Por:Humberto Vargas Carbonell
Los pactos políticos no son malos en sí
mismo, su calificación depende de quiénes se reúnen, con qué propósitos y
principalmente de sus resultados.
A menudo los resultados suelen ser
engañosos, silenciados o enmascarados. Casi nunca se dice la verdad a
quienes tienen pleno derecho de conocerla: los electores. José María
Figueres, quien ahora es apenas presidente del PLN podría exonerarse de
esa obligación, pero no quien es Presidente de la República.
Luis Guillermo Solís ganó las elecciones
haciendo campaña señalando cargos morales y políticos al Partido
Liberación Nacional; ofreciendo un “cambio” que lo diferenciara de
viejas prácticas, nefastas por entreguistas e inmorales. Ya se ha
cumplido el primer año de gobierno, en unos pocos días tendrá que
presentar su Primer Informe al Pueblo y que le dirá al pueblo. Podrá
justificar su retorno al redil liberacionista.
Cada día se hace más evidente la
impresión--bastante más que simple impresión-- de que estamos
padeciendo el quinto año del gobierno de Laura Chinchilla y que es
ella quien gobierna por interpósita persona.
¿Qué es lo nuevo? Nada.
Cuando doy opiniones como esta algunos amigos me dicen: --Es muy poco el tiempo que ha corrido.
No es poco, es mucho si se trata de
sentar las bases de los cambios prometidos, pero estas “bases” no
aparecen por ninguna parte.