Por: PRC Canarias
El pasado 29 de junio las tropas norteamericanas estacionadas en Irak comenzaron a retirarse de las ciudades e hicieron traspaso al gobierno marioneta del edificio del Ministerio de Defensa que mantenían ocupado. Este traspaso marca el fin de una etapa de la Guerra de Irak desatada por EEUU en 2003, y el comienzo del ejercicio de las funciones autónomas de las tropas locales. La invasión y ocupación de Irak, que ha significado enormes cuotas de dolor y sufrimiento para sus habitantes, se había convertido ya en insostenible: EEUU ha sufrido en la antigua Mesopotamia una derrota sin paliativos en los terrenos político, militar y moral.
Bajo el pretexto de la posesión de armas de destrucción masiva por parte de Irak, EEUU emprendió un ataque contra un país soberano en condiciones en que no pudo obtener ni la autorización de una ONU más que domesticada. Esto provocó una fuerte oposición internacional, pero el Gobierno de Bush, creyendo que como superpotencia podía hacer lo que quisiera, desató una guerra que ha supuesto el comienzo del fin del imperialismo norteamericano. Ni Irak tenía armas de destrucción masiva, ni Sadam colaboraba con Al Qaeda. Apoyándose en su supremacía militar, las tropas norteamericanas ocuparon en corto tiempo todo el territorio de Irak. Pero este fue solo el comienzo del problema.
Centenares de miles de militares se estacionaron en Irak, iniciando así su mayor fracaso después de Vietnam. El envío de las tropas norteamericanas no tuvo una justificación creíble. Si bien algunos países, para obtener beneficios norteamericanos, enviaron a Irak destacamentos de pequeña dimensión, facilitando así que EEUU tratara de engañar al mundo, en realidad todos sabían que las tropas enviadas por esos “países aliados” (entre ellos España) no servían sino para decorar el escenario de guerra.
Enfrentados a una resistencia popular generalizada, las tropas norteamericanas no tuvieron enemigos bien definidos. Las viejas tropas iraquíes se derrumbaron en los primeros choques. La recién creada Resistencia nacional iraquí golpeaba una y otra vez, apareciendo y desapareciendo sin dejar rastro, y los sofisticados equipos de guerra estadounidenses no servían ante este enemigo invisible. La misma ocupación permitió la entrada en el país de milicias de Al Quaeda, inexistentes antes de la invasión.
La Guerra de Irak aún no se ha terminado. 130.000 efectivos norteamericanos aún están estacionados en el país, en una situación de total falta de seguridad. Aún quedan centenares de miles de mercenarios y “asesores” estadounidenses. Las tropas del gobierno marioneta aún requieren apoyo de las norteamericanas. Como además la supuesta “reconstrucción” económica del país es aún simple propaganda, las “instituciones democráticas” colaboracionistas que dejan atrás los Estados Unidos corren verdadero riesgo de ser barridas cuando los ocupantes completen su retirada.
A medida que los invasores se retiran, se abre el campo para ajustes de cuentas entre las distintas facciones políticas y religiosas. Numerosas milicias chiíes y suníes, “durmientes” y armadas hasta los dientes, esperan la marcha definitiva de las tropas norteamericanas. De hecho, en el último año se han dedicado a reservarse para ese momento.
La retirada de sus tropas revela ante el mundo las debilidades de EEUU, que ha quebrantado su propia situación de dominio de una única potencia en el periodo posterior a la guerra fría. Incapaz de sostener dos guerras de agresión a la vez (Afganistán e Irak), EEUU no puede jugar más su papel de policía internacional, y el orden imperialista ha comenzado a venirse abajo (a lo que también ha contribuido decisivamente el avance de las fuerzas populares antiimperialistas en América Latina). La crisis financiera de EEUU ha acelerado este proceso. Todo ello favoreció la elección de Obama y el cambio de la política norteamericana hacia Irak y Oriente Medio. Pero no lo tienen nada fácil, empezando por la extrema derecha republicana que quiere torcer la voluntad más inteligente y realista de la facción que representa Obama.
Para terminar de recibir humillaciones, el objetivo del saqueo del petróleo iraquí se le ha escapado de las manos a la oligarquía estadounidense. El consorcio de la compañía británica BP y la china CNPC se llevó el 30 de junio el contrato para explotar el campo de petróleo de Rumaila, el mayor yacimiento petrolero de Irak, cuyas reservas ascienden a 17.000 millones de barriles de crudo (las licitaciones para explotar otros yacimientos menores y más inseguros han quedado desiertas), venciendo a la oferta rival de un grupo liderado por la estadounidense Exxon Mobil (de la que son accionistas Bush y Condolezza Rice). Esto sí que es “trabajar para el inglés” (y para el chino).
Fuente: Partido Revolucionario de los Comunistas Canarios/ Edición: PrensaPopularSolidaria_ComunistasMiranda
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com/
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