humanos.
- En
segundo lugar, Israel, a pesar de contar con intereses económicos
sionistas en Rusia, como BP, tiene un interés histórico en el puerto de
Odessa dominado por la comunidad judía de aquella región ucraniana,
quien tiene una gran participación en el sector financiero, la industria
electrónica militar, la producción de misiles y las fábricas de armas.
PBN y GQR, son dos organizaciones controladas por los neoconservadores
judíos estadounidenses y son la fuerza más influyente en la política de
Ucrania.
- En
tercer lugar, la destrucción del vuelo MH17 serviría como una
advertencia a los gobiernos de Malasia y Australia para que suspendieran
una investigación orientada a la posibilidad de que el otro vuelo, el
desaparecido MH370, pudiera haber sido objeto de un secuestro por la
inteligencia israelí.
Sean o no consistentes estas tres
argumentaciones (al menos, las dos últimas) de Shimatsu, lo cierto es
que el Mossad no ha reparado nunca en ejecutar matanzas para conseguir
sus más sórdidos fines y no, necesariamente, con motivo de que el Estado
hebreo hubiera sido atacado previamente ya que, en la práctica, nunca
lo ha sido.
Fuente: Urania en Berlín/PrensaPopularSolidaria
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com